jueves, 21 de marzo de 2013

EN LA INTIMIDAD


                                                   

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__ ¡Por esta razón y no por otra había pensado en usted! ¡Necesitamos su ayuda señor Mariano! ¡Usted bien sabe el poder que tiene la prensa, y para sacar adelante un proyecto nada mejor que esta vía que llega a la poderosa mayoría! –Esperaba una respuesta positiva por parte de mi vecino.
__ ¿Qué es lo que desea en realidad de mí? –Me preguntó con cierto aire de importancia.
__ ¡Queremos de usted primeramente su opinión profesional respecto al proyecto, y si puede, y está en sus manos, que nos ayude de alguna manera a que nuestro propósito se haga realidad! ¿Qué me dice vecino? –Esperaba de Mariano cualquier cosa.
__¡…………….! –Se lo pensó como todo un profesional en la materia de la información-- ¡Acepto! ¿A qué hora estoy en su casa?
__ ¿Pues a las, a las, a las ocho le parece bien? ¡Sí, el sábado a las ocho! –Le dije para salir del paso.
__ ¡Allí estaré! ¡Hasta el fin de semana vecino! –Me dijo y continuó su camino hacia el edificio.
__ ¡Hasta pronto señor Mariano! –Le contesté viéndolo alejarse con su caminar cansado.
                 La maquinaria se había puesto en marcha, y antes del fin de semana debía tener en mis manos un proyecto, una fiesta, y varios invitados para ambientar el escenario en el que involucraría a mi vecino Mariano. Desde mi posición de “mirador unificador” había comenzado mi labor. Desde este momento estaba en contacto con uno de los integrantes del núcleo familiar seleccionado por mí. Por un momento pensé en concentrarme únicamente en el marido, pero pensándolo mejor, podía formar una cadena indirecta para que se produjese una serie de acontecimientos que de manera causal desemboque en el objetivo señalado. Por un lado tengo a este cabeza de familia que hasta donde yo domino experimenta sensaciones con el transformismo, pero nada más puedo afirmar o negar.
                 De esta manera mi próxima persona objeto del miramiento terapéutico será la mujer, la esposa de Mariano, y la observaré, o continuaré observándola para tener una referencia directa antes del encuentro del fin de semana, y si es necesario o posible, la incluiré en el proyecto de este fin de semana invitándola al mismo. Asunción, que es como se hace llamar la mujer de Mariano, mi vecina, es una respetada señora de unos cuarenta y algo de edad, posiblemente pasado los cuarenta y cinco años, pero no lo puedo afirmar rotundamente porque por la apariencia externa le pondría algunos años más.
                   Digo respetada por su manera de vestir, su aptitud ante la sociedad y ante su propia persona en la intimidad. Hasta el momento no la he observado en una “posición” desencajada para sus principios éticos-religiosos. Asunción asiste a misa cada domingo y se comporta como una fiel defensora de los principios cristianos, que no deja un ápice a los pensamientos espontáneos o alegres, por llamarlos de una manera lisonjera para el círculo en que se mueve la mujer de Mariano. Esta respetada señora por lo que he apreciado, jamás se ha desnudado ante el espejo de su habitación. Posiblemente piense que observar directamente su cuerpo es pecado, pero sin embargo la señora Asunción, porque la he observado en más de una ocasión, se auto-complace con presteza y elegancia, pero nada de posiciones desencajadas o impropias para una respetada señora. Cuando nadie la ve se masturba, siendo testigo de su formal adicción Dios, y por supuesto yo.   
               
Continuará...........................
fotos: ara.