--
9 –
La ciudad se mantiene
despierta y por sus calles merodea la tentación vestida de continuidad. Voy
calle abajo y no tengo ningún orden establecido para provocar mí no-acción.
¿Cómo puedo incitar el apetito si no pienso llegar a una culminación?
¡Verdaderamente ni yo mismo lo sé pero lo intentaré! Lo primero que haré es una
preparación de mis sentidos para estar disponible si se presenta el momento.
Soy consciente que la oportunidad no llega de manera directa, y el saber discernir
entre una coyuntura o un mal entendido es importante, porque no hay más que un
paso entre ambas. De este modo llegaré al primer sitio que me encuentre y
dejaré que los hechos se vayan desarrollando con suma normalidad.
Los mejores espacios se encuentran
donde hay una concentración de personas, porque si una situación no funciona podremos
recurrir a otra, pero no todos los lugares valen de igual manera, es necesario
una cierta tranquilidad, paz, o armonía; no lo sé pero lo primero que me vino a
la cabeza fue el cementerio y la iglesia, no, no, es sólo un pensamiento, aunque
me gustaría experimentar en estos sitios.
¡Veo un comercio a mi izquierda, y creo
que voy a entrar en él!
Es un establecimiento como
otro cualquiera habilitado para la venta de alimentos. Una tienda, autoservicio,
mercado, bodega, o como se le quiera llamar. Las secciones que están atendidas
directamente por un personal son la frutería, carnicería, y la pescadería,
porque los demás alimentos están dispuestos en sus correspondientes estanterías
para que los clientes tomen directamente el deseado. Hay varios pasillos, creo
que tomaré el del centro. En realidad no entré para comprar un artículo, mi objetivo
es sabido, así que me encuentro algo perdido entre tantos productos que en
estos momentos no me interesan, pero debo hacer creer que mi intención es adquirir
uno o varios.
Pasaba de un pasillo a otro
mirando más bien las caras de los clientes, intentando que se produjese algún
contacto, pero por varios motivos no se concretaba mi propósito. Yo en realidad
intento provocar un encuentro con una persona del sexo contrario, con un margen
de edad abundante, pero entre los veinte y tantos, a los cuarenta y tantos, ni
muy muy, ni tan tan, lo que llamo una joven madura. Respecto al físico no tengo
parámetros o reglas, busco en cada persona la magia, algún íntimo secreto que
me descontrole la mirada y me erecte los bellos del cuerpo, esto es mucho más difícil
de encontrar que una hermosa morena, una grácil rubia, o una pelirroja descendiente
de antiguos Vikingos. La fascinación es un don que no todos lo saben elevar a
la categoría de arte. ¡Con esta fundamental cualidad deseo encontrar a mi
joven-madura! El color de su pelo, las dimensiones de su pecho, su estatura, la
armonía en su rostro, o cualquier detalle en referencia a su físico, no las
valoro por encima del embelesador hechizo.
Al torcer a mi derecha para
cambiar de pasillo, me golpee de frente con una estantería que por descuido mío
no había visualizado. ¡Un poco más y lanzo al suelo los botes de conservas que
conformaban una curiosa pirámide para llamar la atención de los consumidores!
__
¿Caballero está usted bien? –una voz me habló.
__
¡Sí estoy………..bien, muy bien, gracias!
Delante de mí una joven
vestida con el uniforme del comercio intentó socorrerme.
Continuará............................
fOTOS:ara.