PARTE
23.
Tatiana contra todos los pronósticos
mantenía mi falo dentro de su boca, y yo continuaba sin eyacular a pesar de mis
propios argumentos que alegaban todo lo contrario. Sobre mis caderas continuaba
enroscada Flavia, que se esmeraba por degustar cada uno de los espacios
disponibles en mi piel. Permanecía de pie entre la vegetación y sobre mi cuerpo
dos deliciosas sanguijuelas amenazaban con chuparme hasta el aliento.
¡De una cosa estaba seguro! ¡No
sería capaz de continuar reteniendo el semen en mi interior, si Tatiana seguía con
sus modales nada improvisados y los movimientos continuos de su cabeza contra
mi falo, pronto llegaría el diluvio. Sin apenas notarlo, el tiempo se me escapó de las manos. Desde este
momento no sabría contar los minutos que las dos llevaban absorbiéndome mis más
íntimos secretos. Tenía la sensación de que no saldría con vida de esta, porque
si no era una, la otra me arrebataría la voluntad.
La razón dejó de estar presente
y sentí que los caminos conducían a un único destino, la fornicación rabiosa
con las dos beldades que atracaron en mi cuerpo. ¡No estaba dispuesto una vez más regresar a casa sin copular! Me daba igual comenzar por cualquiera de las dos.
Mis ojos permanecían repletos de las flamantes carnes de Tatiana y Flavia. ¡Si
fuera necesario les haría el amor al mismo tiempo!
Antes que fuera demasiado tarde
debía encontrar una posición aceptable. Forcé la situación y logré que mi
cuerpo rodara por el suelo llevándome conmigo a Flavia. Giré hasta colocar su
espalda contra la tierra y me tendí sobre ella. Los dos quedamos de frente, mirándonos
nuevamente las caras, pero esta vez con los cuerpos unidos por cada punto de
nuestra anatomía. No pasó un segundo y Tatiana invadió mi culo con su coño y
los tres quedamos pegados. Con la mano busqué los labios húmedos que se posaron en mis nalgas, y encontré la creación. ¡La entrada al país de las maravillas, aunque su nombre fuera Tatiana! ¡Con decisión toqué su vagina, y
sin pudor me la dejó tocar!
Comencé introduciéndole un
dedo, pero no fue suficiente porque su boca en mi oído me suplicaba algo más. Dos de
mis dedos se fueron haciendo paso por el laberinto lúbrico que tanto deseaba
desde tiempos inmemoriales, y dos dedos tomaron mi verga para guiarla hasta el
siguiente laberinto que tenía frente a mí. ¡Dos diferentes dedos pero con un mismo objetivo!
Continuará.............................
Fotos:
ARA y Mandy.
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