(CAPÍTULO
XXXVI)
"LA VISIÓN"
(LA PLAYA)
Miró y vio. ¡El que busca
encuentra! Fueron los pensamientos de nuestro querido Álvaro, que continuó su
exploración y alcanzó a destapar sorpresas por el íntimo y floreado camino que
había emprendido. No fue suficiente que los muslos de Diana se abriesen y se
cerrasen continuamente, él deseaba una visión más específica y personalizada de
su objetivo.
Acercó el dedo pulgar e índice
hasta la vulva de Diana. Se detuvo en la misma y, poco a poco, y gradualmente,
la fue dividiendo, del mismo modo en que el telón sube la noche del estreno en
un teatro. Una comparación distante, pero afin en referencia al éxtasis y a los
ocultos enigmas.
Ante sus ojos se hizo la luz
para dar paso a la majestuosidad de un mundo que nunca antes había explorado.
¡No es lo mismo penetrar una
vagina por simple intuición, que disfrutar con la sensación de saber hasta
dónde llegaremos cuando se traspasa el umbral!
Esto lo tenía muy claro
Álvaro, que a petición y en su propio deleite, se adueñó y asaltó la fortaleza
impenetrable que ocultaba entre sus piernas Diana.
Álvaro podía explorar con la
potencia de su falo el interior de la vagina de su chica, pero jamás
descubrirla, poseerla en esencia.
Era conocedor sus recovecos y
sus partes más blandas. Y sabía encontrar la humedad deseada hasta saciar cada
uno de los poros de su piel. El eterno laberinto de su amada lo conducía a la
perdición que demandaba, y por ello estaba dispuesto a entregarlo todo a cambio
de nada, o por lo menos, de una entrega sin marcados finales.
Nunca se pudo quejar Álvaro,
siempre fue complacido en sus penetraciones; pero ahora él, y ella, deseaban
una cúpula de cierta manera más sutil, ligera, imperceptible desde cualquier
ángulo.
En esta ocasión los dos
buscaban una penetración visual que fuese capaz de subliminal las anteriores
demostraciones directas de afectos. Diana se encontraba a gusto sabiendo que
Álvaro disfrutaba con la vista panorámica de su extendido monte sobre la cara.
Él se quedó sin palabras al despejar con sus dedos el camino hacia lo
recóndito.
El mar llegaba con sus olas
rompiendo con destreza los cuerpos de los amantes. ¡Posiblemente la verdadera
intención sería borrar la más mínima huella de sus acciones; pero los amantes,
no estaban dispuestos a renunciar a este privilegio!
Después de despejar algunas
curvaturas, Álvaro tropezó con la primera sorpresa de la detallada mañana. Sus
ojos se iluminaron al ver lo que ocultaban los primeros pliegues apartados. ¡Detrás
de los mismos se hallaba el milagro!
CONTINUARÁ..............................
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