CAPÍTULO LXXVIII.
Entre la
espuma salada los amantes se regodearon sin escatimar esfuerzos y sudores. Se movían
cual pez en el agua, y sus contorsionistas cuerpos cambiaban de posición una y
otra vez. Él se enlazaba de cabeza, en diagonal, de un lado, y de otro, sin
pensar que se podía despeñar en cualquier momento entre la piel de su amada y
sus infinitas fantasías. Por su parte, ella, simplemente dejó que el timonel
condujese su nave sin poner trabas a nada, y para saborear las mieles del
peligro, no le preguntó hacia dónde se encaminaba el amante en cada embestida.
Él y
ella, los dos, como únicos seres exaltados dentro de la apacible cala, lo
olvidaron todo, absolutamente todo; sus pensamientos, sus dudas, sus
inseguridades, sus fobias, y hasta la mal llamada decencia que tanto nos cuesta
desprendernos de ella. Y con la poca, o nada de “decencia” que mantenían sobre
sus consciencias, continuaron sin prejuicio su viaje por el fondo marino. Cada
uno de ellos viajó libremente, y en pocos minutos el más despistado de sus
poros, se expandió por todo el espacio marino abarcando cada uno de los apetecibles
rincones, de él, y de ella.
Los demás,
los otros, los que hasta ahora simplemente escuchaban y miraban, se sintieron
de pronto excluidos, y pensaron que el mundo era demasiado detallista y diverso
para que no contasen con ellos.
Primeramente se acercaron sigilosamente a la distanciada pareja que
había emprendido su particular viaje a cada una de las profundidades habidas y
por haber. Llegaron por todos los puntos los curiosos observadores, pero él y
ella no estaban para perder el tiempo en asuntos sin importancia y continuaron
con su interminable juego.
Para cualquiera que llegase de
sorpresa a la cala, se encontraría a una singular pareja sobre la arena enroscándose
de placer, y a su vez, a un grupo de lascivos mirones intentando intervenir en
la apasionada contienda que se desarrollaba ante sus ojos; pero la solapada
realidad, la que se oculta en el lado sensible de nuestras emociones y fantasía,
era bien distinta, sencillamente otra, la de un emocionante viaje de veinte mil
leguas de………….
Continuará.....................
fOTOGRAFÍA: ara.