(Capítulo
XXI)
En este puntual instante los
dos se hallaban conectados por un punto en común de su propio cuerpo, y no
deseaban separarse bajo ningún pretexto, aunque este fuese un elemento natural
o intencionado que luchase para interponerse entre ambos.
¡Es increíble pensar el alto
nivel de sincronización al que pueden llegar a tener dos almas que se encuentran
y deciden hacer el amor por vez primera en una ventana!
Él movía su pelvis con una
intensidad irregular, pero paradójicamente coordinada con la cadera de su
amada. Ajustó su pene hasta llegar límite, lo introdujo, y alcanzó el tope de la vagina de su chica; pero deseaba más. Si
estuviese en sus manos, invitaría a sus testículos a unirse a la bacanal y que penetrasen por el laberinto sin pausa, con la moral y las intensiones bien encumbradas; pero
por desgracia no entraban en los límites de lo posible. ¡Esto no le
importó demasiado a él, que continuaba insistiendo como un empecinado buscador de tesoro que
había extraviado su mapa, porque en cada pensamiento, volvía a intentarlo!
Los puntos sensibles de la chica estaban
descontrolados por toda su geografía corporal. Su piel, permanecía dilatada y
expuesta a los fluidos de su chico, que no cesaba de lamerla por cada espacio.
La cara, el cuello, los hombros, los lóbulos
de las orejas, y más, más, y mucho más, hasta que sus hormonas se liberaron del
todo esparciéndose por toda la habitación. Un ramillete de estrógenos golpeó
los sentidos del joven y lo dejó descolocado, a punto de perder los sentidos.
¡En un impacto llegó a su
nariz el bálsamo esperado, y penetró sin permiso hasta los pulmones controlando
su respiración! ¡Él sintió que un chorro de esperma intentaba escapar de su
interior!
¡Ahora no!
Se dijo muy seriamente. Aguantó
la respiración y detuvo el movimiento de su pelvis, pero ella insistía en
continuar.
¡Tengo en la punta una gota
que lucha por salir hasta tu vagina!
Le dijo a la chica. Ella lo
miró y con picardía le contestó.
¡Tengo sed! ¿Me das de beber?
Sus palabras fueron un soplo
cálido pero a la vez huracanado sobre
las intenciones del joven que en estos instantes había perdido el norte.
Palabras provocadoras para un ambiente demasiado caldeado. El joven no quiso pensar,
y mucho menos conocer las consecuencias, simplemente deslizó su falo hacia el
exterior, pero con mucho cuidado para no provocar un derramamiento innecesario
de tan preciado líquido, y solo entonces pudo respirar en profundidad.
De un salto la chica se puso en
pie y con su mano, aprisionó la cabeza de su entrañable amigo erecto, que
amenazaba con devolver todo el contenido guardado que se agolpaba en tan
escueto espacio. La sostuvo con sus dos manos, y con una habilidad pasmosa la
confinó en su boca.
¡No por favor!
Le dijo el joven. Ella beso
con sus labios mojados la punta del glande y se lo llevo hasta el pecho para
que sus pezones jugasen un instante con su vigor.
¿Es que no lo deseas?
Le preguntó ella.
¡Lo deseo, pero quiero
continuar, deseo que no termine nunca!
Le contestó él apretando el
esfínter, y pensando en la inestabilidad de la bolsa y la crisis mundial.
¡Cierra los ojos y confía en
mí!
Fueron las rotundas y certeras
palabras de su amada.
Entonces él se abandonó, entregando
su voluntad a la mujer que no deseaba dejar de amar, para que ella tomase su
plenitud desbordada e hiciese con la misma lo que su libre albedrío considerase.
Continuará...............................
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