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Es el instante de entrar en
una nueva etapa. Saldré a la calle con la intención de provocar a mi pulcro celibato.
Con toda finalidad me incorporaré al fluir cotidiano en cualquiera de sus vertientes.
Para este tipo de comprobación debo alcanzar un grado eminente de provocación. Y
esto me lo proporciona indudablemente un contacto directo con el entorno que me
rodea. No quiero decir que desde el primer momento en que comencé con mi
celibato he vivido apartado del mundo, no, es que la relación que he podido mantener
hasta ahora no ha sido más que la justa y necesaria en estos menesteres; me
incorporo a la calle para obtener lo que necesito y nada más. Por estas razones
personales debo ir en busca de la provocación y mantenerme como es lógico
célibe
para merecer esta distinción que me he planteado por propia voluntad.
Las tentaciones andan sueltas
en cada minuto por la ciudad o el campo. En mi caso me entregaré al fluir de la
urbe que con solo meditar me induce a un goce peligrosamente grato. Dentro de
una ciudad, independientemente de si es capital o no, y en referencia a su escasa o proporcionada población, reside la variedad necesaria de elementos que ando
buscando para mi experimento. Deben recordar que seré un célibe activo en el
sentido de no permanecer enclaustrado y alejado de la más mínima tentación.
Seré yo el que incite, estimule, y hurgue en cada una de mis emociones y de las
ajenas, para desafiar buenamente a la lujuria que llevo en mi interior; pero
únicamente sin traspasar la frontera de la castidad.
Hoy será el día. Comenzaré por
poner mi pie izquierdo en la calle, simplemente eso, sin llegar a plantearme
grandes metas. Me dejaré llevar por cualquier casualidad o peripecia que me
induzca al centro de los empeños que ando buscando. Un simple paseo me
conducirá al fondo de mis finalidades. ¡Nada más!
Son las 8:00 a.m y he dado mi
primer paso. Estoy en la puerta de mi casa que da a la calle. Salgo. La mañana
está fresca. Solamente una ajustada camiseta resguarda mi torso. Siento el
viento sobre mis músculos. Una corriente persistente golpea mi piel y deja cada
uno de mis bellos corporales en una dilatada erección. La brisa penetra por mis
poros. ¡Ha sido inevitable este cortejo! La frescura junto con el rocío invade
mis evidentes orificios sin dar a penas explicación. No le doy la mayor
importancia y comienzo a caminar. Desde la acera la gran avenida me provoca los
sentidos con su extenuante cúmulo de información visual y no puedo dejar de ser
indiferente; aun así no me detengo y continuó calle abajo dejando que la pura
realidad intervenga razonablemente en mis afectos. A partir de comenzar con mi
experimento me quedé desprovisto de impresiones fuertes que fuesen capaces de
activar los poderosos latidos de mi corazón. Los excesos fueron totalmente eliminados
de mi vida diaria.
¡Es suficiente! ¡No deseo por el momento ir más allá! La ciudad
despierta y como uno más me incorporo a ella sin la mayor trascendencia. Los autobuses
con su estentóreo rugir dejan sus huellas sobre el asfalto y siento la brama
entre mis huesos.
Continuará............................
fOTOS:ara.
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