(CAPÍTULO
XLIII)
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¡Ahora me toca a mí! --confesó Diana entre susurro-- ¡Voy a comérmelo con la
mirada!
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¡…….! ¡…….! ¡…….! ¡…….! ¡Un……., poco más por favor! --Álvaro le suplicaba que
continuase por el rumbo que había tomado con anterioridad. Deseaba sentir la
boca de su amada reclamándole los pensamientos.
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¡Mis ojos serán testigos de este tiempo y mis expresiones acariciaran a este
hermoso vigía para que por su orificio expulse el jugo que tanto me embelesa!
Y lo tomó, y tanto que lo hizo.
El centinela falo de Álvaro quedó perplejo, atento a cada movimiento de Diana
que lo mantuvo en ascuas. Una guerra de mirada, un desafío de intenciones, un
relamer de motivos, de ojos, de pieles, de músculos, de venas, y como es de
suponer, de destilados salivares que estigmatizaron el litoral.
Una pequeña pausa. Necesaria.
La justa para humedecer el ambiente. Ella, lo abrigó. Él, no pudo más, y
mirándole fijamente a la cara le soltó sus pensamientos.
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¡Puedes hacer con él lo que quieras pero no lo abandones!
El ardiente amante continuaba
restregando su culo sobre la arena al compás del movimiento de su cadera.
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¡Lo besaré nuevamente, será el último baño, por ahora!
Y sin esperar a que su amado reaccionase,
se lo introdujo en la boca hasta llevarlo justo al término de su faringe.
Cuando lo tuvo en este espacio, cerró su boca, y sus labios con firmeza
aprisionaron al inquieto visitante que cual párvulo infante, no deseaba otra
cosa que jugar.
Esperó, Diana esperó, esperó con la
boca repleta de tentaciones a que su amplia garganta se colmase de saliva para
inundar al eterno compañero consolador de bajas pasiones.
¡La verga complaciente de su
traviesa vagina!
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¡¡Hunnm.......hunnm.......hummmm!! –reclamaba sin parar el encendido amante.
Cuando el dique llegó al máximo
de sus capacidades, ligeramente dilató los labios, y con un leve y constante
retroceso, fue exhumando de su boca el anchuroso pene de su amado.
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¡Hummmm……..,hunm……., está delicioso! –afirmó Diana.
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¿Qué……., haces? ¡No, no, no…….., por favor! ¡¡Espera, espera!!
¡¡...............!! ¡¡¡¡No, no……., te muevas!!!!
Álvaro paralizó cada una de
sus articulaciones, y su cuerpo quedó entumecido sobre la arena.
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¡¡Sí continúas……. así, llegará, a tu boca el diluvio universal!!
Diana lo obedeció y se detuvo.
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¡¡Así, eso es, no te muevas, sí……., creo que ha pasado!!
Los dos se mantuvieron
inmóviles, esperando el regreso de la sensatez
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¡Sí, ha pasado! –respiró aliviado Álvaro.
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¡¡Hunmmm.........................!!
Lo saboreó, y con sumo cuidado dejó
caer su mandíbula inferior, pero no lo liberó, lo mantuvo dentro de su boca.
Ahora deseaba sopesarlo, calibrarlo, calcular el valor adecuado que podría
tener la musculatura de su amado. Y lo consiguió, para ella, valía más que todo
el pasado junto, con los lamentos, las incertidumbres, y algunos buenos
recuerdos. Así pensaba Diana.
Sin darle oportunidad a una
nueva batalla, retiró sorpresivamente la cabeza, cayendo al vacío el amor de
sus entrepiernas. Y este, blandiendo, permaneció en el aire.
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¡Estuve muy cerca de libar tu néctar! –maliciosamente apuntó Diana.
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¡No continúes con esas expresiones que la tormenta aún puede retornar!
Álvaro inclinó su cuerpo para buscar
otra postura, pero también para distraer los impulsos malévolos que deseaban
escapar por la oquedad de su glande.
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¡Eres impresionante! ¡Siempre me sorprendes! –y llenó los pulmones de aire--
¡Te quiero decir……., que, sin ti no sabría vivir!
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¡Seguramente esto se lo has dicho a muchas chicas! –Diana buscó la mejor manera
de relajar tensiones, pero no pudo.
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¡Decir, decir! ¡Se pueden decir muchas cosas, pero sentirlas es otro concepto!
–El joven se había recuperado y sus impulsos retenidos afloraron nuevamente a
su conciencia-- ¡Cuando te digo que no sabría vivir sin ti, no me refiero
únicamente al sexo, hablo de la Diana ente, de la Diana ser, de la Diana
entrega, de la Diana fidelidad y respeto! ¡Todo esto eres para mí! ¡Eres mi
amor!
Los ojos de Diana se nublaron,
y una cascada de lágrimas se desprendió desde el comienzo de sus párpados
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¡No sé cuántas veces te he dicho que te amo! ¡En cada espacio de mi existencia
en la que tú estás, todo se me hace menos complicado! ¿Alguna vez te he
preguntado si quisieras envejecer conmigo?
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¡Muchas mi amor! --le contestó Diana con un nudo en la garganta.
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¿Cuántas veces?
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¡Las suficientes para seguir sabiendo que tú también seguirás a mi lado aunque
el destino nos sea adverso!
Fue entonces, sin esperarlo
ninguno de los dos, se tomaron de las manos
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¡Quiero saber qué se esconde después de este paso por la tierra, pero quiero
que tú me acompañes durante todo el viaje! ¿Estás dispuesto?
Diana lo miró fijamente, y los
dedos de las manos de ambos se envolvieron fuertemente.
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¡Sabes que sí! ¡Si lo deseas lo podemos esperar mirando el infinito en esta
hermosa playa! –le contestó Álvaro besándola en la mejilla.
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¡Como quieras! --respondió Diana, y, los dos, sonrieron, con el semblante fijo
en el horizonte. -- ¿Pero si uno de los dos se marcha primero?
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¿Por qué me haces esa pregunta? --Álvaro quedó desconcertado.
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¡Contéstame! ¿Si uno de los dos se marcha primero?
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¡No, siempre estaremos juntos! ¡No quiero responder esa pregunta -- afirmó
Álvaro con cierta confusión.
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¡Tú no eres dueño del destino! --expresó Diana mirándole a la cara.
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¡Tienes razón, pero un mismo deseo cuando lleva la fuerza de los involucrados,
si ellos lo desean, se hará realidad! ¡Yo quiero estar ahora, mañana, y
siempre, a tu lado! ¡Nada ni nadie nos podrá separar!
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¡Tengo miedo! --contestó Diana.
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¿A qué le temes? ¿A la muerte?
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¡A que nos dejemos de amar! ¡Esto que estamos sintiendo es tan intenso que me
da miedo que de repente explote en nuestros pechos! --sus dedos se aferraron
con fuerza a los dedos de Álvaro-- ¡Pude ser que mañana.............!
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¡Siiiii......! ¡Mañana no existe! ¡Lo que importa es que tenemos la eternidad
atrapada en nuestros cuerpos y si nuestras energías van encaminadas en una
misma dirección, será imposible su división! ¿Y sabes por qué? ¡Porque seremos
un sólo ser! ¡El tiempo, las tentaciones, la monotonía y, la misma distancia,
serán nuestras justificaciones para continuar amándonos!
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¡Gracias mi amor! ¡No sabes cuánto de amo!
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¿Sabes qué deseo ahora? --preguntó Álvaro con la mayor naturalidad posible.
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¡Me lo imagino! --y los ojos de Diana alcanzaron un brillo voluptuoso.
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¡.......................!
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¡Es lo que yo también deseo!
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¡.................¡ --Álvaro respondió con un movimiento afirmativo de su
cabeza.
Entonces, sin mediar un simple
ademán, sus bocas se fundieron en un perdurable beso.
CONTINUARÁ.........................................