lunes, 11 de junio de 2012

-- EN LA INTIMIDAD –


                          

                                                    -- 2 -- 

                En el primer capítulo le comentaba sobre la posibilidad de traspasar las paredes y la distancia para contemplar en completo anonimato la intimidad del vecino. ¡Es un hecho que todos deseamos y que en muchas ocasiones forma parte de nuestros sueños eróticos o morbosos! ¡Si, es verdad que me pueden decir que nunca soñaron sobre mirar al cuarto de baño o a la habitación que vemos desde nuestra guarida, está bien; pero sí estoy casi seguro, que lo han pensado en alguna ocasión! ¿No es verdad? ¡No me mientan! No es para nada un pecado. Nuestro cerebro está organizado para captar motivaciones de nuestro entorno. Cada día llegan a él imágenes que se archivan en la memoria para ser utilizadas en la menor oportunidad posible. La complicada maquinaria cerebral recibe impulsos nerviosos en forma de pequeñas descargas eléctricas que lo mantiene en forma. Esta dosis automatizada se complementa de forma conciente. ¡Nuestra labor sería el apoyo sensorial más especializado, por medio del voyeurismo intelectual!
                Este concepto de voyeurismo intelectual no se menciona en alta voz. ¡Al parecer observar por una rendija desde un lejano balcón, o desde una espesura a los cuerpos que se doran sobre la arena de una playa, o por la ventana entornada de un edificio multifamiliar con unos prismáticos, es de personas con sus cabales descontrolados! ¡Lo que pudiera rosar con la inmoralidad, es la intromisión en la intimidad de la persona que se observa, pero nada más! ¡ Entonces miremos a las que saben que las estamos mirando! Esta contemplación de un acto privado activa las neuronas del cerebro, y el corazón bombea la sangre a mayor fuerza por todas las venas y arterias de nuestro cuerpo. ¡Es un antídoto contra la arteria esclerosis! ¡Si queremos estar sanos de cuerpo y mente miren simplemente, no importa hacia dónde, miren a gusto con toda la intención del experto buscador de sensaciones ocultas! ¡El mirar produce un placer rejuvenecedor!
                Y el mirar va desde la admiración por la contemplación de los atributos del vecino o la vecina que por descuido dejaron la puerta del balcón abierta o la cortina del cuarto de baño sin cerrar, hasta la discusión acalorada entre un matrimonio que se echan en cara sus infidelidades más bajas. ¡Es contemplar que la intimidad genera acciones disímiles y que la nuestra puede ser muy parecida a la tuya, o a la de todos!¡Una cosa si es primordial y satisfactoria; el saber que solamente el vecino o la vecina, y nosotros, somos los únicos sabedores del secreto que existe entre el actor y el espectador!

Continuará........................