domingo, 23 de noviembre de 2014

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?


(CAPÍTULO XXXIII)

LA VISIÓN: LA PLAYA.

                 Flexionó aún más las rodillas y, por un extremo de su insuficiente ropa interior, se escapó el cachete izquierdo de sus apetecibles labios vaginales. Completamente desplegada, con todo su contorno y sus pliegues, la media concha vulvaria quedó a una altura aproximada de unos siete centímetros sobre la nariz de Álvaro. ¡Si liberaba la lengua de su boca, podía saborear la apetecible papaya de su amor, que se mostraba desafiante ante la gravedad! Lo pensó Álvaro, pero no llegó a acometerlo porque sabía que no se conformaría con una simple tajada.
                 Él, con una de las patas de sus gafas de sol, apartó el exiguo bañador que cubría las medias vergüenzas de ella, hasta dejar ante sus ojos la apetitosa fruta, completamente al descubierto. ¡Fue entonces cuando se dispuso a disfrutar sin presión de los elementos del exquisito manjar! Ella inclinó aún más la pelvis, y el mapa difuso del laberinto de su rendija se mostró con todo esplendor y lozanía sobre la cara de Álvaro.
                 Podía comenzar cuando le apeteciera a disfrutar de la golosina de sus sueños. Su amada estaba dispuesta y con sus atributos al viento para que él hiciera y desasiera a su gusto. ¡Álvaro se lo pensó! ¿Cuál sería la primera y mejor acción para comenzar el convite? ¡Lo importante permanecía ante sus ojos y en unos segundos sería únicamente suyo!
                  Ella, previsora, apartó con sumo cuidado parte del vello púbico que cubría su clítoris, y toda la belleza oculta quedó al descubierto para que él la apreciase como experto analista.
                 Las olas marinas comenzaron a romper con destreza y con fuerza sobre los cuerpos de los amantes. Álvaro sintió en la arena el agua salada que invadía su trasero y su espalda. ¡Ella lo intentó y no pudo! El mar terminó por hurtarle el equilibrio y calló a horcajadas sobre el cuello del joven. El destino propició que la deliciosa fruta rosase la boca del goloso amante.
                 ¡No era la intención de Diana, pero por culpa del mar, dejó en bandeja salada su rosada vagina cerca de los labios de Álvaro!
__ ¡Antes de comérmelo del todo, lo voy a disfrutar contemplándolo hasta el cansancio! --fue lo que sintió Álvaro, y de esta manera se lo hizo saber a Diana.
__ ¡Espera un momento! --y sin decirle nada más, se levantó, y se quitó del todo el bañador que antes él había apartado con las gafas-- ¡Es toda tuya! ¡Puedes hacer con ella lo que quieras, siempre y cuando me hagas sentir que floto sobre las aguas de este mar!
__ ¡No te defraudaré! ¡Solo te pido paciencia para poder disfrutarla hasta que la luz del sol se apague!
__ ¡Siento que estoy ardiendo! --y con la otra mano terminó de apartar los restantes vellos de su magnífica vulva.


Continuará..........................

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