viernes, 5 de septiembre de 2014

¡CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO!




(CAPÍTULO XXV)

                ¡El joven delirante quiso hacer una prueba! Dejó al descubierto su pene vibrante para comprobar hasta dónde estaba dispuesto a llegar con su osadía. Lo sostuvo en su amplia mano para contemplar su aspecto y  de esta manera comprobar si continuaba firme en su propósito. ¡De forma intermitente el semen continuaba fluyendo con el menor esfuerzo! Cerró la mano y lo sostuvo con fuerza para detener el goteo continuo, pero fue insuficiente, porque el espeso líquido no sólo no dejó de brotar, sino que bañó sus dedos sin ningún reparo y con esplendidez. Cada gota se transformaba en una contracción de ardor que brotaba de sus entrañas cada vez que miraba a la joven con las piernas dispersas y los senos perdidos al vacío entre la ventana y la arena de la playa. La disfrutaba con todos los sentidos, porque el olfato mimado se desquició de tanto placer, y pidió ayuda desesperadamente. ¡Alguna gota perdida se deslizó por sus nalgas hasta mezclarse con su selecto vello púbico en dirección al sonrosado orificio vaginal que lo miraba con prorrogados parpadeos!
                ¡Ella frotaba sus pechos en el marco, y olfateaba el mar que jugaba con los dos amantes perdidos en su intransigencia de no volver a la normalidad!
                 Cada uno viajaba extasiado en su vivencia y regresaba para conducir a su pareja por senderos no explorados. La joven se enfadó por la huida del pene de su vagina, y en un principio quiso una explicación, pero al ver al joven frente a ella, sosteniendo en la mano su virilidad, le produjo un placer inconfesado. ¡Estaba rígido y esplendido, con todas las venas brotando de su escasa piel! --¡Es una hermosura! ¡Dámelo!-- Se lo pidió al joven en una especie de súplica, pero su paciencia fue inexistente. Y sin esperar respuesta lo tomó. Sólo entonces se dio cuenta que en la mano del chico había esperma. --¡La voy a saborear, y me la tragaré toda! ¿No sé si comenzar por la mano o tu verga?-- Dos segundos fueron suficientes para pensárselo. Sosteniendo con seguridad el pene, guió al joven hasta el ventanal, y lo obligó a sentarse sobre él. ¡Se alzó a horcajadas sobre el chico y sin pedir ayuda, se llevó el falo flamante a su vagina dilatada que esperaba anhelante al vomitador de encantos nada prohibidos!
__ ¡Ahora no te escaparás! ¡Te voy retener en contra de tu voluntad y no dejaré que escapes al menos por esta noche!
                 Pero no fue suficiente para conformarse con esta acción. ¡Más y más deseaba!
                  Él acomodó su culo sobre la madera del ventanal, he inclinó la pelvis para que absolutamente todo penetrase de lleno y hasta el final, y si se podía, algo más. Ella tomó su mano y la puso ante su cara. Entre dedo y dedo paseó su lengua sedienta, a la vez que cabalgaba sin rumbo sobre su amante. Más que beber se mojaba los labios, la cara, y las mejillas con el flujo milagroso.
__ ¡Ahora me toca a mí derramar los fluidos de mi interior! ¡Voy en busca de una contracción precisa, nunca antes experimentada!

                 No dijo nada más, y comenzó la carrera a lo desconocido.