viernes, 7 de noviembre de 2014

¿CÓMO HACER EL AMOR EN UN SITIO INCÓMODO?

                                      


                                           (CAPÍTULO XXVII)

                En un día aparentemente normal, con una pareja posiblemente corriente, y en un lugar seguramente cómodo, esta dilatación de la libido se hubiese expresado justamente lo necesario para los interesados; pero estos amantes no llegaban a estar satisfechos, y continuaban con su danza sexual hasta que las energías dejasen de fluir de sus músculos y entrañas.
__ ¡Te estaré haciendo el amor más allá de mi cuerpo y de mis tangibles intenciones! ¡Mírame amor mío, ahora estás contra la pared y cabalgas sobre mi delirante falo que desea descubrir tu infinito mundo vaginal! ¿Te gustan mis palabras? ¡Sé que estás muy cerca del orgasmo pero te niegas a claudicar! ¡Escucha esto que te digo! –el joven que la sostenía únicamente con su pene porque la espalda de la joven se apoyaba a una de las hojas del ventanal, la tomó por ambas muñecas y elevó sus brazos a todo lo largo al mismo tiempo en que la besaba por las axilas. Se regodeó infinitamente en cada una de ellas. Las ungió de saliva. Las examinó con sus dientes. Las mordió con toda intención y esperó alguna reacción por parte de ella para continuar con su persecución placentera. Él estaba dispuesto a rebasar los límites establecidos porque en su éxtasis no contemplaba el final-- ¡Te bañaré de humedades y espumas aunque estas últimas no vengan del mar! –Le habló él muy pegado a la cara de la joven. Ella no lo escuchaba, gemía profundamente y desgastaba su espalda una y otra vez contra la hoja de madera del ventanal. La besó en la boca y con su lengua continuó camino hasta la oreja. Una vez allí le dijo-- ¡Solamente deseas sacarme todo el semen que guardo para mañana! ¡Eres insaciable! --ahora le tocaba a ella sentir el efecto delirante de las palabras. Él se complacía con el morbo que desprendía el cuerpo de su amada; pero necesitó una fuerza extra para sostenerla sin que los dos rodasen al suelo. Ella nada más escuchar el susurro de los vocablos al oído, su cuerpo, y en especial su cadera, comenzó a convulsionar intensamente en cualesquiera direcciones. La lanzaba hacia delante, a la izquierda, detrás, a la derecha, hasta formar un círculo cada vez más amplio alrededor de su pelvis. Cuando su ritmo comenzaba a ser monótono, variaba la dirección del movimiento y emprendía nuevamente la formación de la circunferencia amatoria. Él, sabiendo la profundidad de este hecho le dijo con toda intención-- ¡Toma un círculo, acaríciale con lo que puedas, y será, un círculo vicioso! --llegó al punto que esperaba la amante insaciable. Buscaba la extensión de los sentidos, y que el placer emanase de cualquier rincón del cuerpo para confluir en el sexo-- ¡Yo seré el que te detenga en esta ventana! ¡Aquí estaremos, hasta que uno de los dos grite al mar que no puede más porque su avidez se ha satisfecho!  

  
CONTINUARÁ.......................

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