"EL OLFATO"
(Capítulo XVII)
¡Llenó los pulmones intentando
robar todo el oxígeno que rodeaba a su amante, y de un solo golpe respiro su
boca y su sudor!
La boca del chico jugaba a
deslizarse por el rostro de la joven sin miedo al peligro. Con los labios
húmedos, producto de todos los fluidos corporales, se dedicó a esquiar desde la
frente, hasta la punta de la barbilla de la hermosa doncella. En zigzag la
lamía, la besaba, y la chupaba. ¡La estaba disfrutando sin límite de tiempo y
sin escatimar recursos! ¡Su vida y sus horas ahora tenían dueño!
No sabe cómo, pero de tanta
entrega se sintió un especialista. --¿Cuál
es el secreto para tanto disfrute?-- No lo sabía, pero en realidad no le
importaba demasiado. --¡Esto de por sí es
especial!-- Se dijo. --¡Porque buscar
una explicación, esfuma la magia! ¡Ahora estoy en su barbilla y me voy a lanzar
en picada hasta que la piel termine!-- Dicho y hecho, lo cumplió. Extrajo
de la boca la lengua, y la depositó sobre el cuello de la chica.
¡Se lanzó!
Ella no se quedó impasible, se
aferró al torso del joven, y con toda intención, le clavó las uñas en la
espalda. --¡Así no te escaparás, eres
mío!-- Y una amplia sonrisa se vio desde la ventana.
Lo había atrapado con sus
brazos, pero pensaba que a lo mejor no era suficiente, necesitaba estar segura
de que no escaparía. Claro que lo había pensado desde mucho antes. --¡No se escapará si lo rodeo con mis
piernas!--
Y lo hizo.
Sus pies se enlazaron en la
espalda, y su vagina cumplió la función de ventosa en el torso del amado.
¡Ahora los dos viajaban sin
rumbo, y lo más importante, no deseaban llegar!