Capítulo LXXIII
Estas no
fueron las dos únicas manos, las privilegiadas manos que traspasaron las
fronteras permitidas hasta alcanzar lo racionalmente palpable. En el exterior,
sobre la epidermis de la desordenada mujer de mirada perdida, un conjunto, un
cúmulo de manos esperaban acariciar lo infinitamente oculto, el interior de
cada una de las oquedades que poseía la demostrativa mujer. Cada una de las
manos presentes, la izquierda con su compañera la mano derecha, se frotaban de
gusto al saber que dentro de algunos segundos se verían inmersas en una
apetecible frotación anal o vaginal. ¡Eso sí! Cada mano tomaba el rumbo que sus
instintos le ordenaban. ¡En esta cala no hay estereotipadas reglas, solamente emociones
confrontadas!
Una
mano con influencias orientales, se distanció del grupo y fue directamente a
los pies de la mujer de las profundas aberturas. Llegó por su propia cuenta y
riesgo y las terminaciones nerviosas de la mujer conectaron con la carga positiva
de la planta de los pies. ¡Cinco dedos y cinco más se enlazaron! ¡Cinco dedos
de manos con cinco dedos de pies! --¡Dios, es una delicia lo que me hacen
vosotras delirantes manos!-- Respondieron al parecer los placenteros pies. Más
que acariciar, más que seducir, los dedos de la mano de esta persona que
actuaba en solitario, embelesaron la consciencia de la distraída mujer que se
debatía entre una sensación y otra. ¡Sensaciones dispares pero todas ellas a un
mismo tiempo!
Al no
poder más con su cuerpo, porque el placer se había extendido a diversos y renovados
espacios de esta historiada mujer, ella cerró
sus ojos y se entregó en materia y aliento a los multitudinarios tocamientos.
La primera vez en su vida que no ha sido penetrada por un miembro erecto y
venoso, por uno de los más antiguos dominadores de distantes rincones. La
primera vez que su cuerpo se elevó sin necesidad de métodos tradicionales. La
primera vez que su orgasmo se misceláneo y sobre la arena inconstante creyó
tocar el cielo.
¡Muchas veces lo intentó! Deseó encontrar la
palabra justa, la elemental, la precisa para describir lo que había
experimentado en este eterno tiempo que deseaba atrapar por siempre. ¡Éxtasis!
¡La gloria! ¡Enajenación! ¡Corrimiento de tierra bajo sus nalgas! ¡Más, mucho
más y no sería objetiva, porque pasada algunas horas, esta mujer de mirada
extasiada, no había regresado de su dilatado viaje!
Continuará.....................
fOTOGRAFÍA: ara.