(CAPÍTULO XXI)
“LOS OBJETOS VOLUBLES”
La señora maestra y Lily no fueron
las únicas que esta señalada mañana cambiaron sin una explicación previa sus
costumbres arraigadas. Parecerá una simpleza, pero en los pueblos pequeños sus
habitantes se acomodan a una manera de vivir y no varían aunque el cielo se
venga abajo. Al mismo tiempo los vecinos toman las costumbres de los demás como
propias, y las convierten en banderas. Por esta razón el día señalado algo
estaba sucediendo en “El infierno”. De alguna manera las cosas se estaban transformando. ¡Lo que no se sabe si para bien o para mal!
Juan se perdió entre sus
propias dudas y las nuevas notas que sus clientes de siempre le solicitaron.
Hasta el momento una buena cantidad de comensales solicitaron platos
inesperados que Juan no estaba en disposición de complacer en tan corto espacio
de tiempo; aunque para decir la verdad, él había comenzado desde la madrugada
anterior a experimentar en su cocina con variadas especies y sazones que
siempre deseo incorporar. --¡El Infierno necesitaba una nueva imagen!—Pensó Juan
cuando reunió a su cuadrilla al completo y le dio nuevas órdenes. Implicó hasta el ayudante de cocina en su innovadora idea.
El Infierno y Juan no eran los
mismos. Lily tampoco. La señora maestra lo mismo. Ceferino el policía, el viudo
de la esquina que cada mañana llegaba para hacer el pedido del día, el banquero,
los obreros de la empresa que estaba a dos manzana de la cafetería, cualquiera persona
que colocó un pie en el establecimiento de Juan le día señalado. ¡Lo más
curioso de este hecho es que todos coincidieron en el Infierno a la misma hora!
Al parecer un impulso descontrolado desequilibró el comportamiento de los
clientes del Infierno. Fue una necesidad imperiosa para provocar el
encuentro.
Podía ocurrir dos cosas. Una, Juan
estaba desconcertado pero consciente de que algo comenzaba a cambiar. Dos, los
demás actuaban como si nada hubiera pasado. ¿Quién o quiénes portaban la razón?
Para el propietario de la cafetería no se puede hablar de un simple suceso,
pero para los demás, es meramente un cambio en la dieta, una variación en el
menú. --¿Un cambio de menú?—Pensó Juan. ¡La única manera es sumarse a la mayoría!
El propietario del Infierno vio la oportunidad de poner a juicio de sus
clientes los innovadores platos que había elaborado la noche anterior.
Continuará..........................
Fotos: ARA y Mandy.
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