--“¡Puede ser que el límite de
mis posibilidades esté rebasado y no lo quiera reconocer! ¡De cualquier manera
continuaré intentándolo!”—Constantemente me lo pregunto y no encuentro la
respuesta aún. No me refiero a una cosa concreta no, hablo del mismo límite, el
que me he impuesto para justificar mis acciones. ¡Siempre digo lo contrario
pero lo que busco es el límite, el propio límite que me restringe mis más profundas
decisiones!
Y lo más triste es que al final
no sé cómo salir del atolladero en que yo mismo me he metido. ¡Si es lo que
digo, es una cuestión de límite! Porque si no existiera un límite todo sería
bien diferente. No tendría ningún reparo en confesarles que yo, el que les
escribe, no es portador de ninguna especie de límite, pero siempre cuento con
mis límites para moverme por la vida.
No les hablo de precaución, todo lo
contrario, desentenderme de mis límites me pondría en el camino a lo que
universalmente llamo “estado perenne de ser sin aledaños,” que es algo parecido
al que encuentra lo que busca porque no tiene límites, pero me cuesta llegar a una ordinaria
definición de este abstracto concepto. Atravesar de principio a fin una situación, o un espacio tiene sus límites, pero esta acción no la deberíamos considerar. ¡En fin llegar al límite es el comienzo de cualquier propósito que culminaremos si no mantenemos los límites!
Fotos:ARA.
Continuará.........................
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