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En el primer capítulo le
comentaba sobre la posibilidad de traspasar las paredes y la distancia para
contemplar en completo anonimato la intimidad del vecino. ¡Es un hecho que
todos deseamos y que en muchas ocasiones forma parte de nuestros sueños eróticos o morbosos!
¡Si, es verdad que me pueden decir que nunca soñaron sobre mirar al cuarto de
baño o a la habitación que vemos desde nuestra guarida, está bien; pero sí estoy casi seguro,
que lo han pensado en alguna ocasión! ¿No es verdad? ¡No me mientan! No es para
nada un pecado. Nuestro cerebro está organizado para captar motivaciones de
nuestro entorno. Cada día llegan a él imágenes que se archivan en la memoria
para ser utilizadas en la menor oportunidad posible. La complicada maquinaria cerebral
recibe impulsos nerviosos en forma de pequeñas descargas eléctricas que lo
mantiene en forma. Esta dosis automatizada se complementa de forma conciente. ¡Nuestra
labor sería el apoyo sensorial más especializado, por medio del voyeurismo
intelectual!
Este concepto de voyeurismo intelectual
no se menciona en alta voz. ¡Al parecer observar por una rendija desde un
lejano balcón, o desde una espesura a los cuerpos que se doran sobre la arena
de una playa, o por la ventana entornada de un edificio multifamiliar con unos
prismáticos, es de personas con sus cabales descontrolados! ¡Lo que pudiera
rosar con la inmoralidad, es la intromisión en la intimidad de la persona que
se observa, pero nada más! ¡ Entonces miremos a las que saben que las estamos mirando! Esta contemplación de un acto privado activa las
neuronas del cerebro, y el corazón bombea la sangre a mayor fuerza por todas
las venas y arterias de nuestro cuerpo. ¡Es un antídoto contra la arteria esclerosis!
¡Si queremos estar sanos de cuerpo y mente miren simplemente, no importa hacia
dónde, miren a gusto con toda la intención del experto buscador de sensaciones ocultas! ¡El mirar produce un placer rejuvenecedor!
Y el mirar va desde la admiración
por la contemplación de los atributos del vecino o la vecina que por descuido
dejaron la puerta del balcón abierta o la cortina del cuarto de baño sin
cerrar, hasta la discusión acalorada entre un matrimonio que se echan en cara
sus infidelidades más bajas. ¡Es contemplar que la intimidad genera acciones disímiles y
que la nuestra puede ser muy parecida a la tuya, o a la de todos!¡Una cosa si
es primordial y satisfactoria; el saber que solamente el vecino o la vecina, y nosotros, somos
los únicos sabedores del secreto que existe entre el actor y el espectador!
Continuará........................
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