OCHO.
Vicente nos contó que la noche
referida fue algo más que especial. ¡Todos los elementos y factores
coincidieron para ser sublimes en las desplegadas horas de pasión! Llegaron al pequeño
apartamento (que más tarde comprobó que de pequeño poseía bien poco) en escasos minutos, porque Dolores pisó a fondo el acelerador. Entrando por la puerta Vicente comenzó a deshacerse de sus ropas para desnudar su anatomía ante la mujer que deseaba. Al mismo tiempo pensó que
lo mejor sería ayudar a su compañera en la labor, y así lo hizo. ¡Vicente
compartía la opinión de que los hechos son irrevocables, porque ir al grano es lo
fundamental en estas cuestiones! Esta razón le daba la fortaleza para no perder el mínimo tiempo a
la hora de desnudarse. ¡Si las prendas sobran, mejor están fuera del cuerpo!
Sus impulsos se detuvieron en el
salón. Dolores buscó el interruptor con la mano y dio la luz. Vicente se
abalanzó con todas sus energías sobre ella para no darle tregua y fue
directamente en busca de su cuello. La tomó de espaldas y no la soltó. Dolores
comenzó a desabotonarse la blusa mientras Vicente se apoderó de sus tetas con
agitación. Ella sin perder el tiempo liberó sus pechos para que Vicente
comprobara directamente la voluptuosidad de sus carnes. Él las tomó con ganas y
las sopesó intencionadamente. Con prisas y con algo de acierto los dos se fueron
liberando de sus prendas procurando no perder el equilibrio.
Vicente renunció por un
instante a las tetas de Dolores para redimirse de las ropas. Los zapatos
volaron en direcciones opuestas al igual que los calcetines. A su derecha un
fabuloso sofá contemplaba la escena de los amantes sin dar opinión. Vicente sin
pensarlo fue directamente en busca de su ayuda para terminar de sacarse los
pantalones. Mientras, Dolores con mayor destreza había renunciado a la mayoría
de su vestuario. Vicente luchaba con las patas de sus pantalones que se negaban
a salir por los pies. Dolores de un tirón lanzó al vuelo la prenda y fue en
busca de los calzoncillos de Vicente sin dar explicación. ¡Los tomó por cada
lado de la cintura y al dar el tirón, la verga de Vicente se interpuso en la
acción! Ella con su mano izquierda cogió la polla con determinación, y con la
derecha el calzoncillo endemoniado. ¡Zas! ¡Lo desapareció antes de terminar de
suspirar.
Vicente estaba sentado en el
sofá, y su pene erecto miraba con insistencia el techo de la casa. De pie dolores terminó por
desnudarse. Su prenda interior se unió con las demás. Hincó las rodillas en el
suelo y con firmeza trajo hacia su boca el pito espigado de Vicente, y sin hacer un comentario se lo tragó de golpe. ¡Cuando se es joven toda la sangre fluye desbocada
hacia el falo que se yergue con premeditación y alevosía al infinito!
CONTINUARA........................
Imágenes: ARA y MANDY.