¡LA MEJOR HORA PARA PROPORCIONARNOS UNA AUTO-SATISFACCIÓN!
(CAPÍTULO XIX)
En esta ocasión. Y por vez
primera. La tímida y discreta secretaria irrumpió en “El infierno” con un aura completamente heterogénea. Aunque su
vestimenta seguía siendo del mismo corte y estilo, la discreta Lily
deslumbró al conjunto de los comensales al poner el primer pie en el local de
Juan. Durante todos estos años la insubstancial secretaria pasó desapercibida ante
los ojos de los clientes y el personal de la conocida cafetería. Lily llegaba,
pedía, consumía, y se marchaba como el agua entre las manos cada mañana a la
misma hora.
__ ¡Buenos días a todos! –Y
sus pasos se dirigieron con seguridad al mostrador para hacer el pedido.
Siempre al entrar se sentaba en el mismo lugar. La mesa más apartada y oscura del recinto, y en riguroso silencio
esperaba por el camarero que llegaba para tomarle el pedido. Esta vez no fue así,
Lily penetró en la cafetería con un andar cautivador y atravesó el largo salón
hasta llegar a la barra. Sobre la madera
dejó su bolso.
__ ¡Por favor Juan, me
tomas el pedido! –Nunca antes se había dirigido a Juan personalmente, quizás a
través de un camarero le envió las gracias después de desayunar, pero esta vez
fue diferente.
__ ¡Lo que usted ordene
señorita Lily! –Le contestó Juan tomando la nota.
__ ¡Espere, en esta ocasión
el cuerpo me pide un desayuno diferente! –Para el personal de “El infierno”
estas palabras sonaron en sus oídos como frases pecaminosas-- ¡También cambiare el pedido del almuerzo!
Sin duda no parecía ser la
misma. Su estricta dieta fue modificada de la noche a la mañana sin un porque. La
indecisa secretaria brotó del capullo y se transformó en una radiante mariposa ansiosa
por libar las mieles del infierno. Las manos de Juan templaban porque la mañana
le estaba ahogando. Este día prometía sorpresas varias.
__ ¿Estás preparado Juan?
– Se inclinó, y con toda intención dejó caer sus pechos sobre la pulida madera
de la barra para tomar un palillo y llevarlo a su boca-- ¡Para el desayuno me
gustaría tomar................! ¿Qué me recomiendas mi querido Juan?
Juan no estaba en la
disposición de recomendar nada. Sus ojos dejaron de ser proporcionales a sus órbitas.
El escote de Lily le nubló los sentidos. ¿Cómo no se dio cuenta antes de la
potencialidad carnal que desbordaba la secretaria de dulce voz? ¡Siempre Juan
fue muy respetuoso con su clientela, y su profesionalidad estaba por encima de
todo lo demás! ¿Por qué en esta ocasión su interés por determinadas cosas enervaron
su sistema nervioso?
Continuará..........................
Fotos: ARA y Mandy.
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