(Capítulo
VII)
EL
OLFATO (su práctica)
El sitio incómodo puede estar dispuesto de ante mano por las partes
implicadas, es decir cada uno es conocedor del aroma que destila el lugar (lo mismo en sitios internos como en
externos), y al mismo tiempo aportando el propio. De esta forma llevaremos un
recuerdo aromático que utilizaremos para comenzar la excitación desde antes. Se
puede llegar a este espacio por separado o a la vez, este detalle no es importante,
cada uno lleva consigo sus armas secretas.
Cuando el encuentro es por vez
primera hay que ir con pies ligeros. Todo terreno que se explora sin ningún
conocimiento anterior puede ser en todos los sentidos apasionado, pero muchas
veces llega cargado de sorpresas para las cuales no estábamos preparados. Las
relaciones íntimas se van madurando con la entrega continua, hasta llegar a
formar una maquinaria bien engrasada que funciona a la perfección; pero un
encuentro sorpresa, tiene sus encantos si tenemos buen olfato. Lo uno o lo otro, lo importante es entregarnos sin límites.
Recuerden que me estoy refiriendo en todo momento a un “sitio incómodo”, y a la utilización de todos los “sentidos”. Fornicar
por fornicar es un instinto animal que no necesita preparación, solamente
simples impulsos.
Antes que los cuerpos queden
liberados de las vestimentas, hay que desnudarlos con el olfato. Como el sitio
incómodo nos marca la primera pauta, el sentido del olfato debe trabajar en armonía con este lugar. Hay que decir que
este encuentro debe ser de mutuo acuerdo, y si no lo fuese, una de las partes
debe tener alguna noción de los gustos olfativos de su amada o amado. De todas
formas si es la primera vez, no se debe dejar los cabos sueltos a la
improvisación. La liberación absoluta, solamente trae consigo el caos.
Antes de continuar, los
ejemplos, referencias y experiencias están abiertos a las posibilidades de cada
persona, cada uno de nosotros somos un mundo, y nada está establecido, las
reglas están para ser saltadas o cambiadas. La experiencia íntima se vive desde
nuestro cuerpo, y el género y cantidad de participantes en cada encuentro es
una decisión de cada uno de los implicados y de nadie más. Las ataduras de
cualquier índole las dejamos estrictamente para la política y las doctrinas.
No han pensado que el idioma, las razas, los principios morales, las creencias
establecidas, saltan en pedazos y no son tomadas en cuenta cuando el deseo y la
pasión hacen de las suyas. Nos comunicamos por la piel, cuando nos llega el
sexo mezclado con el viento cálido y agradable, cuando los ojos quieren ver
mucho más que la carne, y cuando escuchamos la palabra libertad; porque
sabemos, que nuestro cuerpo, es el único sitio dónde el poder no puede penetrar.
*Hablaremos del ejemplo número
1 del capítulo III (sitios incómodos corporales), respecto al olfato.
Continuará.................................
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