domingo, 16 de diciembre de 2012

¡LA EXCITACIÓN!







PARTE 29.
                
                 ¡La sopa está demasiado caliente, pero no mucho más que mis sentidos! Flavia desde hacía algunos segundos absorbía con relativa pasión el caldo amarillento que flotaba en su plato. Entre sorbo y sorbo entornaba sus ojos y buscaba la mirada cómplice de Tatiana para entre las dos provocar mis impulsos y todo lo demás que pudiesen. ¡No sabía lo que se proponían, pero estaba dispuesto a ser todo oído y nervios para captar sus intenciones!
                 Me era demasiado incómodo continuar con el lenguaje de signos delante de los abuelos pero estaba en disposición de no renunciar a nada por estas mujeres que me estaban tornando demasiado imprudente. A mi izquierda pero de frente Flavia, y a su lado pero a mi derecha Tatiana, que estaba marcando el compás del tiempo con los dedos de sus pies entre la boca de mi pantalón corto y mi muslo. Ambas casi sincronizadas se llevaban la cuchara a la boca y sentía el líquido humeante como bajaba por sus gargantas sin medida.
                 El dedo más grueso del pie de Tatiana junto con el más largo abordó mis entrepiernas en dirección a las profundidades de mis partes púdicas. Sabía que podía esperar cualquier cosa si dejaba entrar parte de Tatiana en mi espacio; lo sabía pero me moría de ansias por conocer el desenlace de sus propósitos. Tatiana poseía buen pulso y dedos lo suficientemente independientes y entrenados para despejar el camino y continuar por rumbos escabrosos.
                 ¡Si por un instante hubiese sospechado que tendría una exploración de las partes bajas, con toda seguridad ahora estaría en la mesa sin ropa interior! Mucha habilidad hay que tener para apartar el calzoncillo y encontrar lo que se busca palpando entre arrugas. Y esta destreza o pericia, la poseía Tatiana sin ningún género de duda. Su pierna se abrió camino entre mis rodillas, pero para estar más segura y continuar el recorrido, dejó intervenir a un segundo pie. ¿Sería el de Flavia? No lo podía confirmar porque los abuelos lanzaban continuas preguntas y comentarios para que el convite fuese más ameno. Lo que menos deseaba era llamar la atención. Estaba muy a gusto entre mi plato de sopa y los agradables pies que habían alcanzado mis testículos. Un completo ejército de cálidos dedos se movían dentro de mi pantalón intentando encontrar razones suficientes para permanecer por tiempo indefinido en mi interior, y para provocar si los dejo, una deleitable guerra.


Continuará.............................
Fotos: ARA y Mandy.