(Capítulo
II)
En el capítulo anterior vimos
cómo disponer el cuerpo para intentar moldearlo
con la intención de practicar el sexo en sitios
incómodos. Este entrenamiento que mencioné en el capítulo anterior debe
mantenerse por siempre; un día perdido, influye mucho para alcanzar el objetivo
deseado. Esto es importante, para quien desee sentirlo verdaderamente un
objetivo prioritario en su vida sexual, para los conformistas no. Solamente nos
sentiremos satisfechos cuando hallamos logramos las metas que nos hemos
propuesto en la vida, lo demás es migaja que se queda en el camino.
Si en el sexo solamente
estamos dispuestos a observar a cierta distancia y no nos involucrarnos completamente en la
acción, lo demás sobra, y viceversa. La acción, no es únicamente penetración y corrimientos. La tierra se
corre y no por ello ha tenido un orgasmo.
Esto que les propongo es entrega auténtica y genuina. La misma que
necesitaría un perseverante instrumentista para llegar al virtuosismo. Si
estamos dispuestos a todo, el sitio incómodo dejaría de ser incómodo.
El otro eslabón importante en
esta cadena es la mente. ¡Mens sana in corpore sano! Aunque yo les
propongo como primer objetivo, olvidarnos por completo de los patrones y las
consignas que han lastrado nuestra mente desde el comienzo mismo de la vida.
Es muy difícil entregarnos en
profundidad, porque en cada etapa de nuestro desarrollo personal, hay una regla
que no podemos transgredir, y que nos mantiene atados, hasta la llegada de la
próxima regla que sustituya la anterior. Son los dañinos e impuestos prejuicios
que inundan nuestra mente para que siempre llevemos un pensamiento lineal.
Aquí por supuesto entran las
doctrinas, los credos, las apariencias, y la fuerza de la repetición de las
cosas; la mayoría de ellas mal hechas, que con los años se transforman en
tradiciones. --¡Estoy muy apegado a las
tradiciones!-- ¡Gran, error! No hay nada peor que repetir una acción por
voluntad ajena, por el hecho de que así
se hizo desde siempre. Una acción repetida a nuestra voluntad, con un
sentido pragmático nos beneficia porque nosotros lo hemos decidido así, lo
demás no son más que abalorios en determinadas fechas. El sexo no puede ser
tradición, y el sitio incómodo menos, porque
la tradición es bien cómoda. La tradición es la repetición de lo que se ha
venido haciendo desde siempre. El sexo es todo lo contrario.
Experimentar sobre lo que tenemos
a mano, aunque sea repetitivo y llegar en cada situación a un descubrimiento de
nuestro contrario y de nosotros mismos, es positivo. Para esto se han creado
los sitios incómodos.
¡Ahora,
dejen sus mentes limpias de tradiciones y entréguense al sexo sin ningún recuerdo
patentado!
En
el próximo encuentro estaremos más conectados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario