lunes, 2 de julio de 2012

¡LA EXCITACIÓN!


                                            

                                                   PARTE 3

                ¡Comenzamos con un juego didáctico pero algo complicado, el ajedrez! Mayoritariamente desde los primeros años, los niños y las niñas eran guiados al encuentro de este juego para fomentar la concentración. Yo lo propuse por una razón, los tres estaríamos sentados a la mesa por mucho tiempo, y entre jugada y jugada, el silencio traería ideas renovadoras a nuestras mentes. En estos años, mi comprensión respecto al sexo era escasa, pero desde siempre experimenté una atracción carnal y directa hacia el conocimiento de lo que no estaba a la vista; deseaba saber la composición de las cosas ocultas y su textura. ¡Mi prima y su amiga poseían vivencias prácticas que hasta ahora no formaban parte de mi experiencia! ¡Mis intuiciones estaban basadas en teorías de viejos libros leídos a escondidas, y mi prima y su amiga llevaban algunos pasos por delante de mí respecto a estos temas!
                Mi prima, que por motivos domésticos la llamaremos por un nombre quimérico, llevaba un desarrollo admirable. Un progreso físico en todos los valores de su cuerpo. La amiga menos, pero lo que le faltaba en madurez carnal, lo poseía en voluptuosidad con toques de ingenuidad, que me provocaba excitaciones al saber que estaríamos juntos toda la tarde frente al tablero de ajedrez. ¡Éramos adolescentes con inquietudes concretas! Con el tiempo comprendí que no pertenecíamos a una llamada minoría anormal que se complace con un pensamiento avanzado para nuestros escasos años de vida. En  estas edades, el descubrimiento sexual se debe tener siempre en cuenta por los tutores, porque la primera bocanada de aire al nacer, es un hecho sensualmente natural.
                ¡Todo lo que ocurrió entre los tres en el verano fue excepcional! No dominábamos los conceptos reales de las palabras ante un sentimiento o una emoción, pero lo que hicimos, nos hizo sentir que estábamos viviendo un acontecimiento especial, y que nuestro cuerpo era un cómplice perfecto que se sentía muy a gusto con los continuos encuentros entre los tres. ¡Concebimos un juego reponedor de apetitos e ilusiones ocultas, que hasta entonces pertenecía a nuestra intimidad imberbe! Nos olvidamos de las horas para refugiarnos en la complacencia, y llegamos a desmenuzar cada táctica y ataque del contrario, hasta perfeccionar un jaque perpetuo que mantenía siempre en vilo al rey. ¡Naturalmente que en cada partida, las damas dominaban!   
             

Continuará..........................            
 
 FOTOS: ARA Y MANDY.