domingo, 23 de noviembre de 2014

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



(CAPÍTULO XXXVI)
                                             
                                               "LA VISIÓN"
                                                (LA PLAYA)
                Miró y vio. ¡El que busca encuentra! Fueron los pensamientos de nuestro querido Álvaro, que continuó su exploración y alcanzó a destapar sorpresas por el íntimo y floreado camino que había emprendido. No fue suficiente que los muslos de Diana se abriesen y se cerrasen continuamente, él deseaba una visión más específica y personalizada de su objetivo.
                Acercó el dedo pulgar e índice hasta la vulva de Diana. Se detuvo en la misma y, poco a poco, y gradualmente, la fue dividiendo, del mismo modo en que el telón sube la noche del estreno en un teatro. Una comparación distante, pero afin en referencia al éxtasis y a los ocultos enigmas.
                 Ante sus ojos se hizo la luz para dar paso a la majestuosidad de un mundo que nunca antes había explorado.
                 ¡No es lo mismo penetrar una vagina por simple intuición, que disfrutar con la sensación de saber hasta dónde llegaremos cuando se traspasa el umbral!
                 Esto lo tenía muy claro Álvaro, que a petición y en su propio deleite, se adueñó y asaltó la fortaleza impenetrable que ocultaba entre sus piernas Diana.
                Álvaro podía explorar con la potencia de su falo el interior de la vagina de su chica, pero jamás descubrirla, poseerla en esencia.
                 Era conocedor sus recovecos y sus partes más blandas. Y sabía encontrar la humedad deseada hasta saciar cada uno de los poros de su piel. El eterno laberinto de su amada lo conducía a la perdición que demandaba, y por ello estaba dispuesto a entregarlo todo a cambio de nada, o por lo menos, de una entrega sin marcados finales.
                 Nunca se pudo quejar Álvaro, siempre fue complacido en sus penetraciones; pero ahora él, y ella, deseaban una cúpula de cierta manera más sutil, ligera, imperceptible desde cualquier ángulo.
                En esta ocasión los dos buscaban una penetración visual que fuese capaz de subliminal las anteriores demostraciones directas de afectos. Diana se encontraba a gusto sabiendo que Álvaro disfrutaba con la vista panorámica de su extendido monte sobre la cara. Él se quedó sin palabras al despejar con sus dedos el camino hacia lo recóndito.
                 El mar llegaba con sus olas rompiendo con destreza los cuerpos de los amantes. ¡Posiblemente la verdadera intención sería borrar la más mínima huella de sus acciones; pero los amantes, no estaban dispuestos a renunciar a este privilegio!
                Después de despejar algunas curvaturas, Álvaro tropezó con la primera sorpresa de la detallada mañana. Sus ojos se iluminaron al ver lo que ocultaban los primeros pliegues apartados. ¡Detrás de los mismos se hallaba el milagro!


CONTINUARÁ..............................

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