NUEVE.
Vicente sintió su pene cabrío
dentro de la boca de Dolores que se agitaba por succionarlo una y otra vez. Los
labios húmedos formaron un círculo perfecto para que pudiera entrar y salir a gusto
de Vicente. Su miembro se deslizaba con atrevimiento dentro de la boca de
Dolores hasta tocarle la campanilla. Al salir, lo aprisionaba con los
dientes mientras le miraba con lujuria. ¡Ella sabía lo que hacía! ¡Vicente
estuvo a punto de eyacular dentro de la boca de Dolores, pero aguantó al
recordar los puntos de sutura! ¡Hasta ahora el dolor no entraba en sus planes!
Sin dudas Dolores poseía
experiencias varias en el arte amatorio. La forma de tomar el pene, de
colocarlo en su boca, de lamerlo y disfrutarlo hasta tensarlo al límite, estaba por encima de lo que se entiende por
normal. Una mujer si lo desea utiliza sus armas para conquistar a su amado, y
en este caso Dolores mostró ante los ojos de Vicente los conocimientos
adquiridos durante años; porque todo este despliegue no puede ser fruto de la
improvisación.
El alucinado Vicente que había
tomado la iniciativa al entrar por la puerta, ahora yacía desnudo sobre el sofá
mientras le practicaban un masaje extensivo a su pene. ¡Él disfrutaba del
momento, y deseaba que no terminara nunca! Cuando estaba más a gusto Dolores
se detuvo y le dijo que necesitaba beber agua. Se levantó y fue dando saltos a
la cocina con todos los atributos expuestos y visibles a las miradas lascivas de nuestro amigo.
¡En pocos minutos Vicente disfrutaría de la primera mujer de su vida! Antes que
llegara Dolores a su vida, las demás fueron simples niñas sin conocimiento profundo del
sexo.
Pasado unos minutos no pudo esperar más y fue en
busca de su amada. Pasó por una de las habitaciones y no estaba. Atravesó la cocina y
tampoco. Al final del pasillo vio una luz que se escapaba por una puerta
entre abierta. Al llegar escuchó un sonido conocido. Dolores estaba sentada en
el Waters con las piernas abiertas, y de su portentosa vagina un choro
continuado fluía al exterior. Esto le produjo a Vicente un placer inconfesado,
y sintió que la piel de su pene era sumamente escasa. ¡Miró a Dolores con
intensidad y comprendió que le faltaba mucho por conocer de la verdadera anatomía
de la mujer! Nunca antes había contemplado una hermosura haciendo pis, y mucho
menos una vagina mostrando su verdadero carácter. Era interminable el líquido
que se escapaba de su interior, como interminable el laberinto de su vulva que
se perdía en las profundidades de sus
piernas. Estaba dispuesto a tomarla y dejar que su orina bañara su cuerpo.
__ ¡Vienes o te vas a quedar toda la
noche “parado” en la puerta! –Le dijo Dolores a la vez que alisaba su pelo con
las manos.
Continuará.........................
Fotografías: ARA Y MANDY.