domingo, 16 de junio de 2013

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?





Capítulo LXXIII


                 Estas no fueron las dos únicas manos, las privilegiadas manos que traspasaron las fronteras permitidas hasta alcanzar lo racionalmente palpable. En el exterior, sobre la epidermis de la desordenada mujer de mirada perdida, un conjunto, un cúmulo de manos esperaban acariciar lo infinitamente oculto, el interior de cada una de las oquedades que poseía la demostrativa mujer. Cada una de las manos presentes, la izquierda con su compañera la mano derecha, se frotaban de gusto al saber que dentro de algunos segundos se verían inmersas en una apetecible frotación anal o vaginal. ¡Eso sí! Cada mano tomaba el rumbo que sus instintos le ordenaban. ¡En esta cala no hay estereotipadas reglas, solamente emociones confrontadas!
                 Una mano con influencias orientales, se distanció del grupo y fue directamente a los pies de la mujer de las profundas aberturas. Llegó por su propia cuenta y riesgo y las terminaciones nerviosas de la mujer conectaron con la carga positiva de la planta de los pies. ¡Cinco dedos y cinco más se enlazaron! ¡Cinco dedos de manos con cinco dedos de pies! --¡Dios, es una delicia lo que me hacen vosotras delirantes manos!-- Respondieron al parecer los placenteros pies. Más que acariciar, más que seducir, los dedos de la mano de esta persona que actuaba en solitario, embelesaron la consciencia de la distraída mujer que se debatía entre una sensación y otra. ¡Sensaciones dispares pero todas ellas a un mismo tiempo!
                 Al no poder más con su cuerpo, porque el placer se había extendido a diversos y renovados espacios de esta  historiada mujer, ella cerró sus ojos y se entregó en materia y aliento a los multitudinarios tocamientos. La primera vez en su vida que no ha sido penetrada por un miembro erecto y venoso, por uno de los más antiguos dominadores de distantes rincones. La primera vez que su cuerpo se elevó sin necesidad de métodos tradicionales. La primera vez que su orgasmo se misceláneo y sobre la arena inconstante creyó tocar el cielo.
                 ¡Muchas veces lo intentó! Deseó encontrar la palabra justa, la elemental, la precisa para describir lo que había experimentado en este eterno tiempo que deseaba atrapar por siempre. ¡Éxtasis! ¡La gloria! ¡Enajenación! ¡Corrimiento de tierra bajo sus nalgas! ¡Más, mucho más y no sería objetiva, porque pasada algunas horas, esta mujer de mirada extasiada, no había regresado de su dilatado viaje!  


Continuará.....................   
fOTOGRAFÍA: ara.