PARTE
27.
Abandonamos nuestros cuerpos
al azar. Sin esperar nada a cambio.
Simplemente olvidando las intenciones y las ganas de una nueva tentativa. En
esta ocasión abrimos las voluntades y dejamos que las cosas cayeran por su
propio peso sobre nuestra piel. De alguna manera sabíamos que tendríamos todo
el verano para inventarnos situaciones y momentos únicos. Si las cosas
continuaban de esta manera, sabíamos que estábamos en el comienzo de una variada,
larga, y nada convencional relación de a tres. ¡El caluroso verano se
presentaba con tormentas tropicales sobre la pequeña casa de campo de los
abuelos!
Sobre la tierra los cuerpos quedaron en
reposo y las ideas en espera de un acontecimiento que provocara la imaginación
para continuar con el desenfreno. Aún no habíamos realizado el sexo en
profundidad y en todas sus variantes, pero a voluntad común decidimos pensar
cuál sería el próximo paso.
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¡La espera desespera! –Dijo Flavia.
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¡Si lo miras de esa manera! –Le respondió Tatiana.
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¿Chicas, qué quieren de mí? –Y las preguntas terminaron.
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¡Nada! –Contestó Tatiana.
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¡Puede que yo sí! –Afirmó Flavia.
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¡Es que…………! –Aún tenía mis dudas.
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¡Nada necesitamos, solamente quedarnos aquí frente al río mirando al cielo! ¿Tú quieres algo de
nosotras? –Me preguntó directamente Tatiana.
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¡Era simplemente una pregunta! –Le contesté.
Una vez más quedé como un ingenuo
joven que solamente piensa en una cosa. Con el tiempo supe que cada día de este
intenso verano significó más para mí que los extensos estudios en la
universidad. En dos meses aprendí de Tatiana y de Flavia más que en toda mi
vida. ¡No fue solamente sexo! Me dejaron la mente en disposición de captar
cualquier pensamiento disperso en el universo. ¡Tuve conciencia de mi ser y
supe que ocupaba un lugar en el espacio común! ¡Era un hombre dispuesto a
recibir y a entregar no solamente emociones, también bondad a cambio de nada!
Por el sexo, con ayuda de las
dos, llegue a ser una buena persona. --¡Primeramente para recibir hay que dar!--
Estas palabras las pronunció Tatiana cuando la penetré por vez primera. Ella estaba
en disposición de entregarme algo más que su cuerpo, pero yo solamente buscaba
el calor de su vagina y el sudor de su piel. Mis instintos me traicionaron y me
dejé conducir por la acción de mis nervios. ¡Lo supe tarde, pero lo aprendí
para toda la vida, y hoy continúo con la filosofía de mis queridas educadoras!
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¡La vida es como la perpetua contienda entre una vagina y un pene! –Me dijo Tatiana.
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¡No siempre se está en disposición de defensa y no siempre se debe atacar! –Concluyó
Flavia.
Continuará.............................
Fotos:
ARA y Mandy.
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