lunes, 20 de mayo de 2013

LA MEJOR HORA PARA PROPORCIONARNOS UNA AUTO-COMPLACENCIA.





(CAPÍTULO XXV)
                          

                                       LOS OBJETOS VOLUBLES

                 El Infierno colmado de comensales, y cada uno con un plato humeante de ajiaco sobre la barra o la correspondiente mesa del restaurante, una cortesía de la casa para todos los clientes presentes en este significativo día. Cuando cada plato estuvo colocado frente a cada comensal, el ambiente quedó en un silencio absoluto. No se escuchaba ni la más leve respiración que diese a entender que en el infierno había vida. Juan con su delantal se escurrió las manos y atisbando por el cristal que divide el salón y la cocina, se quedó inmóvil esperando la primera respuesta de sus clientes. Después de tantos años con el negocio por alguna razón el bueno de Juan temblaba tras la puerta esperando la mínima reacción, pero nada, miraban el plato y tal parecía que el humo que se desprendía del mismo los había hipnotizado a todos. La humeante y caprichosa silueta que flotaba por los bordes del plato y continuaba a su antojo ascendiendo por los aires, tenía ensimismado de tal forma a los convidados que daba la impresión que no llegarían a degustar el ajiaco de nuestro amigo Juan.
                    Y sorpresivamente, sin esperarlo Juan, las cucharas se pusieron en funcionamiento. La secretaria, el vigilante, la maestra, el carpintero, la joven pareja, el pensionista de la calle de enfrente, y el resto de clientes habituales, y primerizos, se llevaron como en una acción sincronizada el poderoso y desconocido líquido a la boca. ¡Nuevamente silencio! Tragaron en seco, tomaron aire hasta llenar los pulmones, lo soltaron complacidos, y volvieron a introducir la cuchara hasta el fondo del plato como buscando algún secreto no encontrado. A partir de este instante cada uno continuó con su ritmo. Juan se relajó y regresó al interior de su cocina agradecido. La aceptación fue unánime, tan unánime que en la cuarta o quinta cucharada una especie de euforia colectiva se impregnó en el ambiente. Posiblemente por lo caliente de ajiaco, porque el día estaba caluroso, o porque Juan le agregó una pizca de su ají picante a la receta, los comensales comenzaron a sentir un sofocante calor que les abrazaba la piel, hasta el punto de comenzar a desabotonarse las prendas, pero aun así no dejaban de ingerir la sugerente receta que creó el sensible de Juan. Los hombres llevaban las camisas por el tercer botón fuera de sus ojales, y las mujeres, las que llevaban faldas, elevaron las mismas por encima de las rodillas.
                    
                

Continuará..........................
Fotos: ARA y Mandy.                      


lunes, 13 de mayo de 2013

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?




CAPÍTULO LXXII
                 La mano, las manos, y los respectivos dedos con ocultas habilidades instructoras, conquistaron sin ningún recelo la parte más elevada de las entrepiernas de la dilatada mujer. Las dos últimas manos, y sobre todo la derecha, la que hizo que remontase el infinito para ver y sentir cosas que normalmente no hubiese experimentado en un estado cotidiano de complacencia, la liberaron de su falta de oxígeno, y propicio que sus pulmones se expandiesen a la altura de su vulva para percibir la suavidad de sus partes más íntimas. Esta cuantiosa y poderosa mano la despejó de sus dudas, la moldeo a su gusto y semejanza, la perfiló en sus contornos, y más que acariciarla la acunó por las zonas pensadas y deseadas pero calladas, calladas para que la extensa piel no celase de los favores especiales que estaba recibiendo algunas partes púdicas de la mujer.
                Cuando las demás manos aleatorias fueron conscientes que la protagónica mano estaba causando estragos placenteros en el cuerpo de la mujer, se deslizaron deseosas por el vientre, los muslos, y las nalgas de la agonizante que a estas alturas no sabía muy bien dónde colocar sus pupilas  que corrían de un lado a otro sin encontrar acomodo. En pocos segundos, en un tiempo inesperado para estos tiempos, una lluvia de manos confeccionaron para sorpresa de la mujer y de los demás integrantes de la cala, una delicada prenda compuesta por pieles, nervios, huesos, fluidos, arterias, y todo lo posiblemente sensible y sensorial para dejar inconsciente  pero vestido, el sexo de la exhausta mujer de ojos perdidos.
                 Una mano llegó hasta el comienzo de su orificio esplendoroso que palpitaba de éxtasis, y una segunda mano, continuó por la parte posterior en que el diseño de una abertura se bifurcaba en otra. La mano vaginal confrontó su experiencia con la mano anal, y al verse frente a frente una con la otra, primeramente se saludaron como corresponde entre manos ampliamente sociables, y seguidamente intercambiaron impresiones vividas en regiones ajenas pero al mismo tiempo común para el común de los mortales.
__ ¡He visitado unos pliegues desorbitados que me dejaron abrumados de delectación! –le dijo la mano-anal.
__ ¡Y yo he conseguido penetrar por un risco húmedo con paredes volubles que relajaron mis puntos sensibles!
                 Le contestó la mano-vaginal que no se detuvo más tiempo en explicaciones innecesarias porque se notaba que llevaba demasiada prisa.    
Continuará.....................   
fOTOGRAFÍA: ara.    

domingo, 5 de mayo de 2013

CELIBATO


                                              


                                                         -- 8  --
                 Este día se me antoja diferente y no dejaré de hacer lo que está en mi consciencia y en mis manos para que así sea. Voy calle abajo, y me dejo llevar por la gravedad, por mis impulsos, mis deseos, y por todas las energías que fluyen de mi interior. Siento y tengo el cuerpo dispuesto para emociones fuertes, aunque mi propósito central es continuar siendo célibe, de esta manera debo actuar con extrema habilidad ante lo que me pueda surgir de improvisto, porque las tentaciones son muchas y variadas, y en cualquier esquina puede saltar la liebre y quedarme en el intento
                 La provocación es un arte y me dejaré llevar por la primera oportunidad que se me presente para demostrarme que cuento con las armas suficientes para continuar con mi curiosa experiencia, no será fácil, pero desde el primer instante lo he sabido, el desear y no llegar al clímax provocará mucho más que dolores de cabeza. Estaré dispuesto a soportar una mirada, varias o demasiadas palabras directas o indirectas, inclusive algún que otro tocamiento con buenas y malas intenciones, proposiciones, no de leyes, pero sí de imaginería, espacios provocados, diminutos o grandes espacios, que me lleven al momento justo de poner la mano para decir que hasta aquí estoy dispuesto, no más, porque si continúo se perderán todas las intenciones, las alcanzadas hasta ahora, y las que están por venir.
                 En este intento de continuar siendo célibe involucro cada una de las energías acumuladas por semanas, y dispongo mi cabeza para enfrentarme a lo que pueda llegar, las tentaciones son variadas, disimiles, y está de más afirmar que sorpresivamente inestables. Seré uno más entre la multitud, y en mi andar por la ciudad nadie sabrá, solamente yo, que soy célibe por convicción, pero un célibe provocador, dispuesto con toda intención para entregarme a la pasión más desenfrenada sin llegar a un orgasmo de la carne y el intelecto, pero sí de las emociones y los sentidos. Pienso, y cada día estoy más seguro de ello, que el celibato es por esencia provocador, tentador en cada centímetro de sus atributos e impulsivamente conforme con lo que le ha tocado vivir.
                 Voy calle abajo, pero no por ello me dejo llevar por los impulsos, mis propósitos son claros y tomaré esta manera de no-expresión como la culminación de un objetivo concreto que dejará mi cuerpo dispuesto para cuando decida enfrentarme al sexo de una manera común, pero por ahora el ser, el llamarme, el nombrarme célibe, lo disfrutaré íntegramente. 

               

Continuará............................
fOTOS:ara.

jueves, 2 de mayo de 2013

CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO





                                                    (CAPÍTULO LXXI)


                 El clítoris. Las entrepiernas. Las ocultas oquedades. Los portentosos orificios. La vulva y sus constantes cómplices. Los labios mayores, menores, los internos y externos. La majestuosa armazón carnosa de la concha prodigiosa. La vagina protectora de extraños elementos. El monte guardián que protege el universo extendido de la mujer. Su visible mundo que aguarda la llegada de un sólido elemento que la traslade, que la eleve, que la levante por los cielos y la conduzca al espacio de todos los espacio, al lugar donde los deseos no son una a falacia y sí una rotunda verdad. En esta situación se encontraba la mujer, la dispuesta protagonista de nuestra historia, que sin complejo reposaba desnuda sobre la cálida arena de la encantadora cala. Toda su anatomía, pero sobre todo la mencionada, la llamada prohibida, se encontraba dispuesta, para que las manos, las aludidas manos, dichas manos, las arpegiadas manos la cortejen sin escatimar en abalorios fantasiosos. Ella simplemente espera a la orilla del mar para que las referidas manos alaguen, la manoseen, la esculpan sin cumplidos por cada uno de los bordes y contornos de su cuerpo. Ella esperaba, esperaba, y en su prolongada espera los poros de su piel se dilataron todo lo que pudieron para recibir sin impedimentos, lo que estaba a punto de llegar.
__ ¡No puedo más, deseo que vengan a mí, todas a mí y me colmen con sus tocamientos difusos para sentir que puedo viajar a través de vosotras, alocadas manos!
                 No hubo que esperar mucho, media docena de manos se afanaron en complacerla de lleno, de complacerla en los requerimientos más caprichosos e íntimos que un ser pueda solicitar en estos tiempos que corren. Una mano, de hombre, nada vergonzosa, se posó en la sima del talado monte y no tuvo prejuicio para continuar con la labor de antiguos conquistadores de lascivos cerros, pero en este caso, en el de dicha mujer, su despejado bosque, en muy pocas ocasiones había sido invadido por semejantes seductores, pero ella alucinaba de a poco,  minuto a minuto, en instantes cortos pero intensos en que su afanada vulva se retorcía con cada yema dedo que pasaba por casualidad por allí.  

     
Continuará.....................   
fOTOGRAFÍA: ara.