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Con el tiempo me he convertido
en un gran “mirador”, que no es lo mismo ser un voyeur. El “mirador” se posesiona
desde todos los ángulos de la mente para percibir el placer desde un sentido
comprometido. Mirando he llegado al análisis de una familia completa que
conviven en total fraccionamiento. Con todos estos miramientos he llegado a la conclusión
que la intimidad nunca es íntegra. Estando solos, en una habitación cerrada, el
comportamiento sigue siendo hipócrita y nunca llegamos a desnudar el espíritu. ¡Nos
masturbamos, cantamos, observamos los espacios de nuestro cuerpo que se
mantienen ocultos para los demás, actuamos de mil maneras frente al espejo, nos
peamos, eructamos, intentamos ser lo que no hemos sido a lo largo de nuestra
vida, en fin, soñamos; pero sin mostrarnos a nosotros mismos el ser que llevamos
dentro!
Desde la posición de “mirador”
somos objetivos, y sin alcanzar a ser unos especialistas en la captación de los
sentimientos y traumas; llegamos a tener una visión más justa de nuestro vecino
o vecina en la intimidad. ¡Vemos desde nuestra posición lo que ellos nunca
llegaran a ver por mucho que desvistan su naturaleza más privada! El vecino, la
vecina, ambos, y la familia al completo, son diminutas partículas dentro del
espacio del hogar. ¡Conviven pero no componen un todo en ninguna hora del día!
Mi labor ha sido muy
placentera. He pasado del “mirador” pasivo, al psicólogo familiar. ¿Cómo se interpreta
esto? ¡De la manera siguiente! Observo (por un tiempo dilatado), analizo (desde
todos los ángulos), tomo apuntes (de forma sistemática), y me dispongo a la solución
del problema o terapia indirecta (justamente con los implicados) ¿En qué consiste?
¡Simple y llanamente en encontrar un acercamiento directo con los actores
implicados en mí estudio! ¡Acertar con el medio y la forma para comenzar la
comunicación! ¡Este es el siguiente paso, si no tengo el placer de conocerlos
socialmente, debo encontrar un acercamiento! ¡Si de ante mano he tenido alguna relación
de amistad o de otra índole con ellos, es mucho más sencillo!
Aquí es cuando comienza mi
labor de “mirador unificador”. La mayoría de estos acercamientos son por
motivos de una incomunicación total o parcial. Las familias numerosas o no, se
comportan como extraños en su seno privado. ¡Mi sensación es que cada uno de
ellos necesita una soledad incondicional para dejar los sentimientos al
descubierto! Están perdidos dentro de su propia soledad, y queriendo solucionar
el conflicto se pierden en la soledad. Entonces
aparezco yo como salido de la nada, pero que siempre estuve atisbando desde la
distancia. Con una mirada realista intento lograr un distanciamiento.
Los observados deben salir de
su intimidada para desde la distancia tomar conciencia de sus problemas o
conflictos. ¡Y todo esto lo debo lograr sin que ellos se den cuenta de mi propósito
terapéutico! ¡Debo lograr una relación directa y sincera con todos los miembros
del objeto de mi análisis! ¡Aquí es donde las cosas comienzan a complicarse!
¡Debo crear un lazo afectivo e íntimo con mis percibidos!
Continuará........................
FOTOS: ARA Y MANDY.
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