miércoles, 9 de enero de 2013

"VICENTE Y LA ADOLESCENCIA"






VEINTIDÓS.
                 Los amantes se entregaron a la complacencia que le producía un simple e inofensivo dedo acusador. Los ojos cerrados, los cuerpos laboriosos, y el estrecho túnel agradecido ante tan curioso visitante, levantaron la temperatura en la habitación. Esta unión no les bastó y decidieron fusionar sus labios profundamente en un interminable beso con variados elementos. Abrieron sus bocas para que las lenguas al igual que sus dedos, intercambiasen posiciones y reconociesen la morada del antónimo. La lengua de Vicente irrumpió de lleno en la de Dolores buscando con la punta nuevas sensaciones que lo hiciesen vibrar; la de Dolores no fue por el centro y decidió hacer un recorrido por los flancos hasta llegar a la campanilla de nuestro amigo; sin ninguna prisa, pero con resolución.
                 Nuestro amigo en algunos instantes intentó girar la cadera para que el dedo de Dolores saliese de su interior, pero lo hizo nada más cuando su conciencia se sintió juiciosa, porque unos segundos más tarde le llegaba la amnesia y permitía todo a su amada; entonces acomodaba la espalda a la cama para no dejar ningún espacio libre entre ambos cuerpos. --¡Si no lo cuento no saldrá de estas cuatro paredes!-- Pensaba Vicente, pero pasados unos días no le importó describir su intimidad porque Dolores lo llevó de la mano (o del dedo) a conocer el paraíso. Cada detalle nos lo contó con sólidos argumentos y expresivas imágenes gestuales. El milagroso dedo de Dolores fue simplemente el comienzo porque le intervino cada centímetro de piel, y le exploró cada rincón de su ser por muy inhóspito que este fuese. Nuestro conquistado amigo Vicente no se mantuvo ajeno y apartado ante la avalancha de caricias y fullerías que le propinó  la experimentada Dolores, no; viajó y recorrió con todos sus complementos por la ondulada anatomía de la mujer que lo transportó por esferas insospechadas. Dolores le dijo mirándole a la cara.  – ¡Hacer el amor no significa introducir, percutir, y verter; la palabra hacer, conlleva muchas acepciones, y amor, implica demasiadas emociones; pero las dos unidas, juntas, “hacer el amor”, está fuera del alcance de simples mortales!—Estas conjeturas de su amada al mismo tiempo que le explora el ano con su dedo y la lengua profundiza en cada pieza dental, deja al nobel de Vicente con las defensas sin amparo.
                 El poco tiempo  y las escasas palabras que ha compartido con Dolores le han sido suficientes para improvisar la inmediata situación que se le viene en cada momento. Vicente estaba decidido a continuar con su dedo en el ano de Dolores al mismo tiempo que su lengua en el interior de la boca. Dos acciones que hasta ahora no había logrado alcanzar, y mucho menos al mismo tiempo. ¡Lengua y dedo!  
     
    Continuará....................................................  
foto Grafía: ara.