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Es sencillo. En
la mayoría de los casos al ser vecinos, podemos justificar el primer encuentro
como una coincidencia del destino o simple casualidad. ¡Lo importante es que la
familia seleccionada para el experimento no tenga la más mínima sospecha del
plan que hemos trazado para mejorar su vida íntima! Cuando los detalles se
hayan asimilado y el plan condicionado, iremos hacia el exponente más débil de
la cadena familiar.
Un paso
importante es pisar cuanto antes el escenario que hemos observado durante todo
este tiempo. Esto nos dará una visión realmente concreta del problema. ¡No es
lo mismo tomar nota en la distancia, que sentirse protagonista de la intimidad
de los demás! ¡Ojo! ¡Es importante!
El primer
encuentro para entrar de lleno en el asunto puede llegar desde la calle. Se
aborda al padre o a la madre, a la abuela, al tío, a la hermana o su marido. ¡Cualquier
miembro activo que anteriormente hayamos observado! Recuerden que nosotros
tenemos una amplia ventaja sobre ellos; desde hace algún tiempo les venimos observando.
Sabemos cómo se
comportan cuando están solos. Sus inclinaciones de toda índole. Los
comportamientos confesables y pecaminosos, las iras y las bondades del alma y
del cuerpo. ¡No hay nada más bello que contemplar un ser humano cuando piensa
que está en absoluta soledad! Estos instantes son únicos para el osado
observador.
¡Si observamos a
un hombre que llega a su casa cansado después del trabajo, y le comenta a su
esposa que necesita una ducha urgente porque no puede con su maltrecho cuerpo, estaríamos
delante de una situación doméstica estereotipada; pero si paradójicamente este
hombre se introduce en el baño y comienza una transformación bestial desde todos los ángulos posibles, estaremos ante un caso que necesita la presencia directa del
observador en su entorno diario!
Continuará...........................
Fotos: ARA