viernes, 19 de julio de 2013

¡CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO!




CAPÍTULO LXXV

                  ¡Naturalmente que sí, la teta, con su inseparable pezón dialogó amplia y profundamente con la húmeda lengua que no hacía más que moverse de un lado para otro ante tal demostración de carnes al viento! La bacanal de las partes sensibles de cada uno de los cuerpos había comenzado a andar, y posiblemente nada ni nadie sería capaz de detenerla, porque los codos se llevaban demasiado bien con las axilas, los muslos con los pies, los hombros con las nalgas, los testículos con las entrometidas narices, las vulvas, las llamativas vulvas se paseaban por toda la arena dejando un rastro acuoso como el que engendra el caracol en su eterno viaje. Los profundos labios buscaron cualquier detalle, sin importarles las formas, ellos sencillamente deseaban besar, poseer al contrario y no dejarlo escapar por mucho que lo suplicase. Estos labios junto a los demás se entrelazaban en caricias profundas, en entregas más allá del límite y de lo correctamente permitido. ¿Quién dice que unos carnosos labios no son capaces de morder rincones insospechados? ¡Nadie lo puede afirmar, porque “nadie” no existe en esta paradisíaca cala!
                 Y entre la desaforada entrega de cada uno de los presentes, se encontraba nuestra desinhibida pareja, que llegó a este rincón con sus incoherentes demostraciones sexuales por toda la orilla. Él y ella, estaban alucinando ante tal improvisado espectáculo que se originó frente a sus ojos como un acto de magia sin precedente alguno. Por un momento se sintieron culpables, porque ellos fueron la llama que activó en cada uno de los presentes el deseo sexual, pero al mismo tiempo al contemplar la forma en que se prodigaban caricias y tocamientos unos con otros, su libido resurgió como un cristalino manantial dentro de un árido desierto. El joven con una mirada cómplice sugirió a ella que algo debían hacer, que con toda esta locura llevaban un buen tiempo como simples observadores, y debido a sus incontrolables impulsos y a su sed libidinosa, no debían quedarse al margen de los gratificantes hechos que se mostraban ante sus ojos.
__ ¿Nos unimos al grupo? –preguntó el joven a su amada.
__ ¡Me gustaría! –afirmó ella.
__ ¿Y que esperamos? –le contestó el amado.
__ ¡Nada, pero primero podemos disfrutar un poco más del espectáculo para ver hacia dónde se encamina! –dijo ella.
__ ¡Me parece bien! –contestó él.
__ ¡Al mismo tiempo puedes jugar con mi concha marina! –le suplicó ella.
__ ¡Me parece muy bien, pero primero toma entre tus manos a mi desesperado amigo que está cerca de exhalar dentro de tu enigmática concha! –declaró él sin el más mínimo rubor en el rostro.          
                
Continuará.....................   
fOTOGRAFÍA: ara.