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La joven dio unos pasos en mi
dirección y se detuvo cuando le faltaba cerca de un metro.
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¿Está usted bien? --me preguntó
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¡Sí, estoy bien, ha sido un descuido por mi parte! ¡Venía pensando en…..!
¡Últimamente pierdo la cabeza, los pies, y demás partes adyacentes al resto de
mi cuerpo! --le dije a la joven que no dejaba de mirarme con el ceño fruncido.
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¡Es usted, es……..! --y no le permití que terminase su frase.
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¡Sí! ¡Soy un hombre raro joven!
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¡No quería decir tal cosa caballero, simplemente…….!
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Es igual. ¿Trabajas aquí? ¡Qué pregunta más tonta, claro que trabajas aquí, la
ropa no engaña! --y ambos reímos.
Fue la oportunidad para sin
prisas recorrer con la mirada a la joven. Su cuerpo era menudo pero con líneas
delimitadas y pronunciadas a pesar del uniforme de trabajo que la mayoría de
los casos pertenece a una talla diferente a la persona que lo sobrelleva. La
cara es especialmente armónica. Ojos rasgados, mentón firme, nariz respingona
sin llegar a ser demasiado pronunciada, frente moderada, y labios profundos y
extensos. En la joven había un matiz que la diferenciaba de las demás chicas
que han cruzado por mi camino, y esto me estimuló, pero al mismo tiempo me puso
en alerta. Voy para seis meses de celibato y es la primera vez que mi alarma
interna se ha activado; pero no debo desfallecer. Aunque su belleza en estos
instantes me está provocando la psiquis y las partes blandas de mi cuerpo. ¡No
puedo relajarme y debo mantener mi posición! La situación es mía, y debo mantener
el control en todo momento.
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¡Es que andaba buscando un……..! --qué puedo decirle para que su atención hacia
mí no disminuya-- ¡Necesito, en realidad lo que quiero es……! --no se me ocurría
nada lo suficientemente conmovedor y fascinante-- ¿Tienen semillas de
cardamomo, de ajonjolí, o puede que hojas de estragón para condimentar…….?
La expresión de la joven fue única. Su cara
reflejaba un poema épico. Extasiada y posiblemente alucinada, no apartó en un
segundo su mirada de la mía. Con cada una de mis palabras ella experimentaba
nuevas sensaciones que no sabía muy bien cómo describir. Por mi parte me
encontraba pletórico. Estaba funcionando.
__
¡Es que esta noche pienso hacer un receta de la India y las especias son
fundamentales en este tipo de cocina! ¡Para ellos, quiero decir, para los de la
India, el aderezo es fundamental! ¡Los comensales deben salir satisfechos de
nuestra casa después de degustar una variedad de platos exóticos y bien
condimentados! ¡Es una razón poderosa para venir hasta el mercado y perder algo
de tiempo en los pasillos y junto a una encantadora y amable joven!
Se lo dije con la mayor
creencia del mundo. Mis palabras fueron tan precisan, tan contundentes, y
posiblemente tan conmovedoras, que la joven, con una señal de su dedo índice me
indicó que la siguiera.
Atravesamos la planta baja y
nos dirigimos al otro extremo del comercio. Ella iba delante. Yo detrás. Fueron
los minutos más sublimes de estos últimos meses en celibato. Estaba disfrutando
como un pequeñajo con juguete nuevo. Y aunque en estos instantes era un hombre
célibe, mis articulaciones, mis miembros, y mi consciencia, marchaban a pasos agigantados
por los interminables pasillos del supermercado con ínfulas de inmortal.
Su manera de andar era, por
decirlo de alguna manera, desenfadada, con matices insospechados y con una
cadencia irregular implicando cada parte de su estructura ósea y carnal. No me podía
dar el lujo de perder ni un sólo detalle. Su pelo, por debajo de los hombros,
se balanceaba de uno a otro lado formando figuras en el aire. Los brazos caían
a la altura de la cadera y se contoneaban sin una métrica, primero hacia
delante, luego al centro, y posteriormente detrás, en una especia de circulo
concéntricos hasta topar con cada nalgas. ¡Soy célibe, pero su culo es un
portento de ingeniería civil!
__
¡Puede que lo que busque se encuentre en esta estantería caballero! --y de
golpe frenó.
__
¡Muy bien….! --y sorpresivamente desperté de un sueño bien intencionado.
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¡Deseo que halle lo que anda buscando! --tomó aire-- ¡Qué tenga un buen día y
una buena noche caballero! --y con un movimiento desenvuelto, giró sobre sus
talones dándome literalmente la espalda.
__
¡Espere! --y mis propias palabras me sorprendieron-- ¡Lo que le voy a decir puede
que sea una locura, pero me arriesgaré! --ella detuvo el cuerpo y sus ojos se
encontraron con los míos-- ¿Le gustaría probar uno de estos platos esta noche?
Un alivio. Respiré profundamente y mi
humilde presencia célibe se estremeció.
__
¿Qué me dice? --respondió ella más que sorprendida, estentóreamente extrañada.
__
¡Le pregunto si desea compartir estas suculentas hierbas, y demás ingredientes,
en variados platos elaborados por mí!
Silencio total. Ella no respondió.
Se mantuvo callada junto a mí sin saber qué decir o hacer. Al menos no se
marchó. Los dos nos miramos. Y la espera se hizo insoportable.
Continuará............................
fOTOS:ara.
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