PARTE
22.
Flavia quedó con las ganas de
ser penetrada una vez más. En sus espaldas y de rodillas, Tatiana engullía mi
falo con una voracidad despampanante. Estábamos tan concentrados en nuestra
labor que Tatiana llegó sin ser percibida.
Sobre mis muslos se mantenía
Flavia enroscada con sus piernas alrededor de mi cintura. Yo la sostenía y
disfrutaba del múltiple placer que me proporcionaban las dos amigas. Tatiana en
cada absorción me tornaba a la gloria. Su
boca actuaba con la sensibilidad de un especialista en la materia, y los
componentes de la misma apoyaban con sólidos criterios sus acciones obscenas. La
lengua bañaba la piel de mi prepucio de arriba a bajo para dejarla en posición
de penetración bucal. Sus dientes mordisqueaban la cabeza, el tranco, y los dos
eternos amigos inseparables mal llamados huevos. Con toda insistencia buscaba
la piel de mi escroto para estirarla como una goma de mascar, pero le fue
imposible, porque mi pasión la guardo desde tiempos muy cercanos al
renacimiento, cuando el deseo carnal se instauró en mis testículos. Su
protectora boca guardó mi polla sobre el cálido y húmedo manto de la inquieta
lengua, y sin que nadie se lo pidiera, tomó la forma de canaleta para arropar
al manifiesto visitante que no se mantenía sereno.
Por un instante Flavia torció
la cabeza para buscar a Tatiana con la mirada. Desde su posición la vio devorando mi polla, y esta imagen le produjo una erección en el conjunto de su anatomía,
y yo fui el beneficiario en esta acalorada refriega de féminas pasiones. ¡Tomó
con sus manos mi boca y literalmente se la comió en todos los sentidos! Me besaba
por los ojos y su lengua penetró en cada
orificio de la morfología de mi cara. Al parecer su objetivo consistía en no
dejar centímetro de piel sin ser conquistada. Su lengua violó el interior de mi
nariz. Traspasó la espiral de mi oreja y continuó emigrando a lo desconocido. Cada
uno de mis ojos recibió un baño de bienvenida por parte de su benévola lengua.
Su saliva penetró en mi retina y las sensaciones se difuminaron con espasmos de
colores intensos hasta sentir que el mundo alucinaba
¡No fue necesario dar
explicaciones! ¡Sin ponernos de acuerdo los tres nos fundimos en un solo ser! Había
comenzado a vivir y a experimentar la parte menos amarga de la existencia de la
humanidad. ¡Con las palabras en mayúsculas y las sílabas partidas, puedo decir
a los siete vientos de los siete mares que “HE-AL-CAN-ZA-DO-EL-NIR-VA-NA”!
Continuará.............................
Fotos:
ARA y Mandy.
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