¡Está de pie, cerca de una
farola! ¡La luz clara de la bombilla dibuja su contorno! ¡Es hermosa,
extremadamente hermosa para unos ojos imperfectos como los míos! ¿Estaré soñando?
¡Por si a caso, no voy a pestañear! ¿Cómo les puedo describir este ángel
vestido de blanco, que no deja de
cambiar el peso de sus caderas de una pierna a la otra? De un lado a
otro se mueve, y yo, de un ojo al otro la describo. ¡En este instante puedo
decir que la amo, que no podría estar sin verla, y que cada día haré lo
imposible por contemplarla! ¿Cómo se llamará? ¡Es igual! Su nombre está grabado
en todo su cuerpo. ¡No puedo dejar de contemplarla, pero sin que ella lo note!
¡Sí! ¡Su nombre es Blanca, como su vestido, sus ansías, sus zapatos, su aura,
su pañuelo, su sonrisa, como todo su ser!
¡Si supiera que estoy solo, que
la deseo! ¡Simplemente me conformaría con estar a su lado un instante cada día!
¡Si ella quisiera haríamos el amor sin tiempo ni distancia! ¡Solamente con la
voluntad de los dos! Le entregaría los años que no he vivido, mi paciencia sin
límites, los pensamientos ocultos, los que quedarían para la vejez y que ahora
se me agolpan en la memoria. Las ilusiones, mis alegrías y sobre todo, mis
ojos, para que no me reproche nada. ¡Y cada jornada, a la misma hora, mi sexo y
el suyo danzarían bajo la luz de la farola componiendo sombras chinescas; pero
no creo que ella me desee. ¡Soy un ser
insignificante, y ella es una mujer bella! ¡Creo que me marcho!
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