VEINTE.
Dolores no dio rodeos. Su mano
portaba el falo de Vicente que lo estrangulaba por el glande. El torrente
lechoso estaba controlado por el momento, ahora debía intentar por todos los
medios a su alcance de que la potencia de su amante no disminuyera ni por
asomo. --¡Si te mueres te voy a resucitar aunque tenga que remover el cielo
para encontrar al Díos del vigor y ofrecerle mis respetos! ¡Esta verga si tiene
que dormir, dormirá dentro de mi vagina, pero antes será mía!—Dolores no se
andaba con rodeos y su pensamiento lo hizo público para que Vicente se diera
cuenta del terreno que estaba pisando, pero esta sensación le gustó a nuestro amigo.
Con los cinco dedos de su mano
oprimiéndole el bálano de su amado, Dolores comenzó su cruzada. Sin explicación
alguna Dolores se deslizó hacia las entrepiernas de nuestro amigo, y sin soltar
el vivificante madero de todas sus ansias, clavó su boca sobre el desnudo
glande y lo absorbió tragándose cualquier resto de semen perdido entre sus
dedos. Y como le parecía insuficiente su método, porque deseaba una erección en
toda regla, con su otra mano, la que tenía libre, introdujo su dedo índice por
el ano a nuestro querido amigo Vicente que reaccionó dilatando sus pupilas. ¡Un
dedo dentro de su glúteo y más allá, entraba en la lista de experiencia nueva
para el adolescente Vicente! Dolores lo tenía trincado entre la cama y su
cuerpo sin posibilidad de escape. --¿En esta situación cuál sería la reacción
correcta?—Esta interrogante se la hacía Vicente sin encontrar una respuesta.
--¿Si hubiera preguntado a mis amigos lo que se debía hacer en estas
circunstancia? ¿Pero quién iba a pensar que en el primer encuentro esta mujer
me metiera el dedo por el culo, nadie?—Y Vicente se rompía los sesos pensando
para no errar en su decisión.
Vicente pensó, pensó y volvió a
pensar, y mientras pensaba el dedo de Dolores continuaba dentro de su ano con
intención de seguir rumbo a zonas inexplorada. El dedo y la boca hicieron el
milagro que la experimentada mujer de vertiginosas caderas provocó en la
conciencia y en lo límites de nuestro amigo Vicente. ¡El pito, como lo llamaba
nuestro amigo, se empinó poderosamente al infinito paladar de Dolores, y con
continuados golpeteos le anunció que había resucitado algunos minutos más
tardes después de producirse el milagro bautismal que le propició en la cara de
Dolores con su cálida leche. --¿Qué dedo?—Las cavilaciones de Vicente dejaron
de ocupar un primer plano porque el sentimiento de placer que generó el
articulado dedo de Dolores en su recto lo transportó a zonas jamás escrutadas y
le borró el recuerdo. ¡Nuestro amigo viajó ligero de equipaje por senderos
peligrosos para la mayoría de los machos cabríos! --¿Esto lo mantendré en
secreto sin decírselo a nadie?-- Pensaba obviar esta parte de la historia por
temor a ser rechazado. Tenía el convencimiento que dejarse introducir un dedo
por el culo con su consentimiento no era de hombre. Pero esto nada más lo
pensó, porque antes que lo pensara una vez más, Dolores removió cielo y tierra
con todas sus falanges y nuestro querido amigo dejó de pensar.
Continuará....................................................
DISEÑO GRÁFICO: ARA Y MANDY.
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