martes, 24 de julio de 2012

¡VICENTE Y LA ADOLESCENCIA!



CUATRO.

                En mi época a los hombres que mantenían la piel del prepucio intacta se les llamaba "caballero cubierto", porque no se dejaba al desnudo la cabeza del pene. Al nacer, los padres eliminaban el frenillo de sus hijos varones con una intervención menor, si era verdaderamente necesaria. Muchas veces con el masaje diario antes del baño, la cabecita del pene veía la luz. En los casos más difíciles, o por descuido de los mismos padres, al llegar a la mayoría de edad la piel no alcanzaba la elasticidad necesaria y comenzaban los problemas higiénicos y sexuales. Nuestro amigo Vicente era un caballero oculto hasta que nos enteramos por su propia boca.
                Un fin de semana llegó con la noticia que se había operado. Ocho puntos le dieron hasta eliminar el frenillo. ¡Según él, su pito los necesitaba por su tamaño prolongado! Así su pene quedó de baja por dos largas semanas. ¿Todo este tiempo fornicó con la cabeza cubierta o nos engañó cuando se refería a sus relaciones? No es que nosotros fuéramos vírgenes, es que hasta ahora, las esporádicas relaciones que mantuvimos, no llegaron a ser plenas en toda su extensión. En la mayoría de las ocasiones, que no eran muchas, eyaculábamos entre las piernas de las chicas sin llegar a una penetración; o simplemente apoyados a uno de los labios externos de su vagina pensando que conquistábamos el paraíso. Del grupo todos habíamos sido operados en la niñez. Poseíamos unos penes elásticos y perfectos, en espera de una relación prolongada que no terminara después de algunos minutos desastrosos. 
                Esto fue solamente el comienzo, pronto descubrimos que las relaciones sexuales pueden llegar a ser dilatadas durante toda la noche, y mucho más si los involucrados en el acto se lo proponen. Entonces supimos que Vicente pudo tener relaciones intimas, pero no de la forma intensa y animal que nos contaba. ¡Ahora Vicente podía afirmar que estaba dispuesto a enfrentarse a la batalla con todas las armas disponibles! El caballero se había descubierto.
                La noche del sábado a la que me refiero, comenzó con una fiesta formidable en casa de un primo de uno de los amigos del grupo. Vicente llegó como siempre, con su camiseta negra ceñida al cuerpo, y esparciendo sus hormonas masculinas por todo el salón, donde las féminas esperaban para ser sacadas a bailar. Ninguno de los presentes llegábamos a la edad de veinte años. Vicente si no recuerdo mal, había cumplido los dieciséis o diecisiete años. Nosotros uno más o uno menos. Todos pretendíamos ser mayores de veinte años en las noches inesperadas de cada fin de semana. Al menos, siempre regresábamos a casa con un beso que guardábamos por tiempo indefinido en nuestros labios.
                Este sábado que les comento, en una de la esquinas del salón, una llamativa chica se aburría con un vaso en la mano. La joven parecía ajena a la habitación. Posiblemente su pensamiento se encontraba algo más que distante. Nuestro amigo Vicente, fue el primero en percatarse de la presencia de la chica de pelo largo hasta la cintura. Una cabellera lacia. En estas fiestas la luz se descartaba para que las parejas intimaran hasta desbordar su imaginación. Al principio no se distinguía absolutamente nada, pero poco a poco la visión se adaptaba y nos transformábamos en una especie de topos videntes. Sin llegar a ver los detalles, las líneas corporales de las jóvenes, se metían en nuestros ojos y nos distorsionaba el pensamiento. ¡Qué curvas más sinuosas penetraron en mi retina!
                Vicente no perdió tiempo, y nos dijo que la conquistaría hasta llevarla a la cama, o a un parque.
__ ¡Un momento! ¡Estás recién operado! –Le dije como un amigo le hablaría a otro consiente de su dificultad.
__ ¡Es verdad! –Afirmaron los demás-- ¡Estás operado y no puedes tener relación íntima.
__ ¡Es igual, en algún momento tendré que utilizarlo! –Habló Vicente.
__ ¡Debes esperar los días que te dijo el médico! –Con mi sabiduría le comenté.
__ ¡Sí, es verdad! –Me apoyaron los demás-- ¡Nada de chiquichiqui....!
__ ¡Veré lo que se hace cuando llegue el momento! –Fueron las palabras de Vicente.
__ ¡Los puntos! ¡Eso, los puntos se pueden soltar! –Se lo afirmé con seguridad.
__ ¡Sí, los puntos! –Respondió el coro-- ¡Puedes perder el pito en el intento!
__ ¡Qué tontadas dicen! ¡Aún no he hablado con la chica y miren todas bobadas que se les ocurren! ¿No será que quieren que les deje el camino libre para...........? ¡Eso es! ¡Pues no! ¡Voy hablar con ella!
                Y sin decir nada más, se marchó Vicente hacía la esquina del salón. Llegó por detrás y se presentó.
__ ¡Hola! ¡Soy Vicente!

Continuará....................................................