(CAPÍTULO
XXXIX)
Con toda intención y rompiendo su
promesa, Álvaro dejó que su lengua rozase la parte más prominente del clítoris
de Diana. Para ella esto fue sin duda una cálida sorpresa. Él le había
prometido que únicamente la gozaría con la mirada; pero ya se sabe por
incontables hechos en la historia de la humanidad que la mayoría de las
palabras confesadas están expresadas, o escritas, con la oculta intención de
incumplirlas en algún momento.
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¡Por favor no! --le rogó Diana cerrando los ojos-- ¡Ahora estoy viajando entre
las flores! ¡Me siento que estoy flotando! ¡Soy como una libélula que busca
amparo en la nada! ¿Por qué me has tocado con tu lengua? ¡Ahora……., quiero más!
¡Quítame la libertad para quedarme por siempre en tus brazos!
Los pensamientos de Diana
incidieron sobre los sentidos de Álvaro que estaba muy cerca de perder
completamente el control.
Ella continuaba viajando entre
la verde vegetación mientras la lengua de Álvaro vibraba de fruición entre las
paredes vulvarias de su amada.
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¡Te he prometido comerte con la mirada, pero la presencia de tus carnes
sonrosadas sobre mi cara me ha hecho dudar! ¡Estas aguas inquietas destruyen mi
paciencia! ¡Estoy perdido entre tu ser y por instantes me siento que no soy
nada en la inmensidad de tu fuente!
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¡No digas más mi amor, que voy a perder las emociones entre tu lengua y la
arena! ¡Mírame, entra con todo lo que tengas y puedas en mi mundo, y, no me
abandones jamás!
Los amantes divagaban sobre la orilla de
la playa mientras los recuerdos y las sensaciones golpeaban con insistencia sus
zonas más sensibles.
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¡Ahora estoy viendo el aleteo de una mariposa sobre mi cara! --Álvaro no se
quería perder detalle del sorprendente mundo que hasta ahora ocultaba Diana
entre sus piernas-- ¡Mira, tienes granos de arena, granos de arena que se han adherido
en toda la sima de tu grieta! ¡Voy a unirlos con los dedos hasta formar un abalorio,
para que rueden por tu vagina!
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¡No……., por favor……., no! --le suplicaba, Diana le suplicaba con gritos de
placer.
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¿Lo que no se si agruparlos con mis dedos o con mi boca? ¡Tengo muchas dudas!
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¡Haz lo que desees……., pero rá…….pido, que me voy acorrer sobre tus ojos!
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¡Siento el aroma de perfúmenes salados en el airé mezclados con espigas de
lavanda esparcida por tus carnes, y se me antoja que es un delicioso bollo bañado
con melazas naturales!
Diana no se podía permitir
abrir los ojos, pero si el alma, y también sus goces.
Sin darse a penas cuenta,
sintió que un fluido azucarado se escapaba de sus íntimas partes, y convulsionó.
CONTINUARÁ....................................
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