domingo, 23 de noviembre de 2014

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?



(CAPÍTULO XXXV)
                
                 Ella estaba en una posición óptima, pero le faltaba el toque final para acomodar su cuerpo. Fue entonces cuando Álvaro utilizando sus manos de pala, agrupó un montón de arena bajo su cuello, y con arte e intuición creo una sólida almohada para descansar la cabeza sobre la misma. Ahora podía aguantar años observando la vagina de su amada sin que el cansancio hiciese mella en él. Así lo hizo Álvaro y, sin prisa, centró la mirada en el complejo meandro de curvas sinuosas que tanto le apasionaba.
                 ¡Posee la complejidad de un cerebro, infinidades de líneas que conducen a un galimatías de formas! ¡Eso es, líneas, eternas lías! ¡¡Aleluya!! ¡Ahora lo comprendo todo, Diana, al dibujar sobre la arena con los pies me ha querido mostrar el perpetuo mapa que conduce a lo desconocido, al entrañable mundo maternal! ¿Cómo no me he dado cuenta antes? ¡No soy más que un iluso, un tonto que hasta ahora se ha dejado llevar por las falsas apariencias que se colocan ante nuestros ojos! ¡Esas primorosas líneas que me llevan a la perdición! Los sentidos, la voz, y el conjunto de Álvaro no cabían en sí mismo, y deseaba compartir su dicha con su amada.
__ ¿Alguna vez te han dicho que tienes los trazos marcados y firmes como los de la palma de la mano?
__ ¡No sé si es un piropo, pero me han gustan las palabras que he escuchado! ¡Nunca me lo habían dicho! --le contesto Diana con zalamería.
                Álvaro la tomó por la parte externa de sus muslos y la invito a cerrar las piernas. De esta forma Diana se puso casi de pie ante la mirada de su amado.
__ ¿Ves? ¡Ahora es una verdadera concha de mar! -le dijo Álvaro sin perderse el más mínimo detalle-- ¡Primero se hallaba desplegado ante mi cara como un mapa con sus ocultas claves que invitaba a descubrir el fabuloso tesoro! ¡Pero en este momento se ha transformado en un cuenco milagroso! ¡Quiero ver cómo se distribuyen los labios al abrirlos y al cerrarlos!
                Y sin perder un segundo Álvaro obró en sentido contrario, despejando los muslos de Diana. Separó uno del otro. Una, dos, tres, cuatro, y las piernas de la amada se alejaban y se acercaban con un leve movimiento de la mano del joven; como por arte de magia. De esta manera los labios mayores y menores no fueron capaces de hacer el menor comentario al margen.
__ ¡¡T-e-a-m-o!! -le dijo Diana articulando las palabras al mismo ritmo que las contracciones brotaban de su vagina.
__ ¡Sigue no te detengas! ¡He descubierto que tu clítoris toma la forma de un trébol de cuatro hojas! --lo señaló Álvaro con la sutileza de un experto detallista.
__ ¡Tú eres el que me hace transformar! ¡Resiste! ¡Te queda mucho por explorar! ¡Puede que te encuentres con sorpresas por el camino! --al parecer Diana sabía de qué hablaba.
__ ¡Veo la piel que se ahoga en una rugosidad, para continuar en un monte violento y abrupto que no se conforma con la quietud! Tienes unos labios gruesos y potentes que definen tu ingle dándole una continuidad infinita. ¡Me quedaría toda una vida contemplando tu vulva hasta descubrir lo que no me ha dejado ver!

                No es que Álvaro estuviese en la fase final de su contemplación, no, es que las horas y los días serían algo menos que nada para su talento desbordante de inagotable explorador. 

CONTINUARÁ...................................

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