EPISODIO
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Rebeca descansó todo el día y
la señorita Ángel decidió no hacerla pasar por la agotadora prueba hasta que no
estuviese recuperada del todo. Esta mujer le demostró a mi madre que es capaz
de sobreponerse a las dificultades para alcanzar un proyecto determinado, y
esto es válido y suficiente para los objetivos de mi madre. No se lo expresó,
pero con toda seguridad la señorita Rebeca formaría parte del selecto elenco de
La Pequeña Bumel.
Para no perder
el día, y no hacer esperar demasiado a las demás aspirantes que se amontonaban
en la entrada de la residencia que la amiga de la señora Adolfina había cedido
con mucho gusto, la señorita Ángel tomo la certera decisión de comenzar por una
de las pruebas colectivas. Aprovechando que el señor Fornicio se presentó en la
residencia para trasladar algunas cosas que le había solicitado mi madre desde
bien temprano en la mañana, lo retuvo para preguntarle si estaba dispuesto en
colaborar con ella.
__ ¿A qué se refiere en concreto? –Preguntó Fornicio con cierta duda.
__ ¡Por ejemplo, para comenzar y no perder tiempo necesito que le tomes
el nombre y los demás datos a cada una de las mujeres que esperan fuera! ¡Las
llamarás por orden y una por una, y en este cuaderno dejarás las reseñas de
cada una de ella, lo harás tú solo en una de las habitaciones de la casa, por
ejemplo en uno de los dormitorios! ¿Te parece bien?
Le preguntó mi
madre sabiendo que Fornicio por el simple hecho de mantenerse el mayor tiempo
posible lo más cercano a ella, aceptaría la proposición.
__ ¿No sé si valgo para esto? ¿En el dormitorio? –Fornicio temblaba
nada más pensar en lo que le había propuesto mi madre.
__ ¡Sí en el dormitorio! –Le contestó mi madre-- ¡Naturalmente que
vales para esto y para muchas cosas más! –Las palabras de mi madre lo
ruborizaron.
__ ¿Es lo único que tengo que hacer? –Preguntó una vez más Fornicio.
__ ¡Por ahora sí y es suficiente! ¡Recuerda una por una y la entrevista
la harás en el dormitorio!
Fornicio aceptó
pero algunas dudas no fueron despejadas por mi madre, pero acepto que era lo
que andaba buscando la suspicaz señorita Dulce Ángel de Morales. Dejó a
Fornicio solo frente a la multitud de mujeres que no esperaban esta sorpresa.
Fornicio se presentó ante la puerta exterior con un lápiz en la mano derecha, y
en la izquierda el cuaderno que le entregó mi madre.
_ ¿Quién es al, digo la pri….mera en la, la que sigue en….la co…la?
¡Qué pase! –La última frase fue la única que le salió fluida.
La señorita
Ángel hizo pasar de una vez a diez mujeres y las colocó en el centro de la
habitación.
__ ¡Comenzarán haciendo un círculo, se moverán en la dirección que
estimen oportuna, pero siempre en el propio círculo, sin salir de él! ¡Podrán
improvisar lo que se les ocurra el tiempo que necesiten, pero al final deben
quedar completamente desnudas alrededor del círculo! ¡Por último, no deben
hablar ni ponerse de acuerdo en nada, aunque se podrán relacionar entre sí sin
ninguna limitación! ¡Recuerden, en el círculo, actuando, sin hablar, y desnudas!
¿Entienden?
No hubo
preguntas. Naturalmente que no entendieron nada, pero después de presentarse
para un trabajo nada particular, y conocer a una mujer nada particular que se
hace llamar señorita Dulce Ángel de Morales, cualquier cosa podían esperar de
la pasmosa mañana las aspirantes a La Pequeña Bumel.
Continuará........................
DISEÑO
GRÁFICO: MANDY BLUEE.
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