domingo, 21 de diciembre de 2014

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



(CAPÍTULO XLVI)

                 A lo largo de la playa los amantes continuaron su carrera al infinito y sus intenciones se mantuvieron inalterables ante la posibilidad de una cúpula. Ella dialogaba a través de su cuerpo con posiciones imposibles frente a la mirada de un modesto caracol que no entendía el porqué de tanto exhibicionismo. Sin esperar una reacción del amado y del molusco, redobló el paso, cogió impulso y saltó en dirección al mar. Diana atravesó las aguas saladas y su cuerpo se sumergió entre las rebeldes olas marinas que socorrió su virtud.
                 Desde la orilla el ardiente caballero enfiló su lanza viril hacia el sosegado horizonte. La estrategia de masturbarse con cada cambio de postura de su amada ahora no requería prontitud.
                 ¡Ella permanecía entre la aguas con su desnudez desafiando cada una de las leyes naturales!
__ ¡Así es Diana, una sirena sumamente provocadora!
                 Álvaro introdujo las piernas en el agua hasta la altura de las rodillas. Sus muslos quedaron separados, a cierta distancia el uno del otro para que sus testículos tomasen el suficiente oxígeno y respiro que necesitaban después del constante vaivén al que fueron sometidos.
                 Él estaba seguro que si las cosas continuaban de esta manera, en menos de un suspiro el esperma reparador de paredes uterinas fluiría en desbandada hacia el inmenso mar salado.
__ ¡La culpa de todo la tiene Diana!
                 Se decía Álvaro mientras contemplaba la ondulante anatomía de su amada entre las olas. Diana se proponía con todas sus armas provocar y nuevamente provocar la paciencia del hombre que la complacía en sus más ínfimos desenfrenos. Con sus provocadores movimientos ella intentó imitar el flamear de un delfín en celo.
                 Diana penetraba y salía de entre las aguas dejando una estela de intenciones malsanas para los ojos de Álvaro que amenazaban con salirse de sus órbitas. En uno de los saltos los pechos de Diana quedaron expuestos al viento y la mano de Álvaro acentuó su porfiado ritmo. Cuando el afinado culo de la joven se dividió en dos las intenciones del caballero de la lanza en ristre perdió cualquier contención. El rojizo falo bramía con toda pujanza para que lo dejasen en libertad y poder partir en busca de la espléndida abertura de la amada que le atormentaba los sentido.
                 Diana vio que Álvaro estaba perdiendo el control en la orilla, y no deseaba que las calenturas se sosegaran antes de llegar a la cala. Se introdujo por completo una vez más en el mar con la intención de mojar su melena y para relajar la embriaguez del amado. ¡Con su cuerpo encharcado de los pies a la cabeza fue en busca del joven!
                 Él la esperaba con los brazos abiertos para mostrarle su imponente avidez que amenazaba con conquistar su piel por el espacio menos esperado. Álvaro deseaba penetrarla mirando al presente con los ojos clavados en su apacible vagina de aspecto marino que emergía sin pudor.
__ ¡Te voy a poseer sin esperar nada a cambio! --afirmó reordenando cada una de sus intenciones.
__ ¡Por ahora dejaré mi vida en tus manos, y si quieres, llegaremos a la cala caminando por las aguas!
                 Le contestó Diana a la vez que abría sus piernas en dirección al perpetuo taladrador.


CONTINUARÁ...........................................

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



                                                                                        (CAPÍTULO XLV)

                
                 Sin levantar demasiado las rodillas del suelo para no aturdir a sus reproductores órganos, Álvaro continuó a buen paso detrás de Diana, que cuando se dio cuenta que su amante la seguía a una corta distancia, comenzó la tanda de posturas eróticas-deportivas.
__ ¡El mejor pretexto para echar a andar la imaginación y lubricar el falo! --pensó Álvaro mientras frotaba su verga con el viento en su contra.
                 Diana le proporcionaba diferentes posiciones sin detener la marcha. Y él las recibía suspendiéndolas en la retina para utilizarlas en el momento justo.
                Era la primera vez que se masturbaba corriendo por la orilla del mar. ¡Una experiencia alucinante!
                 Entonces decidió que debía concentrarse en la belleza que se mostraba ante sus ojos, porque Diana con mil piruetas sobre la arena, siempre terminaba con el sexo expandido, abierto, para provocar las tentativas de Álvaro. Demasiado le gustaba la espalda desnuda de su chica, la disfrutaba con fervor, con todo el cabello alborotado retozando al viento a la vez que los cachetes del culo marcaban el compás a cada paso.
                Para nada es cómodo correr y masturbarse. Pero al dispuesto Ángel le cruzó un pensamiento, una teórica idea. Diana retardaba sus movimientos al cambiar de posición para dejar constancia de sus intenciones, intervalos fotográficos. Este fue el instante en que él decidió violentar al máximo la piel de su pene para dejarlo en estremecimiento. La idea sería continuar corriendo y, en el cambio de postura de Diana, utilizar este efecto para tomar la instantánea. ¡En ningún momento se detendría, al igual que Diana!
                 Los testículos de Álvaro caían y rebotaban de un lado a otro al igual que los pechos de Diana. Percutían sin parar, con destreza, con ritmo ancestral marcando el compás de las mejores intenciones. Pero lo más bello de todo, lo más sorprendente, fue la sincronización que se produjo entre los dos sin ponerse de acuerdo. Él enfocaba con su órgano y ella posaba. ¡El fotógrafo y la modelo!
                Álvaro observaba a Diana con cada postura adoptada, con cada determinación del cuerpo. Era el preciso espacio de tiempo para tomar su falo y disparar en dirección al cuerpo de Diana la ráfaga de movimientos continuos sin dejar que el brebaje seminal emergiese al exterior, pero a la vez sin dejar de correr.
                 ¡Diana por su parte hacía lo mismo! Sus piernas, su tronco, sus manos y sus órganos, inventaban el infinito de situaciones comprometedoras sobre la arena. Cualquier bañista presente hubiese alcanzado un orgasmo instantáneo con tan desenfada muestra carnal.

                Cuando los pasos eran constantes Álvaro sentía la fuerza del universo en su prepucio. Llevaba al frente la lanza retadora que con su rígida agudeza rompía el viento a medida que avanzaba. ¡El caballero Álvaro se sentía poderoso con sus pasos sobre la playa! Sus pies se hundían en la arena mojada y en cada caída sentía la constancia de sus músculos en tensión. ¡Su radiante tronco deseaba ensartar las carnes vibratorias de la temeraria dama en fuga! 

CONTINUARÁ................................................

sábado, 20 de diciembre de 2014

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



                                        (CAPÍTULO XLIV)
                

                 Un beso. Un sencillo y dulce beso que les hizo recordar los primeros instantes de su relación. El contacto. El milimétrico contacto que termina por simplificar las cosas. Los labios de Álvaro y de Diana se unieron simplemente sin buscar la complicidad de cualquier otro elemento de sus cuerpos. ¡Un suficiente beso de ambos para que de sus ojos las lágrimas rodasen hasta abatir el vacío! El impulso de él era inagotable, al igual que la entrega de ella. Desde la primera vez hasta ahora, una eternidad había pasado por sus cuerpos y sus emociones, y aún, se sentían simples iniciados en estos menesteres.
                 Las allegadas caricias enlazaban los diminutos lugares y las furtivas zonas en la que los amantes se entregaban desaforadamente, con vehemencia incontrolada, variadas armas, o, jugosos pensamientos; pero sobre todo, sin el lastrante del “pasado”. Para él, y para ella, en sus encuentros el “pasado” no es más que una relación espacio tiempo, que no viene a cuentas porque si se le permite su entrada termina por condicionar el presente y, entonces, su desprendida relación terminaría dañada.
                 El “pasado” debe permanecer lejos, donde se encuentra, en su justo pretérito. Y si fuese necesario consultarlo, se traería al presente para enmendarlo, para ordenar los recuerdos y, abastecer las necesarias lágrimas; pero luego, a su merecido espacio gramatical.   
__ ¡No hemos llegado a la cala! --le dijo Álvaro con la intención de arrastrar a su amada al espacio deseado.
__ ¿Vamos? --con inocencia preguntó ella.
__ ¡Está bien! --contestó él.
                Diana tomó las escasas ropas difuminadas por toda la arena y las lanzó al mar.
__ ¡Es hora de partir hacia la cala! --dijo a su amado.
                Con las carnes al poniente los dos, se alejaron en dirección a su retiro inescrutable.
                 Diana, con un pellizco provocó a su chico, y a la mayor velocidad de sus piernas, se alejó por todo el litoral. ¡Ella sabía que Álvaro disfrutaba con la contemplación de su cuerpo desnudo saltando sobre la playa! Las carnes concentradas en las nalgas de Diana, son sólidas, como las inquietas olas que retornan a su lugar de origen después de recorrer el extenso arenal. Posee una perfecta y tallada silueta, perfilada como un laberinto sibilino en el cual nunca se llega a su fin. Su lúcido busto es como el incansable horizonte que mientras más se reclama menos se alcanza.
                 ¡Diana trotando desnuda es como una tempestad que pasa pero que jamás llega a olvidarse, porque en algún rincón perdido, deja como recuerdo los estragos!
                Álvaro para no terminar perdiéndola de vista se puso a correr. Mientras la seguía, sus deseos se hicieron más latentes y, el vaivén de su verga sobre cada uno de sus muslos, primero en el izquierdo y a continuación en el derecho, disparó la maquinaria del ímpetu, y en unos segundos la erección se consumó. Ahora su pene marchaba al frente, con la poderosa intención de ser el primero en llegar a la meta, que no podía ser otra que las nalgas de Diana; pero desde la frustrada felación, Álvaro tenía un hervidero de hormigas bravas dentro de las arterias. Y se le ocurrió que lo mejor para liberar tensiones no podía ser otra cosa que masturbarse mirando a Diana correr.
                 ¡De esta manera comenzó para él una nueva experiencia cono toques salados! 


CONTINUARÁ........................................

domingo, 14 de diciembre de 2014

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



                                            (CAPÍTULO XLIII)


__ ¡Ahora me toca a mí! --confesó Diana entre susurro-- ¡Voy a comérmelo con la mirada!
__ ¡…….! ¡…….! ¡…….! ¡…….! ¡Un……., poco más por favor! --Álvaro le suplicaba que continuase por el rumbo que había tomado con anterioridad. Deseaba sentir la boca de su amada reclamándole los pensamientos.
__ ¡Mis ojos serán testigos de este tiempo y mis expresiones acariciaran a este hermoso vigía para que por su orificio expulse el jugo que tanto me embelesa!
                 Y lo tomó, y tanto que lo hizo. El centinela falo de Álvaro quedó perplejo, atento a cada movimiento de Diana que lo mantuvo en ascuas. Una guerra de mirada, un desafío de intenciones, un relamer de motivos, de ojos, de pieles, de músculos, de venas, y como es de suponer, de destilados salivares que estigmatizaron el litoral.
                  Una pequeña pausa. Necesaria. La justa para humedecer el ambiente. Ella, lo abrigó. Él, no pudo más, y mirándole fijamente a la cara le soltó sus pensamientos.
__ ¡Puedes hacer con él lo que quieras pero no lo abandones!
                 El ardiente amante continuaba restregando su culo sobre la arena al compás del movimiento de su cadera.
__ ¡Lo besaré nuevamente, será el último baño, por ahora!
                 Y sin esperar a que su amado reaccionase, se lo introdujo en la boca hasta llevarlo justo al término de su faringe. Cuando lo tuvo en este espacio, cerró su boca, y sus labios con firmeza aprisionaron al inquieto visitante que cual párvulo infante, no deseaba otra cosa que jugar.
                 Esperó, Diana esperó, esperó con la boca repleta de tentaciones a que su amplia garganta se colmase de saliva para inundar al eterno compañero consolador de bajas pasiones.
                 ¡La verga complaciente de su traviesa vagina!
__ ¡¡Hunnm.......hunnm.......hummmm!! –reclamaba sin parar el encendido amante.
                Cuando el dique llegó al máximo de sus capacidades, ligeramente dilató los labios, y con un leve y constante retroceso, fue exhumando de su boca el anchuroso pene de su amado.
__ ¡Hummmm……..,hunm……., está delicioso! –afirmó Diana.
__ ¿Qué……., haces? ¡No, no, no…….., por favor! ¡¡Espera, espera!! ¡¡...............!! ¡¡¡¡No, no……., te muevas!!!!
                 Álvaro paralizó cada una de sus articulaciones, y su cuerpo quedó entumecido sobre la arena.
__ ¡¡Sí continúas……. así, llegará, a tu boca el diluvio universal!!
                  Diana lo obedeció y se detuvo.
__ ¡¡Así, eso es, no te muevas, sí……., creo que ha pasado!!
                 Los dos se mantuvieron inmóviles, esperando el regreso de la sensatez
__ ¡Sí, ha pasado! –respiró aliviado Álvaro.
__ ¡¡Hunmmm.........................!!          
                 Lo saboreó, y con sumo cuidado dejó caer su mandíbula inferior, pero no lo liberó, lo mantuvo dentro de su boca. Ahora deseaba sopesarlo, calibrarlo, calcular el valor adecuado que podría tener la musculatura de su amado. Y lo consiguió, para ella, valía más que todo el pasado junto, con los lamentos, las incertidumbres, y algunos buenos recuerdos. Así pensaba Diana.
                 Sin darle oportunidad a una nueva batalla, retiró sorpresivamente la cabeza, cayendo al vacío el amor de sus entrepiernas. Y este, blandiendo, permaneció en el aire.
__ ¡Estuve muy cerca de libar tu néctar! –maliciosamente apuntó Diana.
__ ¡No continúes con esas expresiones que la tormenta aún puede retornar!
                 Álvaro inclinó su cuerpo para buscar otra postura, pero también para distraer los impulsos malévolos que deseaban escapar por la oquedad de su glande.
__ ¡Eres impresionante! ¡Siempre me sorprendes! –y llenó los pulmones de aire-- ¡Te quiero decir……., que, sin ti no sabría vivir!
__ ¡Seguramente esto se lo has dicho a muchas chicas! –Diana buscó la mejor manera de relajar tensiones, pero no pudo.
__ ¡Decir, decir! ¡Se pueden decir muchas cosas, pero sentirlas es otro concepto! –El joven se había recuperado y sus impulsos retenidos afloraron nuevamente a su conciencia-- ¡Cuando te digo que no sabría vivir sin ti, no me refiero únicamente al sexo, hablo de la Diana ente, de la Diana ser, de la Diana entrega, de la Diana fidelidad y respeto! ¡Todo esto eres para mí! ¡Eres mi amor!
                 Los ojos de Diana se nublaron, y una cascada de lágrimas se desprendió desde el comienzo de sus párpados
__ ¡No sé cuántas veces te he dicho que te amo! ¡En cada espacio de mi existencia en la que tú estás, todo se me hace menos complicado! ¿Alguna vez te he preguntado si quisieras envejecer conmigo?
__ ¡Muchas mi amor! --le contestó Diana con un nudo en la garganta.
__ ¿Cuántas veces?
__ ¡Las suficientes para seguir sabiendo que tú también seguirás a mi lado aunque el destino nos sea adverso!
                 Fue entonces, sin esperarlo ninguno de los dos, se tomaron de las manos
__ ¡Quiero saber qué se esconde después de este paso por la tierra, pero quiero que tú me acompañes durante todo el viaje! ¿Estás dispuesto?
                 Diana lo miró fijamente, y los dedos de las manos de ambos se envolvieron fuertemente.
__ ¡Sabes que sí! ¡Si lo deseas lo podemos esperar mirando el infinito en esta hermosa playa! –le contestó Álvaro besándola en la mejilla.
__ ¡Como quieras! --respondió Diana, y, los dos, sonrieron, con el semblante fijo en el horizonte. -- ¿Pero si uno de los dos se marcha primero?
__ ¿Por qué me haces esa pregunta? --Álvaro quedó desconcertado.
__ ¡Contéstame! ¿Si uno de los dos se marcha primero?
__ ¡No, siempre estaremos juntos! ¡No quiero responder esa pregunta -- afirmó Álvaro con cierta confusión.
__ ¡Tú no eres dueño del destino! --expresó Diana mirándole a la cara.
__ ¡Tienes razón, pero un mismo deseo cuando lleva la fuerza de los involucrados, si ellos lo desean, se hará realidad! ¡Yo quiero estar ahora, mañana, y siempre, a tu lado! ¡Nada ni nadie nos podrá separar!
__ ¡Tengo miedo! --contestó Diana.
__ ¿A qué le temes? ¿A la muerte?
__ ¡A que nos dejemos de amar! ¡Esto que estamos sintiendo es tan intenso que me da miedo que de repente explote en nuestros pechos! --sus dedos se aferraron con fuerza a los dedos de Álvaro-- ¡Pude ser que mañana.............!
__ ¡Siiiii......! ¡Mañana no existe! ¡Lo que importa es que tenemos la eternidad atrapada en nuestros cuerpos y si nuestras energías van encaminadas en una misma dirección, será imposible su división! ¿Y sabes por qué? ¡Porque seremos un sólo ser! ¡El tiempo, las tentaciones, la monotonía y, la misma distancia, serán nuestras justificaciones para continuar amándonos!
__ ¡Gracias mi amor! ¡No sabes cuánto de amo!
__ ¿Sabes qué deseo ahora? --preguntó Álvaro con la mayor naturalidad posible.
__ ¡Me lo imagino! --y los ojos de Diana alcanzaron un brillo voluptuoso.
__ ¡.......................!
__ ¡Es lo que yo también deseo!
__ ¡.................¡ --Álvaro respondió con un movimiento afirmativo de su cabeza.
                Entonces, sin mediar un simple ademán, sus bocas se fundieron en un perdurable beso.


CONTINUARÁ.........................................

sábado, 13 de diciembre de 2014

¿COMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



                                           (CAPÍTULO XLII)
               

                 Los cuerpos de los amantes se revelaban distendidos sobre la fina arena con los pensamientos esparcidos por las diferentes nubes que se encontraban de paso.
                 Mientras, las olas prolongaban su insistente recorrido. Ellos, los amantes, simplemente dejaron que los párpados cayesen por su peso y se dejaron llevar por la primera cavilación que atravesó sus emociones.
                 ¡Se hallaban a gusto con el viento del atardecer acariciando sus partes más sensibles!
                Diana mantuvo su mano cerrada y dentro de ella, la verga de su amado, que luchaba por expandir sus dominios hacia anónimas tierras. Su ideal se hacía realidad y pensó que este diminuto instante significaba la culminación de sus apasionados y sensitivos propósitos. ¡Ella lo veía de esta forma, y deseaba que Álvaro sintiese el mismo estremecimiento que circulaba por sus venas en este plácido atardecer!
                 Su alma necesitaba ser liberada porque el escaso espacio de su cuerpo le dificultaba su plena manifestación.
__ ¡Quiero gemir y correr desnuda en contra del viento a lo largo de la playa! –gritó Diana al viento agitando la mano con lentitud.
__ ¿Por qué no lo haces? --le contestó Álvaro visualizando una esponjosa nube en marcha que por descuido se cobijaba sobre el vértice de su pene.
__ ¡Porque quiero saber si tú me acompañarías!
__ ¡Te acompañaría aunque mis pasos se opusiesen! --le confirmó Álvaro intentando dominar su cadera que comenzaba a vibrar sobre la arena.
__ ¡Espera, te quiero decir algo!
                Entonces, silenciando las palabras, Diana se incorporó y arrimó su cara hasta las entrepiernas del joven, y cuando estuvo segura de su posición, dejó descansar sobre los muslos de Álvaro sus codos, y su boca se adosó sospechosamente al nacimiento del eterno vigía que cual veleta perenne dominaba el litoral.
                 ¡Segura, pero con un hilo de voz, le confesó!
__ ¡T-e-a-m-o!
                El guardián, desde su atalaya, divisó tormenta, y, la fortalecida torre comenzó a moverse deliberadamente en todos los sentidos. La mano de Diana no podía contener la desbocada potencia de su amado que amenazaba con movimientos amplios y circulares.
                 ¡El huracán se acercaba a la serena playa con intenciones de estallar!
                 Diana encontró un aliado en su segunda mano y, entre las dos, cercaron aún más al eterno vibrador; pero fue imposible, sin dar explicaciones comenzó a cabecear de un lado a otro y la joven pensó que lo mejor sería verlo danzar a su antojo.
                 ¡Así lo hizo! ¡Lo liberó, dejando el falo de Álvaro en completo desconcierto!
                Diana disfrutaba viendo a su amor retorcerse de éxtasis. Sus ojos brillaban contemplando la cara y la piel de Álvaro que como el día y la noche cambiaba de aspecto continuamente. El joven con su culo hizo una perforación sobre la blanca arena, y con los talones se aferró al suelo para elevar su pelvis hacia el cielo.
                 ¡Deseaba hacer frente al viento con su pica retadora y demostrarle a su amada y a él mismo que estaba dispuesto a todo para que el apetito no desapareciese de su ser!

               Y este fue el momento justo en que nuestra apasionada Diana, para no ver más el lamento en la mirada de su amado, se lanzó con su espíritu suicida directamente al pene, y con su poderosa boca, lo absorbió en una profunda inhalación hasta dejar su pecho sin aliento. 

CONTINUARÁ................................. 

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?


                  (CAPÍTULO XLI)


                Pero Álvaro no introdujo su lengua, era más que capaz, pero no lo hizo. Quiso tomarse algo de tiempo. Y entonces, sin esperárselo, la sabía, la fluida sabía de su amada, se dispersó al exterior sin rubor por su amplio y desnudo torso. Ella mantuvo sus piernas a horcajadas, para que de su monte eterno se despeñase en cascada los fluidos.
                 Sin apenas moverse, Álvaro topó con el verdadero salto del ángel, con el monumental requiebro rompiendo sobre su cara.
__ ¡Los sabores los tengo intactos, pero aún más la visión de tus imperecederas piernas que se confabularon para terminar en lo alto del vértice! ¡Un volcán de tierna lava me llega a mis ojos y no sé si podré sobrevivir porque me vulneras la lógica! ¡…….! ¡Te amo Diana, y lo peligroso de estos encuentros, es que no sabría cómo continuar con mi vida si tú no formas parte de ella! ¡…….! ¡Te necesito para alimentar mis mañanas y mis atardeceres, para volar rozando el mar y, no caer a las profundidades de mis lamentos y perderme en el olvido!
                 Álvaro sin darse apenas cuenta se apoderó de cada palabra pronunciada como un versado improvisador. Las acentuaba a su complacencia. Las desplegaba una por una y sin restricciones, a gran escala, hasta permitir que los jugos perfumados de su amada se esparciesen por su pecho.
                 Comenzó por las manos y, terminó implicando cada una de sus articulaciones.
__ ¡Te veo por los años, y en las imágenes que están por venir! ¡Tú figura calma mi vehemencia! Hoy tengo tu silueta, no deseo nada más. ¡Miro al horizonte y pienso que ha dejado de ser infinito! ¡El amplio océano lo he sentido hoy entre tus piernas!
                Álvaro continuó en su universo amatorio donde exclusivamente Diana podía penetrar.
                 Las olas comenzaron a romper en la orilla con mayor poderío y los cuerpos de los amantes bailaban al ritmo del mar que negaba la calma.  El estarse quieto es un imposible.
                 No por disfrutar de los aromas y de la poesía, el enamorado Álvaro dejó de mirar la vulva de su amada que se había dilatado algunos centímetros más.
                 ¡Él permaneció fiel a su promesa!
               Una ola intensa desplazó a los enamorados unos metros. Diana cayó por su peso sobre la parte izquierda de Álvaro, y este al estar boca arriba, le llegó un torrente de agua salada mezclada con arena.
                 Quedaron desorientados, pero uno al lado del otro. Y para no perder la costumbre, Diana se aferró a la verga de su chico. De esta manera evitaría ser arrastrada por la corriente.
__ ¡Perdón, pensé que había alcanzado un madero a la deriva! --le dijo Diana sonriendo.
                Esto fue un halago para Álvaro, que por el enviste del mar, su potencia comenzaba a menguar.
__ ¿Creo que tiene vida? --y para afirmarlo fehacientemente, comenzó agitarlo con perseverancia debajo del agua.
                Diana poseía soltura en las manos, arte en los dedos, y voluntad en las articulaciones. Su muñeca repercutía con los intervalos precisos para lograr su designio. Si por ella fuese, sacaría agua de las mismísimas piedras.

CONTINUARÁ………………………….


¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



                                               (CAPÍTULO XL)
                 

                 La luz comenzaba a disminuir en la apacible playa que descansaba sin la menor ansiedad. Los aletargados amantes prolongaban sus juegos amatorios sin prisas, dejando sus reflejos intactos, a la benevolencia de las olas y a las triquiñuelas del propio viento.
                 Diana dejó escapar su intenso amor por sus partes dúctiles, y entre gotas espesas de placer y orgasmo, la cara de Álvaro se rebosó de fantasías aromáticas y jugosos caldos.
                 ¡Por los ojos, la nariz, las orejas, la boca, el pelo, y la cara en general del joven, discurrió el delicado ungüento de poderes milagrosos!
                Ella se inclinó aún más, y él debilitó su boca para que el caldo cayese en su garganta y no se olvidase sobre la blanca arena.
                 ¡La última gota se deslizo con la ayuda de los dedos de Diana que oprimió su vagina para dejar el menor resto posible en su interior! ¡Ella estaba feliz porque su amado degustaba con embriaguez lo que nunca antes había brotado de su interior! ¡Lo único con anterioridad expulsado por su orificio había sido fue pis; pero en esta ocasión los bálsamos y los almíbares se fundieron sobre el rostro de Álvaro que disfrutaba como un infante ante una dulcería!
__ ¡Tiene un esplendido sabor agridulce! --afirmó Álvaro mirando desde su posición la vagina de su amada que aún destilaba restos de fluidos-- ¡Sobre mi lengua siento una mezcla de canela y esencias de espliego que fortalecen mis dudas! ¡Sí! ¡Estoy seguro, es una consistencia muy parecida al azúcar cuando comienza su caramelización! ¡Esto es extraordinario!
                 El joven tragó en seco la abundante porción que guardaba en su lengua y cerró los ojos para no equivocarse. Respiró, y esperó que le llegasen las sensaciones
__ ¡Es delicado como el almíbar pero intenso y espeso como los mejores aceites de olivas del mediterráneo! ¡No es amargo, más bien con un punto picante y salado que me recuerda el fruto del mamoncillo! ¡Detrás de los sabores más cálidos siento el fluir de una variedad suprema de avellanas que la degusto con pasión! ¡En mi garganta se quedó el profundo mar y la plácida pradera repleta de percepciones nuevas y turbadoras!
__ ¿Qué haces, no sigas? –Diana se retorcía de gusto sobre la cara de Álvaro que no dejaba de expulsar melosas palabras. Cuando pensaba que el fluir había terminado, una marea de bebidas ambiguas salió de sus animados labios al exterior-- ¿Por qué……………..? ¡Ahora saboréalo con todo tu ser mi amor!
                Le dijo Diana, y esperó que la lengua de Álvaro una vez más entrase por la puerta sin avisar.

Continuará……………………………

viernes, 12 de diciembre de 2014

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



(CAPÍTULO XXXIX)


                Con toda intención y rompiendo su promesa, Álvaro dejó que su lengua rozase la parte más prominente del clítoris de Diana. Para ella esto fue sin duda una cálida sorpresa. Él le había prometido que únicamente la gozaría con la mirada; pero ya se sabe por incontables hechos en la historia de la humanidad que la mayoría de las palabras confesadas están expresadas, o escritas, con la oculta intención de incumplirlas en algún momento.
__ ¡Por favor no! --le rogó Diana cerrando los ojos-- ¡Ahora estoy viajando entre las flores! ¡Me siento que estoy flotando! ¡Soy como una libélula que busca amparo en la nada! ¿Por qué me has tocado con tu lengua? ¡Ahora……., quiero más! ¡Quítame la libertad para quedarme por siempre en tus brazos!
                 Los pensamientos de Diana incidieron sobre los sentidos de Álvaro que estaba muy cerca de perder completamente el control.
                 Ella continuaba viajando entre la verde vegetación mientras la lengua de Álvaro vibraba de fruición entre las paredes vulvarias de su amada.
__ ¡Te he prometido comerte con la mirada, pero la presencia de tus carnes sonrosadas sobre mi cara me ha hecho dudar! ¡Estas aguas inquietas destruyen mi paciencia! ¡Estoy perdido entre tu ser y por instantes me siento que no soy nada en la inmensidad de tu fuente!
__ ¡No digas más mi amor, que voy a perder las emociones entre tu lengua y la arena! ¡Mírame, entra con todo lo que tengas y puedas en mi mundo, y, no me abandones jamás!
                Los amantes divagaban sobre la orilla de la playa mientras los recuerdos y las sensaciones golpeaban con insistencia sus zonas más sensibles.
__ ¡Ahora estoy viendo el aleteo de una mariposa sobre mi cara! --Álvaro no se quería perder detalle del sorprendente mundo que hasta ahora ocultaba Diana entre sus piernas-- ¡Mira, tienes granos de arena, granos de arena que se han adherido en toda la sima de tu grieta! ¡Voy a unirlos con los dedos hasta formar un abalorio, para que rueden por tu vagina!
__ ¡No……., por favor……., no! --le suplicaba, Diana le suplicaba con gritos de placer.
__ ¿Lo que no se si agruparlos con mis dedos o con mi boca? ¡Tengo muchas dudas!
__ ¡Haz lo que desees……., pero rá…….pido, que me voy acorrer sobre tus ojos!
__ ¡Siento el aroma de perfúmenes salados en el airé mezclados con espigas de lavanda esparcida por tus carnes, y se me antoja que es un delicioso bollo bañado con melazas naturales!
                Diana no se podía permitir abrir los ojos, pero si el alma, y también sus goces.

                 Sin darse a penas cuenta, sintió que un fluido azucarado se escapaba de sus íntimas partes, y convulsionó.  

CONTINUARÁ.................................... 

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



(CAPÍTULO XXXVIII)


                Los dedos de Álvaro continuaron con sus definidas huellas deslizándose con arte sobre el terreno abrupto de la prolongada vagina de su amada. En algunos espacios palpó el leve florecimiento del vello púbico, en otros, los dejó simplemente a que se humedeciesen por efecto de invernadero, y abrigó directamente la piel de su amada, sin pelos ni señales. Álvaro no le dio importancia. Él sabía que la noche anterior ella había tomado una decisión, un nuevo corte de pelo, o lo que no es lo mismo, un artístico rasurado en toda su expresión, y, esto le excitó. Desde que decidieron llevar a cabo el encuentro en la ventana, muchas cosas habían cambiado, y todas para bien. Sus ojos brillaban de goce ante el resplandor que se reflejaba en sus caras proyectándose con los rayos del sol.
                En su nada discreta exploración el amado descubrió en el cachete izquierdo del labio interior, un lunar ovalado, de un intenso color negro, para más detalles, azabache. Lo primero que le vino a la mente fue mordisquearlo.
__ ¡No! ¡Me has prometido que solamente mirarás! --fueron las palabras de Diana.
__ ¡Tienes razón, pero tengo sed! --le contestó Álvaro con una profunda sonrisa y la lengua a medio blandir.
__ ¡Si me lo comes terminaremos rodando por la arena y al menos hoy no llegaremos a la cala!
__ ¡El tiempo no existe! ¡Olvídalo! ¡Puede ser que toda una vida me lleve el contemplar tu abertura! -el joven le habló con un hilo de voz.
__ ¿Sabes una cosa? ¡Estoy a punto de tener un orgasmo y aún no me has penetrado con los dedos!
                 Diana aprovechó este instante para acomodarse aún más. Hincó las rodillas sobre la arena, despejó todo lo que pudo sus piernas, y arrimó su vulva a la cara de su amado
__ ¿Qué te parece esta perspectiva? –le preguntó con desparpajo.
__  ¡Dios mío! ¡Ahora es inmensa! ¡Una infinita cordillera montañosa me impide ver el horizonte! ¡Es como si volase sobre las elevaciones para caer por sorpresa sobre la cima de una de sus crestas! –La impresión de Álvaro no era errada. Sus ojos querían dominar todos los ángulos posibles hasta encontrar el talismán de sus sueños-- ¡Los matices son más personales! ¡Creo que lo que buscaba……., lo he encontrado!
__ ¡Te quiero! ¡No te detengas mi amor, ábrelo todo, y deja que la luz y tus ojos penetren en mi interior para sentir la vida en mis entrañas! ¡Te amo, y por nada del mundo dejaré que otras manos, otros ojos, otras bocas, y otra verga me posean! ¡Antes dejaré que las aguas del mar se lleven mi cuerpo!
__ ¡No será necesario porque siempre estaré dentro de ti!
                Le dijo el joven, y con lágrimas en los ojos, le fue imposible cumplir con su promesa.


Continuará…………………….    

domingo, 30 de noviembre de 2014

"EN LA INTIMIDAD"

                                      

                                             CAPÍTULO 10

                 Mi amigo Fernando y la señora Asunción, sentados en la mesa de la cocina bebían sendos vasos de tequila, y por supuesto, la botella se mantenía junto a ellos. Al parecer el mundo de dejó de existir para los dos. Una risa tras otra y, un trago a continuación del siguiente para motivar el instante.
__ ¿Se divierten? –fue una pregunta tonta y fuera de lugar, pero la rabia carcomía mi interior.
__ ¡Nos estamos tomando unos tragos! –dijo entre risas Fernando.
__ ¡Has llegado en buen momento entra! --afirmó la señora Asunción con el vaso de tequila en la mano-- ¡Justo ahora le iba a contar al joven Fernando mi vida íntima!
                 ¿Su vida íntima? ¿Qué tenía pensado contarle a Fernando de su vida íntima? ¿Qué le estaba sucediendo esta noche a la señora Asunción? De sólo pensarlo me tiemblan las piernas.
__ ¿No quiere beber algo vecino?
                 Con el desparpajo más grande la señora Asunción sin esperar mi respuesta se levantó de la silla y fue en busca de un vaso.
Lo llenó de tequila, y me lo brindó.
__ ¡Toma, bebe, lo necesitarás, esta noche escucharás mis secretos mejores guardados joven vecino!
                 Dios mío, qué le está ocurriendo hoy, ¿habrá luna llena para que influya de esta manera en el comportamiento de mis invitados?, no lo sé, pero del modo en que me ha llamado “vecino” me hace pensar en demasiadas cosas a la vez, y ninguna de ellas buenas.
__ ¡Pero ven, siéntate a nuestro lado para que no te pierdas el más mínimo detalle mi vecino querido!
                 Nuevamente vecino, pero en esta ocasión acompañado de la palabra querido, “mi vecino querido”, esto no está bien, naturalmente que no. ¿Hasta dónde pretende llegar? ¿Hasta la relajación total? ¡Y de la manera en que bebe poco le faltará! Yo diría que la voz de la señora Asunción ha hecho una modulación bastante sospechosa, o al menos comprometedora a mí entender. Irremediablemente esta noche los duendes y las musas, se hallan del lado de la sensual Asunción. ¡Hasta mencionar su nombre me produce un placer incuestionable!
__ ¡Señora Asunción, perdóneme, pero lo que está bebiendo no es agua!
__ ¡No se me ha olvidado mi “vecino querido”, por esta razón necesito beber algunas copas para contar mi historia!
                 Esta mujer se empeña en contar su historia, ¿qué necesidad tiene para ello?, ¡un momento!, hasta este instante quería saber más de su vida íntima, hasta el punto de espiarla, naturalmente, siempre por motivos profesionales, el estudio de “mirador unificador” del que les he hablado, pero, ya no sé qué decir.
__ ¡Tiene toda la razón señora Asunción, o, perdón, siempre lo olvido, Asunción! --y Fernando la miró con carnívoros ojos. Entonces, sorpresivamente se levantó, se acercó a ella hasta inclinar el torso sobre la mesa, tomó la mano de Asunción que aún sostenía el vaso, y por unos segundos la mantuvo unida a la suya.-- ¡Déjeme llenarle el vaso! ¡Asunción! --mi amigo se estaba metiendo en camisa de once varas.
__ ¡Muchas gracias joven, o, perdón, Fernando, mi querido y amable Fernando!
                 Esto se estaba pasando de castaño oscuro. Estos dos si continúan así terminarán……., mejor me callo la boca para no alebrestar a los demonios ocultos.
__ ¡Si les parece bien podemos ir hasta el salón con los demás! --lo dije para intentar cambiar el rumbo de la situación.
__ ¡No! ¡No, aquí estamos a gusto! --y Asunción de un golpe, bebió nuevamente el contenido de su vaso.
__ ¡Sí, es verdad, aquí estamos a gusto, pero si tú lo deseas puedes ir con ellos, nosotros tenemos mucho de qué hablar! –no era el mismo, naturalmente que no lo era, Fernando se había desenfrenado, estaba ligero, libre, como nunca antes lo percibí.
__ ¡Está bien, nos quedamos……..! --y Fernando no me dejó terminar la frase.
__ ¡Pero si tú quieres puedes ir……..! --y yo, por motivos lógicos, no pude ser menos.
__ ¡No, me quedo, con vosotros! --y sentenciando con rotundidad, me bebí de un golpe, como la señora Asunción, el vaso de tequila, y me serví otro, y para dentro, hasta la última gota.
__ ¡Ese es mi niño!
                 “¡Ese es mi niño!” ¿Qué dice? ¿Cómo me puede decir que soy su niño? ¡Soy un hombre, hecho y derecho! ¡Miren ustedes que soy tan hombre que la espío a todas horas! Bueno, a todas horas no, solamente cuando mis obligaciones me lo permiten, que es en realidad......., bueno, es igual, da lo mismo, soy un hombre, el  vecino mirón, quiero decir, el estudioso vecino, el “mirador unificado”, el que la observa para cotejar parámetros y profundizar en el examen de......., a la mierda con los conceptos. ¡Sí, la miro, la escudriño, la analizo, de arriba abajo, sin perderme un detalle! ¡Y cuando ella no se desnuda, yo lo hago, la desnudo más allá de la piel, hasta desearla con todas mis fuerzas, hasta la extenuación, hasta la locura, y “hasta el infinito…….!” ¿Qué estoy diciendo dios mío? ¡Esta mujer me está volviendo loco! ¡Pero es verdad, no puedo cerrar mis ojos sin que la imagen de la señora Asunción, de mi amada Asunción, no aparezca en mi memoria!
__ ¡Lléname el vaso Fernando! --la cara de Fernando representaba una cara de pocos amigos.
__ ¡Y a mí también por fa…….! --Asunción como agua para chocolate, se desparramó sobre la mesa.
__ ¡Un momento, voy al baño y, vengo rápido! --me salió del alma la frase.
__ ¡Te puedes demorar todo lo que quieras! --señaló Fernando.
__ ¡Eres malo, muy malo jovencito! --y los pechos de Asunción con extrema ligereza poseyeron con voluptuosidad la mesa.
__ ¡En un plis plas estoy aquí! --dije.
                 Y diciéndolo, salí por la puerta como alma que se lleva el diablo.
__ “…….¡bésame, bésame mucho, como si fuese esta noche la última vez……., pero, bésame…….!”
                 Desde el pasillo escuché cantar a mi vecina Asunción, y sentí que el cielo tocaba la tierra. ¡No, mi intención no era ir al baño! Tenía que llegar al salón cuanto antes para comprobar por mis propios ojos el estado en que se hallaba el señor Mariano. Asunción llevaba algunas copas de más, si él llevase la misma cantidad con el mismo efecto, no habría que lamentarse, los dos bebían como cosacos; pero sino, sería sumamente peligroso que de repente el señor Mariano se presentase en la cocina y viese a su mujer en un descontrolado y rimbombante desahogo.
                 Mi sorpresa fue mayor. En el salón mis amigos conversaban, bailaban y bebían despreocupadamente, como cualquier joven en una fiesta más; pero el señor Mariano no se hallaba entre ellos. ¿Dónde se habrá metido este hombre?
__ ¿Quieres bailar?
                 Susana, una amiga que desde hace mucho tiempo ronda mis pasos, pero que yo no la tomo en cuenta porque mis asuntos vecinales me ocupan el resto del día, se acercó a mí agitando ampulosamente la cadera.
__ ¡Ahora no, quizás más tarde!
__ ¡Eso dices siempre, ven, vamos a bailar!
__ ¡No, ahora no, de verdad que…….!
__ ¿Cómo que ahora no puedes? ¡Bailarás conmigo sí o sí!
                 Y no alcancé a decir nada más. Cuando me vine a dar cuenta los brazos de Susana rodeaban mi cuello, y sus hábiles pies me condujeron al centro del salón. ¡Roberto Carlos! Gritó Susana. “¡Cama y mesa por favor!” Y una cómplice mano fue hasta el equipo de música y cambió definitivamente el intérprete y el ritmo para complacencia de mi amiga.
__ ¡Esto sí es música para bailar! --y los labios de Susana susurraron en mis oídos.
__ ¡…….! --no pude articular palabra.
__ “¡Cama y mesa!” ¿No te llegan de repente los recuerdos? --y sus diestros dedos se internaron en mi nuca deslizándose con maestría hasta embelesar el final de mis cabellos.
                 ¡Claro que me llegan los recuerdos! ¿Cómo no me van a llegar? Me llegaron nada más al escuchar el nombre de Roberto Carlos. No es de nuestra época el artista, lo descubrimos por nuestros padres, ellos lo escuchaban sin parar, y desde entonces, lo hicimos nuestro. Es el cantante fetiche de la pandilla. ¡Siempre, pero siempre, al terminar una velada, reunión, o fiesta, terminamos bailando o escuchando a Roberto Carlos! Esta afinidad colectiva nos ha unido más. Somos una pandilla amante de letras melosas y, perecederas melodías. No lo sé, pero tengo la sensación que esta actitud hacia este tipo de música, nos ha hecho mejores personas; pero no debo ser yo el que haga estos comentarios.
__ “¡Cama y mesa!” --y mis párpados cayeron de golpe.
                 Simplemente me dejé llevar por el momento.
__ “¡Quiero ser tu canción desde principio a fin, quiero rozarme en tus labios y ser tu carmín. Ser el jabón que te suaviza, el baño que te baña, la toalla que deslizas por tu piel mojada. Yo quiero ser tu almohada, tu edredón de seda, besarte mientras sueñas y verte dormir yo quiero ser el sol que entra y da sobre tu cama, despertarte poco a poco, y hacerte sonreír…….!”
                 Susana mantuvo los dedos de sus manos viajando por mi pelo mientras cantaba a la par con Roberto Carlos. Lánguidamente las letras desarticuladas se iban uniendo hasta conformarse en palabras, hondas palabras que penetraban por mis sentidos hasta conquistarme el cerebro. Y una vez allí, de jedé de ser yo mismo, fui otro, o más bien no fui nada.
__ “¡…….Quiero estar en el más suave toque de tus dedos, entrar en lo más íntimo de tus secretos, quiero ser la cosa buena, liberada o prohibida, ser todo en tu vida…….!”
            Y fue cuando mis dedos dejaron de ser imparciales y removieron su espalda. Las palmas de mis manos se ahogaron entre los pliegues de su vestido y, ya si sentido, me pidieron a gritos hurgar en su piel. Tocarla, sentirla sin disfraces ni intermediarios contactos. Ella y yo. Únicamente los dos.
__ “!…….Todo lo que me quieras dar quiero que me lo des, yo te doy todo lo que un hombre entrega a una mujer, ir más allá de ese cariño que siempre me das, me imagino tantas cosas, quiero siempre más…….!”
                 No deje que cantase, no la dejé. Y me sumé a la voz de mi amigo Roberto Carlos. ¡Canté, cante, no como los ángeles, pero canté! No sabía muy bien cuál era mi verdadera intención, pero esta vez fui yo el que le susurró al oído.
__ “!.......Tú eres mi dulce desayuno, mi pastel perfecto, mi bebida preferida el plato predilecto, yo como y bebo de lo bueno y no tengo hora fija, de mañana, tarde o noche no hago dieta…….!”
                 Los ojos de Susana se desbocaron, irremediablemente se desbocaron, más allá de sus órbitas, de sus contornos y sus raíces. Antes de terminar la frase mis labios ya habían besado el lóbulo de su oreja, su cuello, y su barbilla. Un penetrante beso que terminó por distender los poros de su piel.
__ “!…….Y este amor que alimenta a mi fantasía, es mi sueño, es mi fiesta, es mi alegría, la comida más sabrosa, mi perfume, mi bebida, es todo en mi vida…….!”
                 Susana tomó la iniciativa y volvió a cantar, pero esta vez mirándome a los ojos. Bendita profundidad hallé en ellos. Unos ojos que me calaron las entrañas y las mismas vicisitudes. Unos centímetros, apenas unos pocos centímetros separaban su boca y la mía.
__ “!.......Todo hombre que sabe querer, sabe dar y pedir a la mujer,
lo mejor y hacer de este amor, lo que come, que bebe, que da, que recibe.
                 Y sucedió. Canté una vez más, pero esto no fue lo revelador. Lo revelador fue mi boca, que no se detuvo y, continuó camino hasta llegar a unos montes sinuosos, carnosos como fruta prohibida, y sin previo aviso se adhirieron a los mismos como inquilino de caracol que no ha dejado jamás de pagar su renta.
__ “!.......El hombre que sabe querer, y se apasiona por una mujer, convierte su amor en su vida, su comida y bebida, en la justa medida.
                 Mi lengua y sus manos hicieron de las suyas. Una dentro de su cálida y bucal gruta, y la otra, por el interior de la cremallera de mi pantalón. Juguetonas manos que hacen perder la ubicación en el espacio. Uno, dos, tres, cuatro, infinitos besos que continuaron sin aliento de un lado a otro. Izquierdas y derechas, cuatro manos que no se conformaron con la quietud y exploraron nuevos territorios. El tequila, Roberto Carlos, la candente cercanía, los impulsos, las sensaciones, la soledad, los motivos, las disueltas intenciones, la baja intensidad de la luz……, no sé qué fue, pero no pude más.   
__ “!.......El hombre que sabe querer……., ¿quieres hacer el amor conmigo señora Asunción!”

CONTINUARÁ……………………………………….