sábado, 23 de enero de 2016

¡REFLEXIONES SOBRE…….!

                                    

                                    
                 La mayoría de los mortales practicamos sexo en cueros, pero la mayoría también nos enfrentamos al mismo vestido de los pies a la cabeza; parecerá una evidente contradicción pero no llega a serlo por una razón simple: las ancestrales ataduras que no nos dejan en paz. Vamos, por continuar con uno de los tópicos que también nos atan, a la cama, porque también la mayoría no llegamos a confesar que un día fuimos a una pared, a un ascensor, a una silla, a un bosque, o a un apacible río con la mejor de nuestras intenciones y los deseos en ebullición para que el efímero instante no se perdiese en el propio tiempo. Y estando en dicho “acto”, si expandimos sinceramente nuestros poros olvidamos hasta los tiempos gramaticales porque el presente y sus compañeros anteriores y posteriores no son más que puras referencias en un electrizante momento. Haciendo el amor, la mayoría también, no llegamos a ser mezquinos y entregamos lo que no tenemos y algo más porque sabemos que el “acto”, ese intercambio de pieles y fluidos no se volverá a repetir aunque quedemos nuevamente para refrendarlo con la misma persona, en el mismo lugar, y a la misma hora; con la misma fuerza y firmeza el sexo es también efímero como el amor que un día olvidamos en un interminable invierno y que no volverá asomar las orejas aunque lloremos de continuo hasta provocar un diluvio.

                 Sexo. ¡Esa escasa palabra de cuatro letras da mucho  miedito! ¡Qué susto! Se supone que si soy una persona “respetable”, religiosamente educada, no puedo ni debo mencionarla porque como la cenicienta, si la enunciamos pasadas las doce, perdemos nuestra honorabilidad. ¿Han visto las caras de los políticos (y hablo de la mayoría también), de cualquier político, a gran o pequeña escala, el aspecto de circunspectos y distantes que tienen, es como si hubiesen nacido asexuados? Y no está bien dicha actitud, se están comiendo los hígados lentamente, el aspecto de mala leche no es directamente proporcional con el cargo que ocupan. ¡Queridos dirigentes, entre congresos, reuniones, y cónclaves, hagan el amor y no las leyes! Entonces todos veremos con creces el esfuerzo de su trabajo en los parques, las calles, y los ríos que antes le he hablado. Y no me digan que no es serio lo que estoy planteando porque la propia vida no lo es, es un disparate. La vida nos conduce por encrucijadas armoniosas y virulentas, y entre paso, tropezones, y caídas, como los coches, debemos refrigerar nuestro cuerpo para no sufrir incontrolables calentones porque no sabemos el tiempo que estaremos en la misma.

                 Y no consiste en que vayamos por ahí aireando las motivaciones y las sensaciones, hablo de comportarnos con normalidad, como lo que representa realmente, la unión de dos personas o un conjunto de ellas, para olvidar que a partir de los tres años ingresamos en la escuela, trabajamos hasta los sesenta y siete (es lo que quieren los políticos que no lo practican), y cuando contamos con todo el tiempo del mundo llega la señora de negro para llevarnos al hueco y hacer de nosotros pasto (lo que nos dicen) para la eternidad. ¡Amigos, la vida llevada así es una reverenda mierda! Con los años que se han ido sumando a mis carnes porque no he encontrado otra vía para impedirlo, he experimentado en dichas carnes, en la carne que no se resigna a dejar de practicar SEXO, que la salvación a la cotidianidad, al agotador trabajo (los que lo tienen), y a la crueldad de las calles, de las aceras, y del propio río en el cual llegué a practicar en contadas ocasiones sexo, es la honda “espiritualidad”. Con un par de libros, los pródigos sentidos, y mucha, sobrada “espiritualidad”, seríamos capaces de mover hasta el mismísimo mundo si fuese preciso; lo de la palanca de Arquímedes es un mito que nos han hecho creer para que no pudiésemos soñar con etéreos mundos.

                 Mi punto para desplazar el espacio lo he anexado recientemente, y aunque todos, y no la mayoría, esta vez hablo de “todos”, llevamos incorporados de nacimiento el referido punto en el que seríamos capaces hasta de volar gracias a la “espiritualidad”, si no practicamos sexo o hacemos el amor, entonces no llegaremos a mover ni el culo del lugar en que nos hallemos por enérgica que tengamos las piernas. ¡Amigos lectores de variados credos y doctrinas, el sexo es el único lenguaje universal capaz de implantar una vida o de engendrar una guerra! ¡El río nos espera!


Nota aclaratoria: Pido perdón a todas aquellas personas extremadamente sensibles que habitan en países alargados del sur donde al escuchar la palabra CULO les provoca un trauma cerebral de por vida. ¡Paciencia amigos y amigas, sobre todo amigas! Les recomiendo a las referidas personas que lo utilicen no solamente como conducto excretor, practique el sexo con el mismo y puede que una mañana, al despertar, sean otra persona, renovadas de cuerpo, pero sobre todo de cabeza. 

                                                                                             Practicador Real.


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