domingo, 24 de febrero de 2013

EPISODIOS 1 Y 2


                                                         


                           "LA VIDA SECRETA E ÍNTIMA DE AGAPITO MORALES"


                                                          EPISODIO 

                                                 --- 1 ---


                Mi nombre es Agapito Morales y Morales, y desde que nací, mi vida íntima ha estado en boca de todos. Llegué a este mundo para finales del mes de marzo, del año mil novecientos sesenta, en un pequeño pero pintoresco burdel a las afueras de la comarca de Bumel. Mi madre, siendo muy joven, no quiso escuchar a la razón, y por amor, cruzó el atlántico siguiendo los pasos de un veterano oficial Turco. Lo dejó todo y marchó a lo desconocido. Su único equipaje era la pasión que sentía por el hombre uniformado. Su único capital, su cuerpo. Pensó que el amor estaba por encima de todo, pero no fue así. El amor duró lo justo, lo que tenía que durar; el tiempo necesario hasta que su vientre comenzó a tomar forma de globo terráqueo. Fue cuando el oficial pensó que era hora de terminar con la paz y declarar la guerra. Una mañana al despertar mi madre, se encontró una nota del oficial Turco sobre su cama. Le comunicaba que marchaba al frente. El oficial se perdió para no ser testigo de lo que estaba por llegar,  y mi madre quedó sola y con una vida en las entrañas. Mi madre nunca supo la batalla que debía librar, y a las pocas semanas de continuos lamentos abortó. Entonces pensó que era hora de dejar Turquía y regresar a donde nunca debía de haber partido. Llegó a Bumel y comenzó una nueva vida, con un negocio propio y muy personal. Mi madre aliviaba las tensiones del día a día de sus clientes. Utilizaba sus cualidades profesionales para relajar el alma y el cuerpo de todos los que pasaban por “La pequeña Bumel”. Así bautizó mi madre su negocio, en honor al pueblo que la acogió, y que de cierta forma, parte de la población estaba muy agradecida con sus servicios.
                Por estos años nací yo, pero mi madre siempre negó que fuera hijo del oficial turco, por este episodio que les he contado. La historia del aborto, y de mi padre fantasma, no me ha dejado dormir desde que comencé con mis primeras preguntas. Según mi madre, mi padre, de apellido Morales, llegó una noche a “La pequeña Bumel”, cinco minutos antes de cerrar el local. Buscaba ayuda urgente, y se quedó hasta el amanecer, cuando los primeros rayos de luz se asomaban por el horizonte. Después de recibir la terapia, que por vez primera se extendió como nunca, jamás volvió por el negocio. Eso me contó mi madre, pero algo me dice, que la verdad está algo más oculta.
                No es que mi madre me haya contado poco, es que mi pasado consta de una sola versión, una historia fuera del común de los sentidos. Una historia íntima. Por algún motivo desconocido por mí, se ha mantenido en secreto. Ahora haré lo imposible, por conocer la verdad de mis orígenes. Tengo en mi cabeza, cada una de las imágenes de aquellos momentos en “La pequeña Bumel”. Horas y más horas atisbando detrás de la puerta, viendo como mi madre realizaba con arte su trabajo. Todos estos recuerdos vividos durante muchos años, más lo que pueda investigar en el presente, serán de gran valor para conocer la verdad sobre mi vida. ¿Quién fue mi padre? Soy Morales y Morales, por mi padre y mi madre. Casualmente, el segundo apellido de mi madre es Morales. ¡¡Comienza la búsqueda!!

                                         EPISODIO
                                             ---2---

                 Por aquellos años, Bumel estaba en pleno florecimiento. Aunque sus habitantes no pasaban del millar, las calles estaban repletas de visitantes que llegaban continuamente desde los rincones más insospechados del planeta. Muchos hacían  escala en Bumel para pernoctar y tomar provisiones antes de continuar el viaje. Se detenían solamente una o dos noches; pero la mayoría de ellos jamás partieron, y sus vidas se detuvieron por siempre en Bumel. Quedaron fascinados al probar los encantos de la pequeña Bumel.  Otros,  a sabiendas del tráfico de personas y el comercio de cosas no del todo legales, pensaron que tendrían una oportunidad para enriquecerse en estas calles, que se mostraban abiertas y comprensivas con todos los forasteros. Naturalmente que no lo pensaron por segunda vez, y comenzaron su cruzada a todo lo largo y ancho de la comarca.
                 Llegaron comerciantes arruinados con la esperanza de encontrar una salida a su malograda vida. Acudieron traficantes de poca monta que esperaban encontrar en Bumel el paraíso  soñado para desarrollar sus pensamientos especulativos y hacer un buen capital con sus géneros. Soñadores,  poetas,  y filósofos, en busca de cantidad y variedad humana para que el espíritu y el alma se inspiren de una vez y por todas. Amantes despechados, asesinos no confesos, rateros olvidados en calles sin nombres, mutilados de guerras perdidas. Un sin fin de viajeros incansables en busca de un pretexto para permanecer y echar raíces en cualquier trozo de tierra que los acoja, por si el destino decide que la partida ha terminado. Charlatanes, curanderos, adivinadores, y creadores de pócimas milagrosas que mantienen los pensamientos despejados, y las carnes perpetuas. Científicos olvidados, profetas no aclamados, brujas arcaicas y brujas renovadas.  ¡Jueces sin procesos, pero con talento necesario para imponer el reglamento! Saltimbanqui, soñadores, artista, creadores en general en busca de inspiración,  y otros en espera de ser  reconocidos. También se dejaron ver por aquellos años, militares, jóvenes y añejos militares, que exhibían sus medallas con altivez ante los ojos de los infelices civiles. ¡Militares de conciencia, pero de conciencia torcida! En resumidas, hombres y mujeres, que en la distancia le llegó de oídas, que en una pequeña comarca de un lejano país, el mundo giraba en otra revolución.
                 Y por  estos  años,  algunos más, o algunos menos, llegó por segunda ocasión mi madre a Bumel. Trajo consigo sus penas, sus rencores, y su eterna soledad. También llevó consigo un plan. En su cabeza, una idea le venía dando vueltas desde que la abandonó el militar turco y se quedó sola. Tomó la simple decisión de dejar Turquía,  porque los buenos momentos habían partido, y no esperaba un milagro. Todo estaba bien claro, la relación estaba terminada, y sus ilusiones habían saltado en mil pedazos por los aires. Fue entonces cuando pensó en tomar alguna venganza, pero no una simple venganza. Su idea estaba diseñada pensando en una escala mucho mayor.  Abrir un negocio que le reportara estabilidad económica, para no depender nunca más de ningún otro hombre, y para demostrarse a sí misma, que no todo estaba perdido, y que su vida merecía una segunda oportunidad.
                 Todo esto que les cuento me lo contó mi madre cuando comenzaron mis dudas y el largo listado de preguntas intencionadas. Por mi madre supe que mi padre no era el oficial turco, pero también descubrí que en su mente aún permanecía esos lastimeros años que viajaron con ella hasta Bumel. El pensamiento de mi madre, aunque no lo quería reconocer, se centraba en la venganza por todo el dolor vivido. ¡Mi madre y el militar, se prometieron amor perpetuo, pero también se juraron, que ninguno de los dos dejaría al otro por nada de este mundo! Y al pasar lo que no debía pasar, la mente de mi madre comenzó a trabajar desaforadamente, y fue cuando ideó un plan dirigido únicamente al dispositivo de poder masculino, al falo. Ese mismo falo que la dejó sin sentido y transportó por valles y montañas desconocidas hasta ahora por ella. Al falo que amó y acunó entre sus piernas en las largas noches de lujuria. Pero también al falo, que sin avisar, se marchó un día con la cabeza baja y sin mirar atrás.
                 Mi madre sabía lo que hacía, y aunque no lo parezca, cada detalle por muy pequeño que se muestre, lo había estudiado hasta la perfección. Estaba convencida de su venganza, y nada ni nadie la harían cambiar. ¡Se repetía una y otra vez, que las promesas están para cumplirse, y en esta ocasión, ella velaría porque así fuera! ¡Su plan estaba en marcha, había comenzado! Ahora nada más  le faltaba encontrar el instrumento de enlace con su objetivo. ¿Cómo poder reunir la mayor cantidad de falos sin voluntad, descarriados y prepotentes sin tener que ir a por ellos? Después de mucho pensarlo, se le ocurrió lo que ella llama, “la venganza retributiva” ¡Una casa de adiestramiento fálico con recompensa en metálico! Bumel no sabía que su nombre dejaría la pequeña y provinciana comarca para atravesar fronteras y mares, para ser repetido hasta el aburrimiento. Los que llegaban a Bumel de paso, jamás partieron, se quedaron hasta que sus huesos se mezclaron con el viento.
                 ¡Por todo esto y mucho más, mi nombre, Agapito Morales y  Morales está en boca de todos; porque mi madre, un día determinado, abrió “La pequeña Bumel”! 

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