domingo, 24 de febrero de 2013

EPISODIOS DEL 11 AL 20






            "LA VIDA SECRETA E ÍNTIMA DE AGAPITO MORALES"

                                                    EPISODIO
                                                       -- 11 –

                Mi madre era consciente que sus ahorros no cubrían la totalidad de los gastos. Para levantar el negocio que tenía en mente necesitaba mucho efectivo, pero demasiado, para ponerlo en marcha. No había contado con las licencias de rigor, la decoración del interior que amenazaba con ser amplia y variada, fondos para la contratación de las chicas, el personal de limpieza, publicidad, y todo el entramado que requiere “La Pequeña Bumel”. Con los días mi madre se dio cuenta que posiblemente la publicidad no sería necesaria para apoyar la apertura. Los mismos trabajadores que llegaron a la obra movilizaron al pueblo, la voz se fue desplazando como el viento, y en las comarcas más lejanas se hablaba del futuro centro de relajación de los sentidos y el cuerpo, no se de dónde sacaron este nombre, pero a mi madre le benefició y optó por no invertir ni un céntimo en promover su casa de citas.
                El nombre de Dulce Ángel de morales se esparció más de prisa que el fuego, y mi madre se sintió alagada con el cumplido. Decidió reafirmar su postura  y dejó que el pueblo y los visitantes ocasionales, la contemplaran boquiabiertos al verla pasar. ¡No eran solamente los hombres, las mujeres, o los niños los que quedaban desconcertados con su presencia, también los perros movían los rabos y giraban sus cabezas cuando Dulce Ángel de Morales se movía con desparpajo por las calles de Bumel! ¡Esto fue nada más que el comienzo!
                La idea de la señorita Ángel, como le llamaban los allegados en el pueblo, surgió una mañana que caminaba por Bumel con sus vaporosas ropas de verano que más que insinuar, trazaban un plano detallado de su geografía corporal con todas sus porciones y contornos. Los hombres que no habían sido contratados en la obra, los funcionarios de paso, comerciantes, intelectuales, políticos, y todo ser viviente que salivaba al verla caminar, revoloteaban alrededor de la fuente de la plaza esperando por un gesto o una sonrisa de la señorita Dulce Ángel de Morales; pero como sabían que no llegaría, la seguían a cara descubierta por todo Bumel. ¡Fue cuando a mi madre se le ocurrió comenzar con algunos de los servicios que brindaría al abrir el local! ¡Era la solución para recaudar el dinero necesario y culminar con su empresa faraónica!
                Lo que no tenía bien claro cómo se lo comunicaría a sus clientes, y dónde prestaría sus servicios. ¡Fue entonces que pensó en Adolfina y su hijo Fornicio! ¡Serían terapias cortar y masajes concretos, para poner en acción nuevamente sus dones! Llevaba algún tiempo sin ejercer las manos, el verbo, y la mente, y pensó que para engrasar cada parte de su existencia, utilizaría como conejillo de indias a Fornicio, el hombre que la admiró con su ojo verde por la rendija mientras refrescaba su cuerpo en agua. ¡Naturalmente, si él está de acuerdo con la proposición de la señorita Ángel!  




                                            EPISODIO
                                               -- 12 –

__ ¡Señora Adolfina, necesito de usted un favor! –Mi madre la miró y desnudó las palabras directamente.
__ ¡Ya le he dicho señorita Ángel que no me trate de usted!
__ Tiene toda la razón señora, perdone Adolfina. ¡Quería hablarle sobre negocio! Sacando las cuentas sobre la puesta en marcha de “La Pequeña Bumel”, no me llegan los cuartos. ¡Necesito efectivo para miles de cosas por comprar! ¡Deseo abrir lo antes posible, terminando los obreros, en dos días lo organizo todo! –La señorita Ángel soltó su discurso de un solo golpe.
__ ¡Mi hija, a caritativa alma has venido a pedirle capital! ¡Estoy con una mano detrás, y la otra bien delante para ver que se me pega! ¡No se si le conté que cuando mi marido murió, nos dejó millones, pero millones de deudas por todos los pueblos de la comarca, y más allá de las fronteras! Era un borracho perdido, que cuando se calentaba el pico se volvía loco por meter su piltrafa flácida en cualquier hueco perdido...........
__ ¡Adolfina!
__..........por muy apestoso que estuviera. ¡Nunca me quiso! ¡Estuvo a mi lado por la posada que nos dejaba buenos dividendos! ¡................! En alguna noche perdida por el alcohol, me arrastraba hasta ponerme en cuatro patas y me introducía su pellejo...............
__ ¡Señora Adolfina!
__...............asqueroso después de sacarlo de las entrepiernas de cualquiera de las putas con que se acostaba. ¡Nunca hicimos el amor, no se lo que es hacer el amor, supongo que habría que fabricar la expresión nuevamente para sentirlo; pero es igual! ¡Él nunca hizo nada conmigo, porque todo lo tomaba por la fuerza! ¡Me echaba sobre la cama, el sofá, el suelo, cualquier lugar le valía! –La señora Adolfina respiró profundamente perdida en sus recuerdos. A mi madre no le gustaba para nada el rumbo que estaba tomando la conversación, porque la señora Adolfina como siempre, estaba haciendo un monólogo de su vida, pero esta vez con temas muy delicados.
__ ¡Mi amiga Adolfina!
__ ¡Solamente quería quitarse el calentón del cuerpo! ¡No es que le gustara como mujer, no, creo que nunca le gusté, pero para las altas horas, y lo borracho que estaba, la puta más cercana le quedaba a horas de camino! ¡Entonces recurría a la puta doméstica, la que aborrecía pero siempre tenía a mano! ¡A la estúpida que lo aguantó miles de años con la boca cerrada para que mi pequeño no se quedara sin padre! ¡Fue mi error porque después pasaron cosas...................!
__ ¡Mi querida Adolfina! –Ángel le pasó la mano por la cabeza con cariño y muy despacio. La señora Adolfina se quedó con la mirada perdida en la pared. Su rostro desencajado quedó inmóvil, solamente las gotas de sudor se movían libremente desde la raíz del pelo pasando por la frente, hasta caer por su peso al cuello. Mi madre logró con su gesto que las palabras no continuaran y que Adolfina regresara a la realidad.
__ ¿Qué me decías hija mía?
__ ¡Nada Adolfina, mañana se lo contaré! ¿Quiere dar un paseo, la noche amenaza con ser única, y no podemos perdérnosla?
¡Ángel comprendió que no era el momento para pedir favores, más bien, de darle la mano a su amiga Adolfina para tomar, únicamente el aire!
  
                                             EPISODIO
                                                 -- 13 --
                Después del largo viaje que realizó mi madre de Turquía hasta Bumel, a la primera persona que encontró al llegar y le tendió la mano fue la señora Adolfina. Este gesto le valió a mi madre para considerarla una buena persona y llevarla siempre en el lado bueno de los recuerdos; junto a los sentimientos positivos. ¡La señora Adolfina no llevó la vida apacible que había soñado cuando se casó con su marido por amor! Esta acción de unirse a un hombre y entregarle todo lo que poseía, cuerpo y fortuna, la condujo a una existencia nefasta que le acompañó hasta que no pudo más, y tomó una decisión que la recordará hasta el fin de su vida. ¡La señora Adolfina no encontró una mejor salida para ser libre, pero consideró que era la única!
               Mi madre llevaba dentro una inmensa rabia producida por un hombre, y la decisión de viajar y montar un negocio relacionado con el placer de los sentidos y la carne, fue la venganza planeada después de mucho tiempo pensándolo. ¡Ella se sintió como un objeto con fecha de caducidad, y se prometió que ningún macho viril volvería a utilizarla de esta forma! La Historia de la señora Adolfina, cuando mi madre supo de ella, la hizo suya, y comenzó una relación estrecha entre las dos. ¡Con los días la buena de Adolfina terminó relatándole a mi madre las minucias de su vida íntima hasta el ínfimo detalle, que para otra persona hubiera pasado inadvertido, fue reclutado para ser utilizado en la cruzada premeditada por mi madre! ¡Ahora la señorita Ángel sabía letra por letra, el diario de la vida de Adolfina, y viceversa, porque las dos se confesaron  el pasado con un solo objetivo, la vendetta!
                Sin saberlo, posiblemente el destino propició esta unión, y Adolfina y la señorita Ángel se alimentaron la una de la otra y crearon un matriarcado imposible de transgredir. ¡No puedo afirmarlo, porque hasta ahora no tengo pruebas suficientes para demostrarlo, pero estoy casi seguro que el pueblo no está ajeno a esta situación embarazosa, y cuando hablo del pueblo, me refiero únicamente a la población femenina! ¡Algo me dice, que entre ellas, las mujeres, han creado una especie de casta oculta, y los hombres permanecen ajenos a esta situación!      

                                           EPISODIO
                                               -- 14 –
                Mi madre después de la conversación última con Adolfina dejó pasar dos días, y le planteó con toda sinceridad el problema de liquides por el que atravesaba para continuar con su empresa.
__ ¡El tiempo es oro y no se puede perder un segundo!-- Lo primero que le dijo mi madre al verla, y fue directo al grano.
__ ¡No me asustes hija mía!—Le respondió Adolfina.
__ ¡Señora Adolfina, usted ha sido sincera conmigo y yo no puedo ser menos! ¡Necesito dinero urgente para que la empresa no se detenga! ¡Sí, se que usted no tiene cuartos, y no es lo que le pido! ¡Simplemente escúcheme!
__ ¡Soy todo oídos mi querida Ángel! –Le respondió Adolfina con curiosidad.
__ ¡Eso está muy bien mi querida amiga, pero solamente oídos! –Mi madre continuó sin hacer pausas.-- ¡Como sabe tenemos muchas cosas en común y lograr que este negocio funcione sería un logro colectivo! ¡Simplemente le pido que me deje su casa hasta sacar lo necesario para poner en pie a La pequeña Bumel! ¡Trabajaré día y noche si fuera necesario para que las obras no se detengan! ¡No se cómo haremos para convivir todos juntos, usted me podrá dar algún consejo!
__ ¿Se refiere a los mismos servicios que brindaría en La pequeña Bumel cuando se ponga en marcha?—Preguntó Adolfina con indudable curiosidad.
__ ¡Los mismos, los mismos, posiblemente no, pero estoy dispuesta a improvisar con cada uno de los clientes! –Contestó mi madre.
__ ¡Por mi parte no hay inconveniente! ¡Cuando la percibí la primera vez sabía que mi vida no sería la misma, y estoy dispuesta a nuevas emociones señorita Ángel! ¡Me gustaría conocer a fondo el negocio que va ha realizar por si puedo echar una mano con los clientes, sabe que por la lengua no hay quién se me ponga delante........!
__ ¡Un momento Adolfina, no se lance que usted es un peligro con las palabras! ¡Si lo desea conocerá a fondo el negocio, pero ahora necesito con urgencia lo que le pido!
__ ¡Está muy bien, pero no sé si mi hijo.......!
__ ¡Su hijo es cosa mía, yo sabré cómo convencerlo! –Le contestó mi madre.
__ ¡Trátemelo bien señorita Ángel, es lo único que me queda en esta vida! ¡Cuando murió el desgraciado de su padre.........!
__ ¡Lo sé, lo sé, está en buenas manos! ¡Le doy mi palabra que seré como una madre para él! –dijo mi madre.
__ ¡No le pido tanto, usted sabe! ¡Mi hijo es más o menos de su edad y hasta este momento no.............!
__ ¡Sí, se lo que me quiere decir! ¿Qué me dice?
__ ¡Trato hecho, pero tengo una posibilidad aún mejor! ¡Una de las amigas del pueblo me debe un favor muy grande, y puede que esta sea la hora de cobrárselo!
__ ¡No señora Adolfina!
__ ¡Yo se lo que hago señorita Ángel! ¡Esta amiga tiene una casa muy amplia al otro lado del pueblo y está cerrada! ¡Sí! ¡Es el lugar ideal para que comience con sus masajes, charlas de ayuda, y................... qué más me dijo que ofrecerá en La pequeña Bumel! –Ingenuamente preguntó Adolfina.
__ ¡Todo lo que tenga que ver con el placer, las sensaciones, y la complacencia de lo sensitivo a través del sexo!
__ ¿Y nada más...............? –preguntó Adolfina.
__ ¡Naturalmente que la fornicación podrá ser experimentada si algún cliente demanda la prestación! ¿Me ha comprendido señora Adolfina?
__ ¡¡Perfectamente hija mía, y no seré yo obstáculo para sus planes!! –Afirmó la señora Adolfina con los ojos inyectados en sangre. -- ¿Cuándo comenzamos?
__ ¡Cuando hable con su amiga!
__ ¡Si me disculpa, me pongo en marcha! ¡En menos de una hora tendrá una respuesta! –Y se marchó Adolfina como una colegiala en dirección a la calle.
__ ¡Mientras tanto hablaré con Fornicio! –Le gritó mi madre, pero Adolfina ya estaba en la calle.
                De esta forma comenzaron los planes de mi madre, con alguna variación, pero el objetivo final era el mismo. Adolfina antes de la hora regresó con la respuesta. La dueña al conocer el motivo de esta necesidad irremediable, afirmó con la cabeza entregándole las llaves de la casona a la señora Adolfina sin pedir nada a cambio. Todas estas conversaciones me las contó mi madre, pero los ínfimos detalles llegaron a mis oídos por la boca de Nana, que no es otra que la señora Adolfina. ¡Desde el primer minuto de mi vida, mi querida Nana no ha dejado de estar a mi lado!

                                        EPISODIO
                                            -- 15 --

                Mi madre debía hablar con Fornicio antes que llegara la señora Adolfina con la respuesta que esperaba. ¡Si no lograba convencer a Fornicio posiblemente todo estaba perdido y su objetivo truncado; pero la señorita Dulce Ángel de Morales contaba con muchas artimañas para llevar agua al desierto si fuera necesario! La mañana había terminado, y en Bumel la costumbre radicaba en dormir una siesta de al menos una hora después de comer, para más tarde continuar con la labor hasta el anochecer.
                La señorita Ángel pensó, que lo mejor sería tomar un baño para enfrentar la tarde con mejor cara. En esta época del año en Bumel la temperatura puede rosar los cuarenta grados, no siempre es así, pero cuando se alcanza, la ropa se prende al cuerpo y los movimientos se hacen lentos y pastosos porque los poros de la piel dejan de transpirar, y los sentidos se desbocan en pensamientos ciertamente pecaminosos. ¡Ángel guardaba la esperanza que estaba vez, con mayor deseo, las paredes tuvieran ojos y que estos fueran verdes!
                Ella sabía que el hijo de la señora Adolfina se encontraba dentro descansando, y que los minutos valían por su peso. Pasó por su habitación y tomó lo necesario para entregarse al baño. ¡Una toalla de algodón de color azul templado, su ropa interior preferida, siempre de color lúcido, crema para la piel, una esponja de mar, y un peine hecho a mano! ¡Nada más necesitaba Ángel para entrar y salir del baño! Estaba dispuesta a prolongar su ablución a cualquiera de las habitaciones de la casa si fuera necesario, y si en una de ellas reposa Fornicio, le demostraría su poder empresarial. ¡Exhibiría ante el señorito de la casa sus condiciones naturales en las artes sensoriales!
                ¡No lo meditó más y continuó hacia su meta! Por este orden apareció el pasillo, el baño, y la habitación del hijo de la señora Adolfina. Ángel se detuvo justo pasando el retrete y colocó su oído en la puerta del dormitorio. El silencio era absoluto. Nada se escuchaba. Esperó unos segundos pero de su interior únicamente brotó el silencio. No le dio importancia y prosiguió con lo que se había propuesto. Llegó al aseo, la única habitación de la casa sin puertas. Por delicadeza hacía la Dulce Ángel, Adolfina y su hijo colocaron una cuerda con una tela, que hacía las funciones de cortina. Al ser de día, la luz penetraba con mayor intensidad por la ventana y por las amplias grietas de las paredes que comenzaban a ser familiares para la Dulce Ángel.
                Todos los accesorios los colocó en un orden establecido por ella desde siempre. La toalla la dobló en dos, y sobre ella extendió el escaso tejido de ropa interior que utilizaba como prenda para tapar su pubis, porque el trasero quedaba exento de reglas arcaicas. A la izquierda,  y por este orden, la esponja de mar, la crema lubricante, y el peine de hueso de lobo gris que le regaló el desaparecido oficial Turco. ¡Del peine hizo el huso que seguramente el oficial Turco nunca esperó! ¡Un instrumento de trabajo!
                Una de las mejores cosas de la maltrecha casa era el tonel de madera que hacía las funciones de tina de baño. Y si este no era su uso, Ángel se encargó que lo fuera las veces que tomaba un baño en él. El agua siempre estaba limpia, como si brotara de un cristalino manantial. ¡Alguien al conocer este hábito de Ángel, se encargó de mantenerlo impecable! Lo importante en este momento era el baño, y captar la atención del posible espectador de ojos verdes. ¡Dulce Ángel de Morales, comenzó a desnudar su cuerpo como si esta vez lo hiciera por primera vez!         

                                        EPISODIO
                                            -- 16 –
                Desde que Dulce Ángel de Morales entró al baño con todos sus complementos, transitó un buen periodo de tiempo. Su objetivo consistía en asegurarse que el observador estaba en su puesto para comenzar a desnudarse. No deseaba fracasar porque el futuro del negocio estaba en una cuerda floja. Ella sabía que los ojos verdes se dilataban algo más de lo normal cuando miraban por la hendidura. Y en honor a la verdad, Ángel sintió curiosidad la primera ocasión que presintió que la observaban, la segunda placer, y ahora, cuando supo quien era el portador de los inmensos ojos claros, deseó desnudar su cuerpo varias veces al día para que Fornicio la descubriera; porque ella, comenzaba a perder la cabeza con los calores fatigosos de la pequeña Bumel, cuando sentía su presencia en el baño. Estaba algo más que dispuesta a mostrar sus encantos y su arte al eterno mirador de hendiduras.
                ¡El espectador llegó silenciosamente y se posesionó en la misma ranura de siempre, la que permanece en el sitio perfecto para contemplar todos los ángulos del desvencijado cuarto de baño! Ángel sabía que era el momento justo para eliminar las ropas de su piel. Su arte no radicaba en un desnudo delicado o sensorial, no, ella desabotonaba las prendas y solas caían al suelo por la fuerza de la gravedad, sin poner sensualidad en el hecho de desnudarse. Simplemente liberaba su cuerpo de las ataduras para rendirle culto a solas o en compañía. El magnetismo de Ángel arrastraba consigo los preceptos morales, y la pujanza de las voluntades más arcaicas hasta doblegarlas a su antojo. Las prendas de vestir en muchas ocasiones conforman las personalidades de sus portadores, la elegancia y la belleza de los mismos; pero en mi madre, era todo lo contrario. ¡La contemplación del cuerpo desnudo de Ángel provocaba la detención del ciclo normal de vida en un cuerpo sano! ¡Creo la arritmia perpetua y con carácter irreversible en los corazones de todos los que la vislumbraban! Mi madre por conciencia, fue una reponedora de órganos olvidados y dormidos.
               ¡Su cuerpo quedó completamente al natural antes que parpadearan los ojos claros! Esto que les voy a relatar, no lo escuché por boca de mi madre. Ella me contó como siempre, hasta donde quiso que yo supiera sobre el pasado; lo demás, lo escuché por boca de Fornicio que pasado el tiempo, aún su voz continúa templando al rememorarlo. Ángel quedó con cada uno de sus encantos manifestándose junto al tonel de madera. Se giró y le dio la espalda a la pared observadora, para que Fornicio se sintiera cómodo desde su posición. Se apoyó en el borde del depósito y metió la cabeza junto con le torso en el agua. Su pecho se sumergió en la frescura del líquido límpido, mientras que sus pies quedaron en el aire a la altura de la mirada secuestrada entre los tablones de madera. ¡Fue cuando aprovecho el momento para dibujar con los dedos de sus pies un corazón!
                Cada una de las nalgas de Ángel se movía llevadas por el impulso de las inclinaciones independientes de sus piernas. ¡Fornicio a su pesar, contuvo la respiración, y las cavidades de sus ojos se pegaron de un golpe al carcomido madero! La señorita Ángel se introdujo algo más en el agua, y entre su trasero brotó una deliciosa fruta carnosa expuesta a los sentidos de Fornicio. En absoluto esplendor los labios vaginales le arrojaron un beso a la pared del eterno mirador. Los músculos de la vagina se dilataron en un estertor de goce, y se contrajeron, en forma de invitación subliminal. ¡Una incitación directa para que el mirar penetre en las profundidades cálidas de lo desconocido! ¡Ella lo abrió todo, si él no intuía este convite, pasaría con las demás armas a un ataque directo!   

                                         EPISODIO
                                           -- 17 –

¡El cuerpo desnudo de la señorita Ángel comenzó hacer estragos  del otro lado de la pared de madera! Una liberal y prodigiosa vagina se le interpuso en los ojos de Fornicio. El hombre de actitud tímida, posiblemente nunca antes había tenido tan de cerca el fruto carnoso que oculta una bella mujer entre las piernas. Los sudores y las tensiones se reflejaron en cada uno de los órganos del fornido Fornicio.
                ¡El agua se fue deslizando en diminutas gotas por cada rincón de la piel de Ángel! ¡Su propósito lo había alcanzado! ¡Los amplios ojos verdes estaban concentrados en la anatomía generosa de mi madre! El siguiente paso y el más importante, lograr mantener la atención en el lugar hasta finalizar el baño. Para Ángel nada era imposible, lo complicado residía en alcanzar un nivel mayor en cada demostración, sin que decayera el interés. ¡Agotador pero no imposible!
                Entre la pared y la cuba con agua no existía obstáculo alguno. Una línea recta que no dejaba a la imaginación actuar, porque todo, absolutamente todo se podía contemplar. Una voluptuosa mujer que en cada movimiento mostraba un ángulo mejor para ser observada. ¡Del otro lado la respiración comenzó a entrecortarse! Fornicio jadeaba en variados intervalos, y de su frente las gotas de sudores comenzaron a caer sobre sus ojos mirones.
                Desde la posición del observador, las carnes de Ángel se iluminaban con el reflejo del agua. Él pensaba que ella no era conciente que la estaban observando, y desde su perspectiva privilegiada, acomodó la cara, las manos, y su miembro, que amenazaba con prolongar la expansión dentro de sus calzoncillos hasta  chocar contra la pared. ¡Fornicio se confió, y Dulce Ángel de Morales exhibió todas sus armas!
                Sobre su espalda el cabello mojado chorreaba, y el agua continuaba su rumbo por las nalgas firmes hasta alcanzar la hendidura de las mismas y perderse en la oscuridad de su ano. Ella continuaba balanceándose en el borde del tonel, y las piernas al aíre insinuaban, mostraban, y ocultaban un mundo profundo por escrutar. Su culo contrastaba con la carnosidad rosada de sus labios vaginales, que se mostraban soberbios cuando las piernas regresaban a su posición para complacer la mirada. Se inclinó aún más sobre la  inmensa cuba. Dejó las piernas en el suelo en un ángulo de cuarenta grados, y tomó la esponja a la vez que contraía y relajaba el esfínter.

                                     EPISODIO
                                         --18—
                El orificio de la pared no fue suficiente para que Fornicio disfrutara del espectáculo. Sus ansias se hicieron enormes, las pupilas se dilataron, y su pene brotó por uno de los botones del pantalón en busca de algo más que la luz. Experimentó un fuego interno que se desplazaba por su cuerpo hasta abrazarle la piel y los órganos; fue entonces cuando sintió un deseo imperioso por masturbarse. El hijo de la señora Adolfina nunca fue ducho en amores, y de sus relaciones íntimas no se puede hablar con seguridad. Las habladurías sobrepasaban la comarca, y se afirmaba que aún seguía siendo señorito.
                Ángel utilizó la esponja para empapar de jabón su contoneante vagina. Esta vez decidió girar el cuerpo y ponerse de frente al orificio de la pared. ¡Ahora las dos rendijas se verían las caras! Toda ella estaba húmeda. La esponja llegó en el momento justo en que Fornicio estrangulaba con su mano la cabeza de su miembro. Esto siempre lo hacía para detener la eyaculación. Afirmaba que una vez que el semen corre por su mano, poco queda para el placer. El espacio de estar a punto de experimentar el fluir de la leche al exterior indudablemente era irrepetible; por todo esto, aguantaba como un héroe para no desperdiciar la vanidosa infusión. 
                Hacía un buen rato que el hijo de Adolfina se  masajeaba con insistencia su verga. De vez en cuando, y de forma involuntaria, su mano chocaba con fuerza contra la pared de madera. Del otro lado mi madre conciente de su dominio, expandía sus encantos desnudos por toda la habitación. Ella quería sentir con mayor intensidad la respiración de Fornicio. Se detenía en cada movimiento y lo dilataba al extremo para esperar una respuesta del señorito Fornicio.
                Decidió que era el instante justo para bañar su vulva. Con precisión pasó la esponja desde el monte de Venus hasta el laberinto del minotauro. ¡Todo muy lentamente para que los pliegues hicieran su recorrido de un lado a otro sin influir en su forma! ¡Cambió de perfil, se distorsionó y se esparció de una manera descomunal por sus entrepiernas! ¡La rica y poderosa abertura del “dulce ángel” hizo entrar en taquicardia a la inmutable pared! Ella esperaba que de un momento a otro el contenido chorro de semen humedeciera su piel.

                                         EPISODIO
                                             --19--
                La esponja entraba y salía por las piernas de Dulce Ángel sin encontrar un motivo para detenerse. Su clítoris sobresalía de forma descomunal entre sus voluminosos labios. ¡La afortunada esponja con su constante insistencia ruborizó cada detalle de la formidable fisonomía del apetecible coño de la señorita Ángel! A estas alturas a la agotada esponja de mar no se le podía pedir más. En muy corto espacio de tiempo recorrió los relieves del llamativo monte de Venus de mi madre sin dejar un solo rincón sin explorar.
                La pared desde hacía algunos minutos había dejado la prudencia para sumarse al ritmo contagioso de la mano de Fornicio. ¡El pobre hombre marcaba cada vez con más intensidad los nudillos de su mano en la vieja madera! Se masturbaba sin conciencia y sin medida. Sin llegar a esperar como en otras ocasiones a que la imagen de Ángel cambiara de posición ante su agujero. Perdió todo el sentido de la cordura y del compás; porque la métrica dejó de ser agradable para transformarse en un caótico concierto de ejecutores disléxicos. ¡Su mano golpeaba sin orden sobre la pared que amenazaba con venirse abajo!
                Mi madre pensó que era la hora de cambiar de estrategia o Fornicio podía perder los sentidos. Dejó la esponja de mar sobre la silla y se introdujo en la cuba para aclarar su cuerpo. Metió completamente la cabeza en el agua para que el jabón desapareciera por completo de su piel. Todo lo hizo en pocos segundos para no perder tiempo. Atrapó la toalla pero inmediatamente la soltó para ir en busca de la crema lubricante. --¡Será lo mejor!—Pensó mi madre porque sabía que poco tiempo le quedaba. Fornicio había dejado de bufar y podía ser un mal síntoma. ¡Si eyaculaba todo estaría perdido!
                En la pared se desencadeno la calma. Dulce Ángel acabó por salir de la cuba, y sin terminar de asentar el segundo pies en el suelo, comenzó a chorrear de crema su cuerpo. Con destreza y gracia fue esparciendo desde este momento el ungüento muy lentamente por sus brazos, por los codos, por los hombros hasta llegar al cuello y continuar en sus pechos que aún vertían agua. El agua transparente y clara que no deseaba marcharse de sus pezones sin dejar una gota de recuerdo. En este instante se escuchó a una garganta tragar en seco, y acto seguido el monótono golpeteo sobre la madera. ¡Fornicio había regresado a su labor manual!   

                                     EPISODIO
                                        -- 20 –
                El tiempo que había ganado Dulce Ángel al dejar la esponja sobre la silla y tomar la crema corporal, estaba a punto de perderlo. Fornicio con su destreza habitual puso mano a su falo y comenzó a friccionárselo con la certeza de que algo sacaría en claro de su reiterada acción. Ella dispersó por todo el baño un repertorio de objetos para apoyar con hechos concretos su petición mercantil. La duda en Ángel estaba descartada porque poseía en las venas el arte de la seducción. Mi madre después de su mayor fracaso amatorio acarreó con las riendas de sus sentimientos. Se dijo así misma que desde ahora y por siempre, las bridas las llevaría para que el amante nunca se desbocara. ¡Sabía que debía utilizar la crema a la par que sus argumentos!
                Con una mirada de reojo confirmó que Fornicio se estaba masturbando sin despegar el ojo del agujero. Por una parte esto era una buena señal, porque el hombre intentaba consolarse con cierto control sobre sus impulsos. Si Fornicio después de disfrutar del cuerpo desnudo de mi madre en todas sus posiciones, continúa su labor con los ojos cerrados, el semen llegaría más de prisa que las aguas de mayo a la maltrecha pared. ¡Las masturbaciones sin mirar se deslizan como las ideas incómodas por la cabeza, buscando la salida más cercana al exterior!
                No lo pensó más, y sin dudarlo, fue en dirección a la pared del consagrado orificio y acercó su boca al mismo. El jadeo y el sonido seco sobre la madera desaparecieron. Tenía clara sus intenciones, pero antes debía hacerle la pregunta al hijo de la señora Adolfina, porque el tiempo es oro.
__ ¡Fornicio! –Su voz pasó por el orificio como el viento por una caña perforada-- ¡For-ni-cio! –Volvió a insistir—¡¡F-o-r-n-i-c-i-o-s-é-q-u-e-e-s-t-á-s-d-e-l-o-t-r-o-l-a-d-o!! –Sus palabras al parecer no llevaban sonido-- ¡Muy bien, entonces escúchame! –Le dijo mi madre sin rodeos-- ¡El negocio está muy atrasado y necesito dinero para pagarle a los oficiales, y para terminar de comprar lo necesario, que no es poco! ¡Tu madre me dijo que consultara contigo si..........!
__ ¿Cuánto necesitas?
                A mi madre le pareció que era la primera vez que escuchaba la voz de Fornicio. Quedó perpleja, y su cuerpo perdió el sentido y el movimiento. Desde los tiempos del oficial Turco, el temblor no había aparecido por su vida. Estas dos palabras la dejaron sin piel, ahora se sentía completamente desnuda ante una voz que la hizo vibrar. Ante una frecuencia armónica que turbó sus puntos más sensibles dejando sus órganos en estado catatónico. Ahora ella deseaba correr por la pared y fundirse al aliento de las mágicas palabras que llegaron a sus oídos desde la habitación del hijo de la señora Adolfina.

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