(Capítulo
IV)
En
el capítulo anterior, hice referencia a los sitios incómodo respecto a la
incomodidad corporal. Fueron solamente algunos ejemplos. Ahora quiero hacer
referencia a los sitios incómodos donde la psiquis juega un papel fundamental.
La utilización de la mente a favor de nuestros propósitos, pero con todas las
consecuencias posibles. Primeramente pensando en las emociones que no hacen
posible la liberación de los traumas, los complejos, las limitaciones, y todo
lo que no estamos dispuestos a dejar fuera de nuestro objetivo. Estos sitios
los debemos encontrar primeramente en lo más interno de nuestro ser, después
llevarlos a la realidad. ¡Y entonces hablaremos primeramente desde adentro!
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Las emociones:
¡Hay
que ser consciente en todo momento de nuestras emociones! ¡Tener un control
sobre ellas, pero en ningún momento reprimirlas! ¡Dejarlas que afloren con todas
las consecuencias posibles!
Un
ejemplo: Nuestras zonas erógenas deben estar dispuestas para concentrar la
fuerza de las emociones. Debemos sentir en la punta del pene, de la vulva, de
los pezones, o entre otros extremos del ano, la rabia de nuestras emociones más
dispares y contenidas, y no dejar que se escapen por una vía errónea. ¡Hay que
gritar con cada parte de nuestros órganos! Es la liberación de la energía,
tanto positiva como negativa, a través de los sentidos y de la piel. ¡Cuánto
algo emocionalmente no nos funciona, o nos conduce a la depresión, es cuando
debemos desnudarnos literalmente; pero de cuerpo y alma! Abrir al máximo todos
los orificios de nuestro cuerpo y dejar que penetre por ellos, los dolores del
alma.
Uno de estos ejercicios es sacudir
el cuerpo completamente desnudo por nuestro entorno. Implicando cada parte,
desde la cara hasta la planta de los pies. El cuerpo irá desplazándose por la
pared, sintiendo que la piel juega con cada elemento que nos encontramos en el
camino. Sentir las manos abiertas sobre una tela delicada, a la vez que los
pechos dibujan figuras abstractas por toda la pared, no es más que la entrega a
los sentidos.
Entre las piernas el
viento y el agua que nos sorprende sin avisar. El entorno debe ser nuestro
aliado, y los traumas y complejos nuestros cómplices. Las imperfecciones están
en los ojos que aún se empeñan en mantener la venda que les impide ver la luz y
la oscuridad, porque si es importante la luz, más importante es la entrega
desde la sombra. Tengamos sexo con los traumas y los complejos, pero sobre
todo, primeramente con nosotros mismos. Las relaciones sexuales implican todo
el entorno y sus imperfecciones. El sitio más complejo, pero orgásmico para
practicar el amor, es el universo.
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