lunes, 25 de febrero de 2013

AVISO-AVISO


"Confesiones desde el tálamo"


 pasará al blog   ABUELANENA-ARA.BLOGSPOT.COM.

GRACIAS POR LAS MOLESTIAS OCASIONADAS.      

                                                                                     
                                                                                          RamirezNena+

CAPÍTULO 15


                                                    

                                      "EL HOMBRE DE LAS TRES R"
                                                         -- 15 --      
                 Cinco escenificaciones. Cinco posibilidades para que los espectadores se decidan por una. Esto solamente en la primera parte, porque como me anunció el camarero, vendrían cinco más en el segundo acto. En total diez representaciones teatrales para decidirnos por una. El selecto grupo de espectadores tendrá una amplia y variada gama de oportunidades para fomentar sus ocultas y prohibitivas fantasías. Por mi parte no me queda otra; entré por mis pies en este local y ellos serán los que me saquen del mismo, pero esta vez cuando mi cabeza lo decida. La curiosidad mató al gato, y por encima de todo deseo continuar. Estoy en una situación especial, provocadora, sutil, delicada, pero cautivadora; al menos para mí que vivo de las apariencias de los demás. Soy Raymond Rodney Rose y por casualidad del destino estoy en el sitio indicado para elevar mis delirios a un nivel artístico. Permaneceré en esta apartada mesa y con toda seguridad al final de la noche sacaré provecho de la misma. 
                 En parte la columna que tengo ante mí es benefactora. Estoy en un ángulo estratégico que no me compromete con los que vitorean en el centro ni con los que están a los lados del salón. Yo no pertenezco a ningún grupo definido, aunque soy consciente que cada uno de los subgrupo se complementa irreflexivamente. Veo la escena del urinario y la del quirófano como un exponente de esta ininteligible sociedad que intenta pasar por lúcida, pero que se sumerge en las profundidades de lo inexplicable y encuentra por algún motivo placer en ello. Nada es perfecto, nada es éticamente correcto, todo está dominado por las contradicciones que llevamos en nuestro interior. Esto lo aprendí con mis tíos desde pequeño. En la isla se produjo en mí un cambio que fomentó lo que llamo “visión inconsciente” que manipulo en el día a día. En mis escritos dejaré documentado por si en algo es ventajoso, las razones que me llevaron a esta conclusión y a mis extensos experimentos a lo largo de esta vida.
                  ¡Es hora de hacer silencio! ¡No debo perder el más mínimo detalle de lo que sucederá ante mis ojos! Veo el escenario que está exquisitamente distribuido en partes iguales, para que cada representación tenga el protagonismo necesario y que la acción fluya de manera orgánica. El grupo de la carnicería se puso en alerta al percibir la intensa luz sobre un enorme trozo de carne que se balancea de un lado a otro del escenario colgando de un gancho. No puedo describir la emoción o el sentimiento con que estos aduladores se entregan al contemplar el balanceo de la misma. La escena es realista desde cualquier punto de vista. La pieza goteaba sangre y los carniceros la despiezan con maestría. 

Continuará.................
Diseño gráfico: Mandy Bluee.     

CAPÍTULO 10-11-12-13-14


                                 
                      
                             "EL HOMBRE DE LAS TRES R"
                                                     -- 10 --
                El camarero llegó presto con la bandeja. Puso sobre la mesa la flamante copa de Bloody Mery y un plato con una cantidad respetable de servilletas de color rojo. ¡Esta tonalidad era la que imperaba en todo el recinto!
__ ¡Aquí tiene caballero! –Dejó la copa  justo a mi lado y el plato junto al teléfono-- ¿Desea algo más el caballero?
__ ¡No gracias! –Le contesté sin pensar.
__ ¡Entonces le deseo nuevamente una larga noche! –El camarero del traje de color negro hizo una reverencia y me dio la espalda para marcharse.
__ ¡Espere! –Lo detuve a tiempo-- ¡Hace algunos años que estuve aquí, pero me tomé algunas copas y me marche! –Mis palabras se agolpaban en mi boca y no encontraban un sentido lógico para ser expresadas-- ¡En aquella ocasión no recuerdo haber utilizado ninguna lista!
__ ¿La ocasión que me cuenta fue su primera vez caballero? –El camarero del traje color negro era un hombre que no se andaba con rodeos.
__ ¡En realidad estuve,...........si era mi primera vez! –Había entrado en un juego de expresiones del cual no sabía cómo salir.
__ ¿Me dice toda la verdad caballero? –La pregunta del camarero llevaba doble intención.
__ ¡No! ¡Para decir verdad esta es mi primera vez! –No podía continuar mintiendo-- ¡La única verdad es que busco a una dama que al parecer entró en este local. No estoy del todo seguro, pero en esto si puedo apostar que las probabilidades de equivocación son mínimas!
__ ¿Por qué lo dice caballero?
__ ¡Tengo un sentido poco común que guía mis pasos al lugar exacto! –Le contesté con seguridad-- ¿Ha visto a una dama de cabellera abundante a la altura de los hombros y con un vestido moldeado para su figura?
__ ¡Esta noche he visto a muchas damas! –Me contestó el lánguido camarero.
__ ¡Creo que andaba buscando un remanso de paz y la seguí! ¡Puede ser que esté en alguna de estas mesas!
__ ¡Este es el lugar ideal! ¡Esta noche seguramente la encontrará caballero!—Me contestó-- ¿Desea algo más el caballero?
__ ¿Ahora que estamos en confianza le puedo hacer una pregunta? –Era lo que deseaba.
__ ¡Usted dirá caballero! –Me contestó el camarero.
__ ¿Para qué es la lista? –Le pregunté.
__ ¡Pensé que nunca me haría la pregunta! –Me dijo-- ¡Dentro de una hora comenzará el espectáculo! ¡Durante el transcurso del mismo se darán diez pistas o situaciones relacionadas con el mismo! ¡Usted debe estar muy atento para elegir una o varias alternativas! ¡En el primer pase entran cinco posibilidades, y en el segundo las restantes! Tiene la opción de probar las veces que usted considere necesaria, eso sí, mientras no se equivoque. ¡Una, varias, o todas, pueden ser las elegidas dependiendo de la información visual! ¡A la primera equivocación todo habrá terminado para usted y quedará automáticamente fuera de la  apuesta! ¡Cuando esté seguro del número que ha elegido sólo entonces levantará el auricular, y pronunciará al teléfono su elección! ¡Después solamente tendrá que esperar!
__ ¡Comienzo a experimentar una sensación placentera! ¡Me gusta el juego!
__ ¡No es un jugo caballero! –Me contestó el lánguido camarero del traje de color negro.
__ ¿El premio es muy gordo?
__ ¡Depende de cómo lo quiera ver el caballero! ¡Si me permite debo continuar con mi labor!
                Sin decir nada más se marchó dejándome con infinitas dudas. Una apuesta que no es un juego. Unas pista a elegir entre diez sin la alternativa de una equivocación. Un teléfono. La dama de la fuente me condujo posiblemente sin saberlo al lugar que estaba deseando para comenzar mi iniciación. ¡Solamente espero encontrarme con ella!

                                                           -- 11 --
                 Las luces del local se apagaron. Al parecer el espectáculo estaba a punto de comenzar. Una extraña sensación me colmó los sentidos. En la mesa que tenía más cercana la pequeña bombilla iluminó su zona. Después la siguiente, otra, una más, y así hasta completar todo el recinto. Como pequeños destellos de luminosidad las lámparas que permanecían en cada mesa se iluminaron poco a poco por gracia de los comensales reunidos a su alrededor. Al darme cuenta la única que faltaba por lucir era la mía. Una coreografía  verdaderamente extraordinaria impregnó de magia el lugar. Me convertí en el centro de todas las miradas. Con una inclinación de cabeza me invitaron a accionar el interruptor que estaba en la base de mi lámpara. ¡Clik! ¡La luz brilló de manera esplendida y armoniosa en su totalidad!
                 Cada mesa portaba su farolillo, y en cada una de ellas los invitados o espectadores de las mismas esperaban con agrado el comienzo del espectáculo. Fue la primera vez que mis ojos recorrieron el espacio sin prisa y de forma consciente. Estaba tan concentrado en mi búsqueda que mi en torno pasó a un segundo plano. Todas las mesas estaban ocupadas. Muchas mesas. La cantidad bien podía alcanzar las ochenta o noventa mesas con al menos cinco o más sillas en cada una de ellas. En este instante no lo pudiera decir con seguridad, tendría que concentrarme para señalar una cifra exacta, pero por alguna cantidad menor o mayor van mis cálculos. ¡Para ser realmente objetivo, yo soy el único que permanece en solitario ocupando una mesa! ¡Es un poco extraño!
                 Una música incidental comenzó a escucharse. La melodía era muy parecida a la que se utiliza en algunas películas de corte psicológico o de suspense, pero con una instrumentación más bien profunda, al estilo grandilocuente. Una fórmula utilizada en los años sesenta. Posiblemente sus ejecutantes son músicos de diferentes orquestas sinfónicas que se unificaron para este proyecto. ¡La entrada me recordaba a un film bien conocido, pero aún debía escuchar con mayor atención!
                 La cortina comenzó su apertura por el centro. Lentamente pero con todo el apoyo musical se fue retirando del escenario hasta desaparecer en las patas. Sobre la escena un quirófano se mostró en todos sus detalles. ¡De una simple mirada no faltaba nada! El mobiliario de un hospital, y en este caso un quirófano, lo conozco si fuera preciso con los ojos cerrados. Fui criado entre escalpelos de varias cuchillas, separadores de Farabeuf, o trepano de Cushing. En la pequeña isla en que pasé mi niñez, mis tíos poseen un amplio y abastecido quirófano. ¡Bajo las potentes luces del mismo aprendí a utilizar con arte el bisturí!

                                                       -- 12 --
                Cinco luces cenitales se dispersan por el escenario. Cada una de ellas ambienta una situación. La primera define claramente  la cama de un quirófano con todo lo necesario para ser utilizada. El cuerpo desnudo de un hombre de la cintura hacia arriba yace inerte sobre las sábanas blancas. Junto a él dos facultativas que sin ninguna duda entran en el campo de la cirugía. La segunda opción es la ambientación de un sepulcro. Está a medio desplegar. Sobre la lápida de mármol un hombre con una pala remueve la tierra. En la tercera posibilidad podemos apreciar una especie de escritorio de oficina con cada uno de sus complementos. De pie una señorita le entrega unos papeles al hombre que está detrás del buró. Un alto ejecutivo con un traje impecable. La cuarta al parecer es un baño público con dos urinarios dispuestos el uno al lado del otro. Son de color más bien marfil y por su extremo superior un chorro de agua cae por toda la pared del mismo hacia el desagüe. Un hombre se peina en un espejo roto y otro permanece de pie en una de las letrinas. La quinta es una carnicería de las de siempre. De las cadenas que cuelgan del techo varios trozos de carnes se balancean de un lado a otro mientras tres hombres con petos de piel de animal trabajan sobre la misma.
                Mis ojos en todo momento han intentado no pestañear. El escenario es detallado y variado. Cinco focalizaciones te van robando el interés y no sabes en cual dejar la mirada. Cada uno de los set montados sobre el escenario está cuidado al más mínimo detalle. La utilería de los actores y su vestuario son excelentes, no puedo hacer un comentario desfavorable. Una serie de elementos como la pala, los urinarios, el escritorio, son reales. El instrumental médico es veraz y puedo dar fe de ello porque desde mi más temprana infancia comencé a trabajar con los mismos hasta la actualidad. Las luces y la música están pensadas para trasladarnos al sitio concreto dejando que la imaginación haga de las suyas. Es un deleite para los sentidos y la curiosidad contemplar el espectáculo que poco a poco se nos va revelando ante los ojos. Ningún elemento desvirtúa la esencia que se quiere trasmitir. Cada pincelada está pensada para provocar una reacción directa y vertiginosa sobre cada uno de los espectadores.
                El camarero me comentó que en el primer pase se mostrarían cinco opciones y en un segundo las otras cinco restantes. ¿Qué se supone que debemos hacer? De cualquier manera esto comienza a parecerme muy interesante. ¡Ardo en deseo por contemplar el espectáculo! Un sonido agudo me sacó de mis cavilaciones.
__ ¡El teléfono! --Tomé el viejo auricular que estaba sobre la mesa y contesté-- ¡Sí, dígame!
__ ¡Señor en unos segundos comenzará el espectáculo! ¡Debe estar muy atento! ¡Que lo disfrute y esperamos por su llamada!
                 Colgó y me dejó con la mirada en el escenario pero con una reflexión dentro de mi cabeza.
              
                                                         -- 13 --
                 Cinco luces cenitales configuran el ambiente. La música poco a poco se va yendo hasta dejar de escucharse del todo. Cada uno de los actores permanece congelado en su justo espacio. Se escucha un intenso efecto sonoro y el escenario queda completamente a oscuras. Ahora la única referencia de luminosidad para todos los presentes es la tenue emisión de las lamparitas que descansan en cada una de las mesas dispersas por toda la platea. Sin avisar y en apenas unos segundos se ilumina el urinario público y los actores comienzan a representar su papel. Entra una música. Quizás la podemos comparar con el hilo musical que acostumbran poner en la mayoría de los centros comerciales.
                 El actor que permanece frente al espejo corta su acción y se dirige al segundo urinario. En el primero, otro actor se abre la cremallera del pantalón y saca su miembro flácido sin ningún reparo ante la atenta mirada del auditorio. El segundo mira al primero y realiza la misma acción que este había realizado antes. De cada uno de los falos de los hombres un potente chorro de orina estalla contra la pared de mármol del urinario salpicándolo completamente todo. El pis alcanza generosamente a las mesas más cercanas al escenario. Pero esto no es molestia para el público que se relame de gusto con esta cálida lluvia. Tengo la impresión de que la decisión de sentarse en las primeras filas para nada es por pura casualidad. Con toda probabilidad hicieron antes la reserva para no desaprovechar una gota del preciado líquido.
                 Los hombres se miraron directamente a la cara y acto seguido sus ojos continuaron por todo el urinario hasta encontrarse con el manantial de orina que golpeaba la pared. En ningún momento el caudal disminuyó, todo lo contrario, se hizo más fecundo cuando el primer hombre saboreó una gota que por descuido fue a parar a uno de sus labios. El segundo hombre decidió reanudar el recorrido y sus pupilas se dilataron al encontrarse de frente con el falo del primer hombre. Un músculo extremadamente venoso que cabeceaba al paso de la orina por su extenso recorrido al exterior.
                 El actor del prominente falo para llamar la atención del público descubrió con su dedo índice y pulgar la cabeza de su miembro viril, dejando el glande desnudo ante la atenta mirada del actor que estaba a su lado y de parte del auditorio. ¡Estoy seguro que yo soy el único que permanece en esta sala sin conocimiento de causa! Entré en este recinto tras las huellas de una enigmática mujer y ahora me veo ante una situación que no sé muy bien cómo terminará; pero de una cosa estoy seguro, nunca he abandonado una situación por muy engorrosa que fuese hasta no ver el final que me pudiese deparar.

                                                           -- 14 -- 
                 Sin decir ni una palabra, el actor del glande al descubierto se gira directamente al público y lo inunda con su chorro de orina. El segundo actor al ver esta acción lo secunda y su surtidor colma las primeras filas con su líquido ambarino. El público de las primeras mesas se puso en pie y con sus bocas abiertas de par en par persiguieron los aspersores para degustar su contenido sin ningún tipo de rubor o escrúpulos. Entre ellos hay mujeres y hombres que disfrutan con placer de la orina de los dos actores que no dejan de regar todo lo que se ponga a su paso.
                 Desde mi posición alejada y nada privilegiada me pude dar cuenta que la platea con sus mesas por decirlo de alguna manera estaba dividida por zonas. Los espectadores estaban ubicados en el ángulo más propicio para contemplar la representación de su agrado. Por ejemplo los saboreadores de orina eran los primeros; después el grupo del quirófano; de un lado los de la carnicería; a continuación los de la oficina; en los costados los del sepulcro; y así, cada subgrupo del extenso local se complacía con las imágenes que les llegaba a borbotones. Al parecer cada sector observaba con ansia el espectáculo de su agrado. ¡Una turbulencia de locura se podía contemplar al mismo tiempo en el escenario; cada representación con su particularidad!
                   Por estas acciones continuadas comprendí en apenas unos segundos, que el público disfrutaba plenamente de estas imágenes con una entrega absoluta. Justo detrás de los que estaban siendo bañados con la orina permanecían los seguidores de la escena del quirófano, en la que un hombre permanecía inerte sobre una camilla y dos flamantes cirujanas se disponían a intervenir. Las mujeres de frente al público y delante la mesa niquelada. La mujer de cabello rubio le alcanza a la de cabello rojo un bisturí que se ilumina con la luz cenital que cae sobre el torso desnudo del supuesto convaleciente. El hombre si no finge, parece por su estado pasivo que está sedado. ¡Las demás acciones continúan desarrollándose sin incidencias!
                  La supuesta cirujana levanta el escalpelo y lo hunde en el abdomen de su paciente. Este hace un movimiento de dolor. La segunda mujer, que al parecer cumple la función de enfermera, se da cuenta y le planta una mascarilla en toda la cara al mismo tiempo que abre la válvula de la botella que contiene el gas tranquilizador; seguidamente le seca el sudor a la cirujana portadora de la afilada hoja y va en busca de gazas para limpiar la sangre que comienza a brotar del hombre.

CAPÍTULO 7-8-9


                                
         
                                "EL HOMBRE DE LAS TRES R"
                                                           -- 7 --  
                 Pasé por el primer arco de piedras que se encontraba en la plaza hasta continuar en dirección a los soportales. En el límite imaginario que separa a los tres bares me detuve para consultar a mi intuición. El que está a mi izquierda lo eliminé nada más leer el rótulo de la entrada que decía cervecería. Con toda seguridad sabía que la mujer que descubrí a través del visor de mi cámara, descartó la posibilidad de entrar en él. La fachada no entonaba con su vestimenta de dama delicada y de ropas vaporosas en busca de un sitio ideal para descansar los pies, y entonar el estómago con alguna bebida ligera antes de comer.
                 Un poco más adelante, el segundo bar, llamaba la atención de los turistas por la intensidad de su música que se escuchaba desde la calle con un sonido ensordecedor. Mi percepción me indicaba que la hermosa dama prosiguió su camino sin mirar a los lados con un objetivo fijo, llegar al remanso de paz que andaba buscando. Algunos segundos me bastaron para tener una idea sobre ella. No alcanzaba a confirmarlo del todo, pero hasta el momento no me había equivocado en ninguno de mis cálculos, aunque estas valoraciones fueron sin llegar al roce directo con la persona que merodeé. ¡Esta sería la primera vez que entablaría contacto con un ser real y concreto! Si no estoy equivocado es la mujer perfecta para mis propósitos.       
                 El último establecimiento, el más apartado de los tres, desde afuera parecía pequeño. ¡Era el ideal! ¡Con toda certeza entró en él! Un pórtico simple pero de madera torneada invitaba a pasar al interior y descubrir sus ofertas gastronómicas y de ocio. Aunque no lo pareciera, me templaban las piernas al saber que dentro se encontraba la mujer que invadió mi ángulo visual de una forma inesperada.
                Cerré los ojos hasta concentrarme. Solamente ocupé el tiempo necesario para traspasar la puerta y llegar al interior. Una estrecha e infinita escalera conducía a otra planta. Los escalones eran de madera compacta al igual que la puerta y las paredes. De cada espacio se desprendía un olor añejado pero agradable. Una mezcla de perfúmenes y esencias aromáticas colmaron mis sentidos por cada paso que daba sobre los envejecidos tablones. Sin duda alguna los años impregnaron su personalidad en los mismos.
                Había descendido algunos metros cuando la temperatura cambió de golpe. Un frescor dominó el espacio y mi cuerpo.

                                                          -- 8 --
__ ¡Buenos días caballero! –Un hombre de aspecto sereno apareció de la nada y me bloqueó el paso-- ¿Tiene usted reserva?
__ ¡Reserva! ¡En verdad………….., no! ¡He quedado con una señorita y……….!
__ ¡En ese caso me dice su nombre por favor su nombre! –Y de bajo del brazo sacó una carpeta con una larga lista.
__ ¡Mi nombre es Raymond Rodney Rose! –Le contesté al hombre del traje negro.
__ ¡El pregunto por el nombre de la señorita! –Me dijo.
__ ¡No se cual es su nombre! ¡Estaba en la plaza, y cuando hacía una foto atravesó………! --Enseguida comprendí que por este camino no llegaría a ningún lugar-- ¿Puedo pagar ahora para hacer una reserva?
__ ¡Está cubierta la capacidad……..!
__ ¿Le parece bien esta cantidad? –Sobre el extenso listado le coloqué dos suculentos billetes de amplio margen--¿Si no le parece……?
__ ¡Déjeme ver,………….sí, aquí está! ¡Raymond Rodney Rose! ¡Acompáñeme!
                 ¡No hice más pregunta! Con un gesto mercantil sobre la carpeta del hombre del traje negro, se me abrieron las puertas del desconocido recinto. Terminé de poner el último pie fuera del escalón y lo seguí por todo el pasillo en dirección a lo inexplorado. A los lados del paso una hilera de pequeñas luces rojas nos indicaba el camino para no tropezar. Al final, una cortina de terciopelo púrpura nos reveló que detrás de la misma se encontraría el restaurante o algo parecido, y en él la mujer que estaba buscando.
                 El hombre del traje negro se detuvo, corrió la cortina y me dio paso.
__ ¡Qué tenga usted un buen día caballero! –Y me entregó una especie de carta en la mano.
                 Del otro lado un mundo se abrió ante mis ojos. Un gran salón repleto de mesas, y sobre cada una de ellas una lámpara junto a un teléfono. Sobre las mismas una luz lucía con poca intensidad, más que útil, parecía un detalle pintoresco. Al fondo un escenario en forma circular dominaba el espacio de su alrededor. Del lado izquierdo una barra interminable guardaba en su estantería de cristal una variada colección de botellas de todos los tamaños y colores. El barman se movía con ligereza por el estrecho corredor con el mismo aspecto del hombre del traje negro. A mi mano derecha una amplia puerta de madera torneada permanecía cerrada, por su aspecto majestuoso daba la impresión que en su interior el espacio sería aún mayor que el actual.
__ ¡Caballero me acompaña! –Otro hombre de traje negro al igual que el barman y el de la escalera, me invitó a seguirlo.
                 Fuimos con cuidado atravesando las mesas. Las que no estaban ocupadas se mantenían a oscuras, en las otras una o dos personas bebían o charlaban relajadamente sin percatarse de nuestra presencia. Para decir verdad, los detalles se me desvanecían. Mis ojos estaban recién adaptándose a la insuficiente luz que subyugaba el local, pero en general todo el lugar parecía una traslúcida noche estrella. Poco a poco el camarero me condujo hasta una mesa que se encontraba apartada, cubierta por una de las imponentes columnas dispersas por todo el salón. La diferencia radicaba que la mía la tenía justo delante, cubriéndome toda la visión. ¡Creo que mi donación no fue suficiente!
__ ¡Por favor siéntese! –El camarero apartó la silla, pulsó el botón de la lámpara, y me invito a tomar asiento-- ¡Desea el caballero beber algo antes del primer pase!
__ ¿El primer pase? ¿Qué pase? –No sabía si sería conveniente seguir con las preguntas.
__ ¿Es la primera vez que acude a nuestra sala? –Me lo dijo acercando sus labios a mi oído-- ¿Nunca antes nos ha visitado? –Estas últimas palabras las pronunció con su boca pegada a mi oreja.

                                              -- 9 –
                Esta sensación es común a mi personalidad. Tenía en el cuerpo la duda y la incertidumbre, pero también sensaciones ambiguas que desde algún tiempo vengo experimentando. Sin desearlo, porque mi propósito era encontrar a la sugerente mujer que entró por casualidad en mi campo visual, me sentía a gusto en el extraño local, que hasta el momento no sabía muy bien cual era su función; pero mi voz interior me apuntaba que no saldría con las manos vacías.
                Estaba sentado en una mesa. Sobre ella una lámpara, y a su lado un teléfono sin disco ni números. A mi lado permanecía esperando una respuesta el impecable camarero del traje negro.
__ ¡Deseo beber antes! –Fue lo primero que se me ocurrió para ganar tiempo-- ¿Me puede traer un “Queen Mery I” de Inglaterra? –El camarero se quedó de pie esperando una respuesta-- ¡Con mucho tomate! –Continuó sin reaccionar-- ¡Quiero decir un Bloody Mery por favor!
__ ¡En unos minutos lo tendrá en la mesa! ¿Algo más caballero?
__ ¡No, nada más! –Le contesté.
__ ¿Seguro no desea nada más? –Volvió a insistirme.
__ ¡No, seguro! –Le confirmé.
__ ¡Muy bien! ¡Aquí tiene, y que pase una larga noche!
                Dejó sobre la mesa un sobre y con su paso ceremonial se alejó en dirección a la barra. ¡Sin saberlo me encontraba en el lugar ideal para localizar lo que andaba buscando! ¡Soy un apasionado de los desconciertos y las confusiones! Esta situación en la que estoy metido por seguir mis instintos, me coloca las emociones en el punto máximo. ¡Como dijo el camarero, posiblemente esta sea una larga noche!
                El sobre estaba lacrado y por fuera no indicaba absolutamente nada. Lo abrí por una de sus puntas y dentro guardaba una hoja de papel. La caligrafía era cursiva y escrita con tinta china. ¡Los números del uno al diez ocupaban la totalidad del papel! ¡Nada más había escrito en su interior!

CAPÍTULO 4-5-6









           "EL HOMBRE DE LAS TRES R" 
                                                

                                                         -- 4 --

                Estoy frente a la máquina de escribir y no me concentro. ¡Hoy es el día! Tengo que marchar a la ciudad. Una vez al mes salgo de la montaña para encontrarme con la “realidad”. Me es muy complicado dejar mi espacio pero comprendo que es necesario para mi bien. Siempre pienso que voy a estar fuera de casa algunos días, pero la mayoría de las ocasiones en la primera noche encuentro a alguien. ¡El secreto radica en estar en el lugar y el sitio adecuado, el día y la hora justa! Siempre ha sido mi precepto, y hasta ahora no me ha ido nada mal.
                Esta parte de mi vida no pensaba documentarla, pero el estar girando en círculo sobre el asiento del escritorio sin que las ideas lleguen, me ha hecho dudar. ¿Cuál es el motivo para no dejar algunas hojas escritas sobre este tema? ¿Por qué no publicar estos años en la montaña; forma parte de mi esencia? ¿Temo por algo? ¡Es arriesgado! ¡Nunca Raymond Rodney Rose dejó de hacer alguna cosa porque el miedo le rondara! ¡No! ¡Voy a transcribir esta parte de mi vida con suma delicadeza! ¡Dibujaré al detalle cada pensamiento y los pasos que doy en la ciudad hasta continuar en la montaña!
                Hoy estoy algo confuso o puede que agotado. Mi intención era permanecer en el capítulo  de la isla de Atafu con los tíos, pero lo que sucede  trae consigo algún motivo. Comenzaré por el principio. Tengo que viajar por los recuerdos hasta la primera vez que visité la ciudad después de instalarme en esta majestuosa elevación. Ha pasado mucho espacio de tiempo, pero creo que algunas cosas continúan siendo de la misma forma en cada uno de los escenarios y en mi interior. No soy el más indicado para decir si he cambiado o no, pero en todo caso cuando lean estos escritos podrán tener una opinión alejada de mi punto de vista, si es que no se dejan llevar por mi sugestión. ¡Estén siempre alerta!
                Creo que el comienzo siempre estuvo presente, y desde los primeros años en Atafu comprendí que nunca sería un niño reglamentario. Me refiero a estándar. Un niño que se va desarrollando con los elementos de una civilización tradicional marcada por la sociedad del momento. Fui un proyecto de niño atípico, pero eso sí, radiante. Más tarde con el paso de los años, los desplazamientos a otras tierras, y de ver los objetos y las cosas desde variados ángulos comprendí, que para realizarme debía encontrar mi propio mundo fuera del interior de mi cabeza. ¡El niño había crecido, y ahora es un hombre con necesidades latentes e imperiosas!
                El destino y mis primeros viajes, me condujeron a estas tierras encumbradas no solamente por su elevación más allá del nivel del mar, también por la historia que guarda la superficie por la que ando. ¡Esta tierra con esta montaña encima conquistaron mis insaciables apetitos, dándoles un motivo especial!

                                                            -- 5 --
                 La ciudad no me cambio. Antes de llegar a ella en mi cabeza estaba muy claro lo que buscaba. El enfrentarme a un entorno más amplio confirmó mis teorías sobre la humanidad. Cada paso que daba estaba encaminado a encontrar mis objetivos y la razón de mis investigaciones. ¡Aunque más que investigaciones, buscaba la esencia de mi naturaleza!
                 Fue complicado dar el primer paso. Enfrentarme a un mundo demasiado extenso conlleva sus dificultades. Había sido criado en una isla incomunicada y posiblemente fuera de lo normal. El conflicto radicaba en mi apariencia. No debía llamar la atención a mi llegada. Cada movimiento debía meditarlo en profundidad para no cometer errores.
                 De mi tío aprendí a calcular la distancia, las palabras, y los propósitos. De mi tía obtuve la templanza, la sangre fría, y la capacidad de soportar el dolor. Cualidades moldeadas desde los primeros años de vida en la isla de Atafu. Ellos tenían claro sus objetivos, y estaban seguros de los pasos que habían dado respecto a mi persona. ¡Soy una especie diferente comparada con el resto de los mortales, y de alguna forma me siento orgulloso de ello!
                 Lo primero que hice al llegar a la ciudad fue alquilar un pequeño apartamento en el mismo centro. En la calle mayor, donde el transitar de personas era constante. ¡Un mar de hombres, mujeres y niños que se desplazan en todas direcciones durante todo el día! La mejor forma de estar en relación directa con los urbanita es penetrar en su círculo. ¡Debía entablar relación lo antes posible para comprobar si estaba preparado para mi labor!
                    En una ciudad de varios millones de habitantes un forastero se traslada con total libertad de movimientos sin llamar demasiado la atención. El fluir constante de personas por las calles no crea ciertas individualidades. Para comenzar no deseaba demasiadas miradas sobre mí. ¡Como dicen mis tíos, la discreción es el arte de lograr lo imposible si se actúa con serenidad, y creo que tienen toda la razón! Dejé mis cosas en el apartamento, me di un baño, me cambie de ropas y salí a la calle en busca de una víctima.
                                                             -- 6 --
                Yo R.R.R puse los pies sobre el asfalto de la ciudad y simplemente deje que el viento me transportara a su aire. ¡Nunca es fácil la primera vez pero en algún momento debía comenzar con mi labor! Había pensado que sería más seguro no llamar la atención, pero por otra parte transitar como un turista más, me daría mayor libertad de movimientos. En realidad, no deseaba perder  mi estilo romántico y bohemio. Sin volver a recapacitar sobre el tema, puse sobre mi cabeza el sombrero marinero y anudé sobre mi cuello el pañuelo de seda de disipados colores pasteles. Sobre mi torso una blanca camisa de bambú transparente con los botones libres de imposiciones. En la parte inferior de mis extremidades el delicado pantalón de fibra de hilo que en cada movimiento me hacía sentir el universo de sensaciones. En los pies desnudos las sandalias de cuero trenzado. Me puse las gafas de sol y me crucé la cámara de fotos sobre el pecho, y así me enfrenté a la ciudad.
                Calle abajo la multitud como yo, se dejaba llevar por las risas, el sol, y el jolgorio de una inmensa ciudad. A cada paso en los portales los turistas con el pretexto de descansar, se sentaban en las improvisadas mesas para degustar algún plato típico y beber una buena jarra de autóctona cerveza. --¡No sería mala idea sentarme en una de ellas hasta encontrar a la persona indicada! ¡En un ambiente más íntimo tendría mayores posibilidades! ¡Es lo que haré!—Continué por todo el paseo sin prisa, deteniéndome en las imágenes que me parecían interesantes para retratarlas con mi cámara, y crear un banco de gestos para mis ensayos.
                Llegué a una de las plazas. En el centro la exuberante fuente de querubines esparcía en diferentes intensidades los variados chorros de agua sobre uno de los pisos de la misma. ¡Tomé la cámara y busque el enfoqué! --¿Qué hermosura?—En el visor apareció una deslumbrante mujer que ocupó mi objetivo. La mujer atravesó la plaza justo en el instante que tomaba la foto. Continuó hasta alcanzar los soportales, y entró en uno de sus bares. --¡Era lo que andaba buscando!-- Guardé la cámara y fui tras ella. En la memoria almacené su figura potente envuelta en un vestido impalpable de verano. Debía seguir mis impulsos porque varios bares se concentraban en la plaza y para un desconocido de la ciudad, todos eran iguales; pero mi intuición no me engañaría, con los ojos cerrados  la alcanzaría.

CAPÍTULO 1-2-3


                      


                               EL HOMBRE DE LAS TRES R.

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                Vivo lejos de la civilización, y en contadas ocasiones añoro las construcciones verticales de hormigón, las miles de personas que se mueven en todas direcciones como hormigas locas en busca de alimentos, la mezcla de sonidos que embotan los sentidos, el claxon de los automóviles demostrando su poderío metálico, los anuncios de colores que te golpean la cara al menor descuido, y toda la modernidad concentrada en una ciudad cosmopolita; solamente en determinados momentos, acudo a la ciudad para encontrar una presa.
                Soy un ser extremadamente curioso que estudia el comportamiento de los seres vivos. ¡No solamente la raza humana, me deleito con la observación del mundo animal y vegetal! Posiblemente sea un ermitaño no confesado que se mueve al ritmo de los impulsos cerebrales; pero por encima de todo, soy una buena persona. ¡Creo que mejor sería que se lo preguntaran a las personas que he amado, protegido, y ayudado a liberarse de las ataduras convencionales! ¡Poco a poco conocerán de mí, espero que no se arrepientan al entrar en mi vida privada!
                Me llamo Raymond Rodney Rose, nací según mis padres en la Gran Bretaña, pero de niño fui llevado a una de las islas del océano pacífico llamada Atafu,  donde vivían los tíos de mi madre para ser educado por ellos. ¡Un matrimonio encantador de científicos dedicados a la investigación las veinticuatro horas del día, y doce horas más! La razón que motivó este cambio de progenitores no lo supe muchos años más tarde, cuando decidí alzar el vuelo para hacer mi vida. Les pedí explicación a mis tíos, porque siempre supe que eran mis tíos, y me la proporcionaron con el más mínimo detalle, y con el mayor amor que sentían por mí.
                En realidad nací en un país sólido, me crié en una isla exuberante, viví parte de mi juventud viajando por todos los continentes establecidos, y me quedé hasta ahora, en una montaña desconocida por la mayoría. ¡Digo desconocida, porque cada día me sorprende al amanecer, y pienso que hace bien poco llegué a su ladera! ¡También desconocida para las personas que traslado hasta aquí por sorpresa! ¡Muy sorprendidas!  ¡Cuándo este lugar no me sorprenda, tomaré mis maletas y pondré los píes en dirección a lo desconocido una vez más!
                Tengo treinta y tres años como cristo cuando lo condujeron a la cruz. Soy alto, con una constitución formada a base de largos por todo el pacífico. ¡Soy un excelente nadador de mar abierto! Mi pelo es de color castaño claro, bronceado por el sol, al igual que mi piel. Mi nariz es más bien afinada pero torneada en todo su recorrido. Los ojos profundos y de un gris claro e intenso. Tengo unos labios carnosos y bien proporcionados, con un marcado color carmesí en toda su extensión. ¡Me gusta disfrutar de los momentos intensos del día y de la noche!
                De niño tuve una educación amplia. Las ciencias, el conocimiento de los fenómenos naturales y extrasensoriales, la contemplación de la naturaleza, las artes en toda su expresión, ritos y culturas ancestrales, meditación, preparación del cuerpo, y la aplicación de la mente en cada espacio de la vida. A esto le sumamos todo lo que descubrí en mis viajes por variadas tierras, los esfuerzos, y sacrificios para poder continuar el mayor tiempo posible.
                ¡Mi vida no ha sido nada fácil! ¡Mis padres no estuvieron en ella, y mis tíos me dieron únicamente el conocimiento para poder continuar! Cuando partí, lo hice con una muda de ropa, mis brazos, y la enseñanza que recibí con verdadera entrega. ¡Esto fue mi herencia para ponerme en camino, lo que vendría después, dependía de mi intuición y trabajo!

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                Cualquier comienzo es complicado, primeramente porque no se sabe para dónde tomar cuando se decide partir. En mi caso, como vivía en una isla, la primera decisión consistía en dirigirme a un territorio algo más amplio de lo que hasta ahora pisaban mis zapatos, y dentro de ellos mis pies como parte de mi cuerpo. Aunque había estudiado a fondo la geografía, en la mente no tenía un favorito. ¡Me daba lo mismo el país por visitar, deseaba enfrentarme al mundo, para ver y tocar a los que estaban sobre él! ¡Hacía mucho tiempo que la necesidad de un contacto íntimo me rondaba por la cabeza y los pensamientos! ¡Había dejado de ser un niño, me sentía un hombre con poco espacio y con un mundo interno desbordado de fantasías por experimentar! ¡Estaba atrapado en el tiempo!
                ¡Demasiados conocimientos embotaron los sentidos! ¡Era el momento de poner la ilustración al servicio de la práctica! Sentí la necesidad absoluta por descubrir las cosas más ínfimas y vitales de la conducta humana; su relación corporal, el dolor, la pasión, el concepto amor, la muerte, la venganza, la felicidad, que hasta este instante que les cuento no sé la extensión de su poder. Un sinfín de sentimientos y emociones que intuyo pero que no he experimentado en todos estos años. ¡Posiblemente fue el motivo fundamental para partir de la isla sin rumbo fijo!
                ¡Sinceramente  me sentía un inepto desconocedor de la humanidad! Rodeado de palabras, metáforas, conceptos, meditaciones no aplicadas, de creencias dispersas en recetas de antiguos hechiceros, de contemplar la reproducción y el milagro de la vida a través de los libros, y aceptarlo sin ser su protagonista. ¡Estaba ansioso por encontrar las motivaciones ocultas en el interior de cada cuerpo, y como un experto cirujano discernir cada sentimiento y clasificarlo por su género y nivel de bondad o perversidad! ¡Tenía un presentimiento que me acompañaba durante el día y en las largas noches de estudio! ¡Este presentimiento me decía que llegaría muy lejos en el conocimiento de la humanidad!
  
                                                            -- 3 –

                En Atafu encontré el camino a la contemplación de la vida en todos sus exponentes. Sobre la diminuta isla mis tíos y yo éramos los únicos moradores  que se movían en libertad por todo el territorio. Ellos estaban gran parte del día en sus investigaciones, y en la noche, se encerraban en el laboratorio que estaba a unos cien metros de la casa principal, en una dependencia majestuosa y amplia al estilo isabelino. En esta época que les cuento, tenía unos siete años de edad o poco más cuando llegué a la isla. Mi tío en sus años de juventud, era un neuro-psiquiatra aburrido en uno de los hospitales clínico de Londres, que en las horas perdidas trabajaba en sus proyectos personales. Había estudiado genética molecular y se encontraba en la investigación de los procesos neuronales de varias especies seleccionadas después de muchos años de investigación. ¡Sinceramente nunca pude saber cuáles eran los ejemplares que estudiaba!
                La esposa de mi tío Elvin, la tía Chelsey, es una elegante señora de cuerpo frágil pero esbelto, que su imagen entraba en contradicción con la labor que desempeñaba como científica. Me hizo sentir en todo momento que yo era su hijo y ella mi madre. Chelsey estudió en la universidad de Cambridge medicina forense, y alrededor de una década más tarde se especializó en psiquiatría, su verdadera pasión.
                La tía Chelsey sabía que mi madre estaba buscando una familia que pudiera adoptar a un bebe que muy pronto quedaría en la calle sin amparo. Sin consultarlo con mi tío Elvin dijo que sí, que tanto ella como su esposo, se harían cargo del pequeño Raymond Rodney Rose, el que les habla. De esta manera comenzó mi andadura por una isla perdida del pacífico entre dos investigadores apasionados.
                ¡El tío Elvin es un hombre de pocas palabras, sus actos los ratifica con hechos! ¡Utiliza gestos diarios que confirman que estás en buenas manos y que puedes confiar en él! Su mundo se centra únicamente en la indagación. Los dos juraron fidelidad a la ciencia y al amor que sentía desde muy jóvenes. ¡Se casaron, y comenzó la andadura complicada para lograr un modesto laboratorio donde pudieran trabajar sin presión y aplicar sus apuntes, que no eran más que teorías sin confirmar! Siempre decían que su fuerza radicaba en la pasión que sentía el uno por el otro. Los dos trabajaban hasta el agotamiento día y noche, sin pensar en nada más; pero vivían cada espacio de tiempo con intensidad.
                Cuando se hicieron cargo de mí, pasaban holgadamente de los cuarenta años de edad; pero si te quedabas mirándoles a los ojos, percibías en sus miradas a dos adolescentes alocados.
                ¡Nada de esto pasó de largo! Tomé lo mejor de cada uno, y ellos hicieron de mí, el hijo que no pudieron tener a lo largo de estos años. Posiblemente me moldearon a su semejanza, y estructuraron mi mente con sutileza para reafirmar las teorías reveladas en las agotadoras sesiones de laboratorio, y que en algún sentido debían exponer a la luz del día. ¡Más tarde supe que fui para ellos algo más que un hijo!