"LA VISIÓN"
(La playa)
(CAPÍTULO
XXXVII)
Al despejar el camino hacia el
interior materno brotó la naturaleza. Una perfecta flor con su variedad de
pétalos guardaba Diana en su vagina para que Álvaro la conquistase. ¡Pueden
imaginar lo que anhelen, pero cinco pétalos de colores variados sorprendieron
la mirada del joven! En algún momento Diana deposito la sorpresa para atrapar a
su amado, o quizás siempre estuvo allí, eso no lo llegó a saber el joven
Álvaro.
__
¡Es para ti mi amor! ¡Te mereces mucho más, pero la magia es lo que importa!
--dijo Diana.
__
¡Me has dejado sin palabras! ¡No esperaba artimañas! --le contestó Álvaro
--¡Déjame seguir buscando por si encuentro algo más!
El joven extendió sus manos y
despejó sus dedos con la misma habilidad que un prestidigitador. Acto seguido
los fue colocando uno a uno, los diez, sobre el misterioso laberinto carnal
expuesto ante sus ojos. Posiblemente en el viejo mapa de la isla del tesoro los
jeroglíficos no fueron tan complicados como la interminable vagina de su amada.
Los dedos los movía con arte sobre la piel incidiendo en cualquier duda. ¡Diana
emanaba placer por todos sus contornos!
__
¡Así mi amor! ¡Busca! ¡El que persiste encuentra! --le imploraba Diana retorciendo
las piernas-- ¡Tienes unos dedos como los de un concertista! ¡No! ¡No! ¡No los
dejes de mover!
Las manos de Álvaro viajaban de
un lado a otro por toda la geografía vaginal de Diana sin detenerse en ningún
espacio. Al llegar al pubis se detenía, pero acto seguido los dedos continuaban
en sentido contrario hasta encontrarse con el monumental ano repleto de
pliegues armoniosos que invitaba al descanso. Aun así, Álvaro no dejó de
deslizar sus manos con arte sobre el maravilloso y carnal teclado.
__
¡Voy a cerrar los ojos para ver la sinfonía que tocas sobre mí!
Y Diana levantó la cabeza
hacia el infinito, respiró, y dejó caer sus angostos párpados.
__
¡Silencio, comienza la ejecución!
CONTINUARÁ..................................
No hay comentarios:
Publicar un comentario