PARTE 7.
El largo verano se mostraba con
sorpresas inesperadas que llegaron irrumpiendo la casa de los abuelos. ¡Dos sortilegios
de jóvenes dispuestas a no pasar un espacio de tiempo sin el juego de lo inesperado!
¡Eran capaces de testificar que la palabra monotonía no forma parte de sus convicciones!
Tatiana y Flavia, un regalo, que no podré pagar con todas las pasiones y sentimientos
que mi alma provoque a lo largo de mi vida. Flavia, la inteligencia calculadora de las
sensaciones carnales, que provoca hasta con un leve parpadeo de sus ojos; sabe
como extraer en las relaciones íntimas cada uno de los sentimientos dormidos. Tatiana,
un posible ángel caído que ha desarrollado desde todos los puntos anatómicos de
su cuerpo; delicada pero firme en sus propósitos. ¡Ahora cuando vuelvo la
mirada al pasado, es que soy consciente de lo afortunado que fui en ese preciso
verano!
Sobre la hamaca continuábamos
los tres. Si no recuerdo mal, esta fue la primera vez que sus cuerdas se
pusieron a prueba resistiendo tanto peso. Ahora es que reflexiono pensando que
nos pudimos caer estruendosamente al suelo, pero no sucedió. Fue un día
especial, el viento soplaba sobre el patio, y los árboles y cada una de las
plantas se movían a un ritmo lento y extremadamente dilatado. El pelo rojo y a
la altura de sus hombros, le cubría a Flavia toda la cara por el soplo de aíre
fresco que penetraba entre nuestros cuerpos. Tatiana llevaba una coleta que
recogía su negra y larga cabellera; pero aún así, sobre la frente algún mechón
rebelde hacía cosquillas en mi cara cada vez que me besaba.
La brisa que penetró en el jardín detuvo las
muestras de cariños que compartíamos mutuamente. Una corriente serena lo dejó
todo en calma. ¡Entonces nos miramos! Flavia se incorporó hasta quedar sentada
en la hamaca y miró a la distancia. El viento continuó por todo el prado hasta
perderse en la lejanía, a la altura en que los árboles son simples puntos en la
distancia, y las cosas dejan de ser lo que son; el límite entre la tierra y el
cielo. Flavia lo siguió con su mirada y no pudo ir más allá. Tatiana dejó caer
su cabeza sobre mi pecho, y comenzó a tararear una evocadora melodía. A media
voz permitió que el sonido escapara de su boca hasta tomar cuerpo en mis oídos.
¡Fue la sensación que me llegó sutilmente hasta alcanzar algunas de mis
primeras remembranzas! ¡Las que posiblemente estén en armonía con los recuerdos
de mi prima! ¡Viajé en los recuerdos hasta llegar al lugar en que estuve a
solas con mi prima! Éramos casi unos niños, pero sentimos una atracción mutua
que nos dejó impávidos, y no sabíamos por qué. Yo le pregunté.
__ ¿Tienes miedo?
__ ¡No, porque estoy
contigo! ¡Si me pasara algo tú cuidarías de mí! ¿Lo harías? –Me preguntó mi
prima.
__ ¡Claro que sí, eres
la prima preferida! ¡No repasará nada! –Se lo prometí-- ¡Nadie sabe dónde
estamos!
__ ¡No importa! –dijo muy
segura.
__ ¿Y si se hace de
noche cómo llegaremos?
__ ¡Con las migas de
pan! –Contestó.
__ ¡Como en el cuento
que nos leyó el abuelo!
__ ¡Claro tonto! ¡El único
problema es,............es que no puse las migas por el camino cuando veníamos
hacía aquí! ¡Ja,.........! –Y comenzó a reírse con una carcajada amplia e
ingenua.
__ ¡Ja, ja,............!
–Al final terminamos los dos rodando por el suelo de la pequeña casita del
bosque. ¡Entonces mi prima comenzó a tararear una melodía que la escuchaba por
primera vez!
PARTE 8.
__ ¿Me escuchas? ¡Creo
que estabas soñando despierto! –No quería despertar, pero las caricias de mi
prima me trajeron a la realidad.
__ ¡No, estaba pensando
en cuanto tiempo se quedaran en la casa de los abuelos!
__ ¿No hemos llegado y
ya estás pensando en cuando nos vamos?
__ ¡No, no, para nada! ¡No,
me has entendido mal! ¡Es que este tipo de sorpresa no se da todos los días! –Le
contesté a mi prima, pero mirando a Flavia-- ¡Espero que se vuelva a repetir!
__ ¡Nada se repite! –Dijo
Flavia.
__ ¡Nuestra intención es
combatir al aburrimiento! ¡Hemos venido para que formes parte de este ejército
que está en contra de la normalidad de los días que son todos iguales! ¿Quieres
ser parte del mismo? --Me preguntó mi prima-- ¿Si o si?
__ ¡Sí! –Le contesté
entre cortado.
__ ¡No te hemos
escuchado! –Gritaron las dos al mismo tiempo.
__ ¡Sí, si, si, si! ¡Si,
quiero ser parte de un ejército que me está volviendo loco y besa tan bien! –Mi
euforia se detuvo al comprender el significado de las palabras que solté sin
pensar.
__ ¡Tienes toda la razón!
--Flavia fue directo a mi boca y antes
de llegar se detuvo-- ¡Si eres un buen soldado, puede ser que en algún momento
tengas una medalla! ¡Esto es el comienzo, pronto vendrán las batallas, las
emboscadas, los atrincheramientos, el ataque, y todo lo que estemos dispuestos
a entregar por nuestro..............honor! ¿Estás de acuerdo?
__ ¡Estoy de acuerdo mi
generala! –Y sentí en mis labios la caliente y complaciente boca de Flavia que
no dio tregua en su ataque.
__ ¡¡Todos para uno, y
uno para todos!! –Afirmó Tatiana, que fue escalando desde mi pecho hasta
alcanzar mi labio inferior. Se aferró a el con los diente al mismo tiempo que
absorbía los alientos variados que flotaban sobre la hamaca.
Esto no detuvo a Flavia, y sin
decir absolutamente nada me tomó por el pelo para que no me fuera a escapar. ¡Esto disgregaba mis ansías amatorias convencionales! ¡No estaba dispuesto a
rendirme, y menos ahora que comenzaba los preliminares para la cruenta batalla!
¡Soy un soldado, sin experiencia, pero dispuesto a entregar el corazón y mi
cuerpo si fuera necesario, para que el enemigo no logré su propósito! ¡En las
batallas se demuestra el arrojo y la valentía!
¡Sin pensarlo, únicamente por
instinto, para no lamentarme en el intento, comencé a desabotonar la blusa de
la enigmática Flavia! ¡En el primer intento no me detuvo, es buena señal! ¡Continué
al segundo, al tercero, y al cuarto botón, y mis ojos enfocaron al lugar
deseado! Desde mi posición de franco tirador el punto de mira se centró en el
pecho izquierdo de Flavia, era el que tenía a mi alcance. No bastándome con
esto, cerré el ángulo visual, y fui directo al pezón voluptuoso y rosado que de
vez en cuando rozaba la tela de la blusa de Flavia. Sus pechos eran pequeños,
sinuosamente provocadores. Lo que en esa época llamaba “pechos de duendes”, por
la forma curva en la punta como los zapatos de los duendecillos traviesos. Un
volumen nada desbordados hacia las axilas, erectos, firmes, sin llegar a marcar
canalillo cuando se unen. En resumen, bellos pechos delirantes con enormes fresas
en sus puntas que no estaban dispuestas a permitir un ataque por sorpresa. ¡Los
pudiera comparar con espléndidos misiles-antiaéreos!
Continuará...............................
FOTOS: ARA Y MANDY.