lunes, 10 de septiembre de 2012

“LOS OBJETOS VOLUBLES”



¡LA MEJOR HORA PARA PROPORCIONARNOS UNA AUTO-SATISFACCIÓN!



(CAPÍTULO XIX)
                           
                En esta ocasión. Y por vez primera. La tímida y discreta secretaria irrumpió en “El infierno” con  un aura completamente heterogénea. Aunque su vestimenta seguía siendo del mismo corte y estilo, la discreta Lily deslumbró al conjunto de los comensales al poner el primer pie en el local de Juan. Durante todos estos años la insubstancial secretaria pasó desapercibida ante los ojos de los clientes y el personal de la conocida cafetería. Lily llegaba, pedía, consumía, y se marchaba como el agua entre las manos cada mañana a la misma hora.
__ ¡Buenos días a todos! –Y sus pasos se dirigieron con seguridad al mostrador para hacer el pedido.
                Siempre al entrar se sentaba en el mismo lugar. La mesa más apartada y oscura del recinto, y en riguroso silencio esperaba por el camarero que llegaba para tomarle el pedido. Esta vez no fue así, Lily penetró en la cafetería con un andar cautivador y atravesó el largo salón hasta llegar a la barra. Sobre la madera  dejó su bolso.
__ ¡Por favor Juan, me tomas el pedido! –Nunca antes se había dirigido a Juan personalmente, quizás a través de un camarero le envió las gracias después de desayunar, pero esta vez fue diferente.
__ ¡Lo que usted ordene señorita Lily! –Le contestó Juan tomando la nota.
__ ¡Espere, en esta ocasión el cuerpo me pide un desayuno diferente! –Para el personal de “El infierno” estas palabras sonaron en sus oídos como frases pecaminosas-- ¡También cambiare el pedido del almuerzo!
                Sin duda no parecía ser la misma. Su estricta dieta fue modificada de la noche a la mañana sin un porque. La indecisa secretaria brotó del capullo y se transformó en una radiante mariposa ansiosa por libar las mieles del infierno. Las manos de Juan templaban porque la mañana le estaba ahogando. Este día prometía sorpresas varias.
__ ¿Estás preparado Juan? – Se inclinó, y con toda intención dejó caer sus pechos sobre la pulida madera de la barra para tomar un palillo y llevarlo a su boca-- ¡Para el desayuno me gustaría tomar................! ¿Qué me recomiendas mi querido Juan?

                Juan no estaba en la disposición de recomendar nada. Sus ojos dejaron de ser proporcionales a sus órbitas. El escote de Lily le nubló los sentidos. ¿Cómo no se dio cuenta antes de la potencialidad carnal que desbordaba la secretaria de dulce voz? ¡Siempre Juan fue muy respetuoso con su clientela, y su profesionalidad estaba por encima de todo lo demás! ¿Por qué en esta ocasión su interés por determinadas cosas enervaron su sistema nervioso?  


Continuará..........................
Fotos: ARA y Mandy.