lunes, 13 de mayo de 2013

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?




CAPÍTULO LXXII
                 La mano, las manos, y los respectivos dedos con ocultas habilidades instructoras, conquistaron sin ningún recelo la parte más elevada de las entrepiernas de la dilatada mujer. Las dos últimas manos, y sobre todo la derecha, la que hizo que remontase el infinito para ver y sentir cosas que normalmente no hubiese experimentado en un estado cotidiano de complacencia, la liberaron de su falta de oxígeno, y propicio que sus pulmones se expandiesen a la altura de su vulva para percibir la suavidad de sus partes más íntimas. Esta cuantiosa y poderosa mano la despejó de sus dudas, la moldeo a su gusto y semejanza, la perfiló en sus contornos, y más que acariciarla la acunó por las zonas pensadas y deseadas pero calladas, calladas para que la extensa piel no celase de los favores especiales que estaba recibiendo algunas partes púdicas de la mujer.
                Cuando las demás manos aleatorias fueron conscientes que la protagónica mano estaba causando estragos placenteros en el cuerpo de la mujer, se deslizaron deseosas por el vientre, los muslos, y las nalgas de la agonizante que a estas alturas no sabía muy bien dónde colocar sus pupilas  que corrían de un lado a otro sin encontrar acomodo. En pocos segundos, en un tiempo inesperado para estos tiempos, una lluvia de manos confeccionaron para sorpresa de la mujer y de los demás integrantes de la cala, una delicada prenda compuesta por pieles, nervios, huesos, fluidos, arterias, y todo lo posiblemente sensible y sensorial para dejar inconsciente  pero vestido, el sexo de la exhausta mujer de ojos perdidos.
                 Una mano llegó hasta el comienzo de su orificio esplendoroso que palpitaba de éxtasis, y una segunda mano, continuó por la parte posterior en que el diseño de una abertura se bifurcaba en otra. La mano vaginal confrontó su experiencia con la mano anal, y al verse frente a frente una con la otra, primeramente se saludaron como corresponde entre manos ampliamente sociables, y seguidamente intercambiaron impresiones vividas en regiones ajenas pero al mismo tiempo común para el común de los mortales.
__ ¡He visitado unos pliegues desorbitados que me dejaron abrumados de delectación! –le dijo la mano-anal.
__ ¡Y yo he conseguido penetrar por un risco húmedo con paredes volubles que relajaron mis puntos sensibles!
                 Le contestó la mano-vaginal que no se detuvo más tiempo en explicaciones innecesarias porque se notaba que llevaba demasiada prisa.    
Continuará.....................   
fOTOGRAFÍA: ara.