(CAPÍTULO
XL)
La luz comenzaba a disminuir
en la apacible playa que descansaba sin la menor ansiedad. Los aletargados
amantes prolongaban sus juegos amatorios sin prisas, dejando sus reflejos
intactos, a la benevolencia de las olas y a las triquiñuelas del propio viento.
Diana dejó escapar su intenso
amor por sus partes dúctiles, y entre gotas espesas de placer y orgasmo, la
cara de Álvaro se rebosó de fantasías aromáticas y jugosos caldos.
¡Por los ojos, la nariz, las
orejas, la boca, el pelo, y la cara en general del joven, discurrió el delicado
ungüento de poderes milagrosos!
Ella se inclinó aún más, y él
debilitó su boca para que el caldo cayese en su garganta y no se olvidase sobre
la blanca arena.
¡La última gota se deslizo con
la ayuda de los dedos de Diana que oprimió su vagina para dejar el menor resto
posible en su interior! ¡Ella estaba feliz porque su amado degustaba con
embriaguez lo que nunca antes había brotado de su interior! ¡Lo único con
anterioridad expulsado por su orificio había sido fue pis; pero en esta ocasión
los bálsamos y los almíbares se fundieron sobre el rostro de Álvaro que
disfrutaba como un infante ante una dulcería!
__
¡Tiene un esplendido sabor agridulce! --afirmó Álvaro mirando desde su posición
la vagina de su amada que aún destilaba restos de fluidos-- ¡Sobre mi lengua
siento una mezcla de canela y esencias de espliego que fortalecen mis dudas!
¡Sí! ¡Estoy seguro, es una consistencia muy parecida al azúcar cuando comienza
su caramelización! ¡Esto es extraordinario!
El joven tragó en seco la
abundante porción que guardaba en su lengua y cerró los ojos para no
equivocarse. Respiró, y esperó que le llegasen las sensaciones
__
¡Es delicado como el almíbar pero intenso y espeso como los mejores aceites de olivas
del mediterráneo! ¡No es amargo, más bien con un punto picante y salado que me
recuerda el fruto del mamoncillo! ¡Detrás de los sabores más cálidos siento el
fluir de una variedad suprema de avellanas que la degusto con pasión! ¡En mi
garganta se quedó el profundo mar y la plácida pradera repleta de percepciones
nuevas y turbadoras!
__
¿Qué haces, no sigas? –Diana se retorcía de gusto sobre la cara de Álvaro que
no dejaba de expulsar melosas palabras. Cuando pensaba que el fluir había
terminado, una marea de bebidas ambiguas salió de sus animados labios al
exterior-- ¿Por qué……………..? ¡Ahora saboréalo con todo tu ser mi amor!
Le dijo Diana, y esperó que la
lengua de Álvaro una vez más entrase por la puerta sin avisar.
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